(Publicada en El País) |
¿Para qué hablarles a nuestros bachilleres de Platón, Descartes, Nietzsche u Ortega? ¿Qué puede aportarles su crítica del conocimiento, la cultura, la historia o la religión? ¿Los mejorará acaso sus reflexiones éticas? Seguramente no. Un paseo por los argumentos de la duda cartesiana o la invitación nietzscheana a no ser camellos tal vez les ayude a modelar su rebeldía y a hacerla más fecunda. Pero poco puede contribuir esta pandilla de heterodoxos a un modelo de educación competitivo y economicista que persigue hacer de nuestros jóvenes unos trabajadores abnegados, buenos consumidores y votantes dóciles. Para eso les bastará con una formación técnica y un adoctrinamiento religioso, de cualquier signo, que esto importa menos.
También recordamos que un gobierno de Felipe González suprimió la Historia de la Filosofía como asignatura común en 2º de Bachillerato y la relegó a materia de modalidad en el bachillerato de ciencias sociales. Tuvo que ser una ministra del PP, Pilar del Castillo, quien la restituyera. (Por cierto, en el anteproyecto de la LOCE -2001- se establecía ya una reválida o Prueba General de Bachillerato –PGB- para obtener el título de Bachiller y acceder a la Universidad. ¿Les suena?). Pero Wert-Rajoy ha ido más allá que los socialistas, haciendo de la reforma una demolición controlada: reduce la Filosofía a una mera optativa y, además, suprime la Formación ético-cívica de 4º de ESO (impartida por profesores de filosofía) y también la Educación para la ciudadanía de 5º de Primaria y 3º de ESO (que los filósofos comparten con los profesores de ciencias sociales). Todas ellas han sido hasta ahora asignaturas comunes y obligatorias para todo el alumnado, convirtiéndose en instrumentos preciosos para la maduración intelectual y la formación en valores laicos comunes, imprescindibles para la convivencia. De hecho, así sucede en los países de nuestro entorno europeo.
Ahora Rajoy suprime tres asignaturas necesarias para el fomento del debate crítico y formativo, y para el conocimiento de otras formas de pensar y entender la existencia, y da vía libre al adoctrinamiento religioso; pues la religión sale fortalecida con la vuelta al viejo sistema de elección entre ésta y la ética (sistema considerado inconstitucional en varias sentencias del Tribunal Supremo). Vuelve a ser la ética filosófica, racionalista y laica, la hermana pobre de la religión: sólo llegará a los hijos de los descreídos o de quienes practican religiones diferentes a la verdadera. Sigue la segregación ideológica en las aulas. Vuelve el pasado.
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