Luces y palabras


Escrito en la pared

¡Viva quien viva!

            ¿Qué harías si no tuvieras miedo?

           Anónimo era una mujer

Si lo pierdes todo, ya no tienes nada que perder
 
¿Cuánta agua tiene que caer para admitir que está lloviendo?

Si los hombres parieran, el aborto sería legal

Cuando crecen las banderas, mengua el entendimiento

Si el voto cambiara algo, sería ilegal

Los ricos tienen más conciencia de clase

Sin justicia no hay paz social 

El sistema de enseñanza: la enseñanza del sistema

La vida es tan bonita que parece de verdad (Carmina o revienta)

Tenemos la solución: los banqueros a prisión

Pedimos lo imposible para alcanzar lo posible

Si no vives como piensas, acabarás pensando como vives

Tiendas llenas, vidas vacías

Toda descripción es un acto político

Nuestros sueños no caben en vuestras urnas

           A los niños, cuentos; a los hombres, elecciones

           Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir

           Pienso, luego estorbo


           La cirugía estética es el burka de occidente

           Casas sin gente, gente sin casa


           Ten miedo: la gente feliz no consume

            Dios es negra

Sentencias y aforismos



El cristianismo es una mala interpretación literal de metáforas judías (Jorge de Santayana)
Conocemos el precio de casi todo y el valor de casi nada (Oscar Wilde)


La religión es consecuencia de una neurosis obsesiva relacionada con la psicosis alucinatoria (S. Freud, El malestar en la cultura)

La teología es una de las ramas más frondosas de la literatura fantástica (J. L. Borges)

Formaos y seréis libres, asociaos y seréis fuertes, amaos y seréis felices (Francesc Ferrer i Guàrdia)

La consigna del sistema: ¡Tened miedo y consumid! (Marilyn Manson)

No hay nada más viejo que el periódico de ayer y Homero siempre es joven"(Charles Péguy)
Nunca me repondré de mi incomparable infancia
(Merleau-Ponty)
Aún no está ocurriendo lo peor cuando uno puede decir: esto es lo peor
(W. Shakespeare. El rey Lear)
Nadie, ni la muerte futura y ya presente, puede debilitar la alegría de quien se ha sabido de veras amado por su madre
(Fernando Savater)
Durante la infancia, vivimos. Después, sobrevivimos.
(Leopoldo María Panero)



  
Textos y fragmentos 


El factor emocional 
Se acepta la religión emocionalmente. Con frecuencia se nos dice que es muy malo atacar la religión porque la religión hace virtuosos a los hombres. Eso dicen; yo no lo he advertido. Conocen la parodia de ese argumento en el libro de Samuel Butler, Erewhon Revisited. Recordarán que en Erewhon hay un tal Higgs que llega a un país remoto y, después de pasar algún tiempo allí, se escapa en un globo. Veinte años después vuelve a aquel país y halla una nueva religión, en la que él mismo es adorado bajo el nombre de Niño Sol, que se dice que ascendió a los cielos. Ve que se va a celebrar la Fiesta de la Ascensión y que los profesores Hanky y Panky se dicen el uno al otro que nunca han visto a Higgs, y que esperan no verlo jamás; pero son los sumos sacerdotes de la nueva religión. Higgs se indigna y se acerca a ellos y dice: "Voy a descubrir toda esta farsa y a decir al pueblo de Erewhon que fui únicamente yo, Higgs, que subí en un globo". Pero ellos le contestan: "No puede hacer eso, porque toda la moral de este país gira en torno a ese mito, y si supieran que no subió a los cielos se harían malos"; y de esta forma lo persuaden para que se marche silenciosamente. 
Ésa es la idea: que todos seríamos malos si no nos acogiéramos a la religión cristiana. A mí me parece que la gente que se ha acogido a ella es, en su mayoría, extremadamente mala. Se da este hecho curioso: cuanto más intensa ha sido la religiosidad de cualquier período, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la cureldad y peores las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando los hombres realmente creían en la religión cristiana en toda su integridad, surgió la Inquisición con sus torturas. 
Uno advierte que todo el progreso del sentimiento humano, toda mejora de la ley penal, todo paso hacia la disminución de la guerra, el mejor trato de las razas de color, toda mitigación de la esclavitud, todo progreso moral en el mundo, ha sido obstaculizado constantemente por las Iglesias. Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en iglesias, ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo.
(B. Russell, Por qué no soy cristiano. 1957.)
 
Por qué no soy cristiano (B. Russell)
Recientemente ha corrido el rumor de que yo era menos contrarioala ortodoxia religiosa de lo que había sido. Ese rumor carece de fundamento. Creo que todas las grandes religiones del mundo -el budismo, el hinduismo, el cristianismo, el islam y el comunismo- son a la vez falsas y dañinas.
(...) Los tres impulsos humanos que representa la religión son el miedo, la vanidad y el odio. El propósito de la religión es dar una cierta respetabilidad a estas pasiones, con tal que vayan por ciertos canales. Como estas tres pasiones constituyen en general la miseria humana, la religión es una fuerza del mal, ya que permite a los hombres entregarse a estas pasiones sin restricciones, mientras que, de no ser por la Iglesia, podría tratar de dominarlas en cierto modo.  
Lucrecio y la deconstrucción. Odio a la lucidez
La extrema lucidez de Lucrecio provoca un delirio en torno a su nombre. Es lo habitual... No son bien vistos los desgarradores de velos que dan por tierra con las ilusiones sobre las que la mayoría de los seres humanos construye sus minúsculas existencias. Lucrecio asesina las ficciones y, con calma, mediante la razón razonable y razonante, aniquila las construcciones arbitrarias: el cielo habitado, los dioses vengadores, las religiones castradoras, las esperanzas en el más allá, la mecánica de los sentimientos, el prejuicio monogámico, la lógica amorosa. Tanto en la tierra como en el cielo, entrega las quimeras a la inmensa hoguera de su filosofía materialista y mecanicista. Es uno de los primeros en instalar sus palacios conceptuales más allá del bien y del mal. 
El mundo sigue como sigue porque la mayoría se miente, se ilusiona, monta decorados de teatro en los que se cuenta historias para no toparse cara a cara con la miseria de su existencia, la tragedia de su destino, lo ridículo de toda diversión social y la inexorabilidad de su desaparición anunciada. 
(Michel Onfray, Las sabidurías de la antigüedad. Contrahistoria de la filosofía, I. Anagrama.)


Empleo y desempleo en el tiempo del miedo

El desempleo multiplica la delincuencia, y los salarios humillantes la estimulan. Nunca tuvo tanta actualidad el viejo proverbio que enseña El vivo vive del bobo, y el bobo de su trabajo. En cambio, ya nadie dice, porque nadie lo creería, aquello de trabaja y prosperarás.
El derecho laboral se está reduciendo al derecho de trabajar por lo que quieran pagarte y en las condiciones que quieran imponerte. El trabajo es el vicio más inútil. No hay en el mundo mercancía más barata que la mano de obra. Mientras cen los salarios y aumentan los horarios, el mercado laboral vomita gente. Tómelo o déjelo, que la cola es larga. 
La sombra del miedo muerde los talones del mundo, que anda que te anda, a los tumbos. Miedo de perder: el dinero, la comida, perder la casa, perder: no hay exorcismo que pueda proteger a nadie de la súbita maldición de la mala pata.
¿Quién se salva del terror al paro? ¿Quién no teme ser un náufrago de las nuevas tecnologías, o de la globalización, o de cualquier otro de los muchos mares picados del mundo actual?
El desarrollo de la tecnología no está sirviendo para multiplicar el tiempo de ocio y los espacios de libertad, sino que está multiplicando el desempleo y está sembrando el miedo. 

(Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés)

Pseudociencias y sesgo de confirmación

La ciencia requiere 99 confirmaciones por cada 100 casos; al horóscopo le vale con 1 confirmación por cada 100 para "demostrar" su validez

Acerca de la inmortalidad del alma

           No existe un cielo o una vida después de la muerte... eso es un cuento para las personas que tienen miedo a la oscuridad. Considero que el cerebro es como un ordenador que dejará de funcionar cuando le fallen los componentes. No hay cielo o una vida después de la muerte para los ordenadores estropeados.

Stephen Hawking, entrevista en The Guardian, 2011. Citado por K. Ferguson, S. Hawking, su vida y su obra, Crítica, Barcelona, 2012. Págs. 308-309.

PROCESIÓN Y ORACIÓN A ISIS

De cómo la religión no ha cambiado nada en los últimos 2000 años… Si acaso, ahora es más triste, gris, cerrada, más necrófila.

            En esto no tardó mucho que el sol dorado salió, apartando las tinieblas de la noche obscura, y llegándome a la ciudad, vi que la gente y pueblo de ella henchían todas las plazas en hábito religioso y triunfante, con tanta alegría, que además del placer que yo tenía, me parecía que todas las cosas se alegraban en tal manera, que hasta los bueyes y brutos animales y todas las cosas y aun el mismo día, sentía yo que con alegres gestos se gozaban, porque el día sereno y apacible había seguido a la pluvia que otro día antes había hecho. En tal manera, que los pajaritos y avecillas, alegrándose del vapor del verano, sonaban cantos muy dulces y suaves, halagando blandamente a la madre de las estrellas, principio de los tiempos, señora del mundo. ¿Qué puedo decir sino que los árboles, así los que dan fruto como los que se contentan con solamente su sombra, meneando y alzando las ramas, con el viento austro, se reían y alegraban con el nuevo nacimiento de sus hojas y con el manso movimiento de sus ramos chiflaban y hacían un dulce estrépito? El mar, amansado de la tormenta y tempestad, y depuesto el rumor e hinchazón de las ondas, estaba templado y con muy grandísimo reposo. El cielo, habiendo lanzado de sí las obscuras nubes, relumbraba con la severidad y resplandor de su propia lumbre.
            He aquí donde vienen delante de la procesión, poco a poco, muchas maneras de juegos muy hermosamente adornados, así en las voces como en los otros actos y gestos. Uno venía en hábito de caballero, ceñido con su banda; otro vestida su vestidura y zapatos de caza, con un venablo en la mano, representando un cazador (…); no faltaba otro que le seguía, vestido de púrpura y con insignias de senador (…)
            Entre estas cosas de juego que popularmente allí se hacían, ya se aparejaba y venía la fiesta y pompa de mi propia diosa que me había de salvar y escapar de tanta tribulación; y delante de ella venían muchas mujeres resplandecientes con vestiduras blancas y alegres, con diversas guirnaldas de flores que traían, las cuales henchían de flores que sacaban de sus senos las calles y plazas por donde venía la fiesta y procesión.
            Otras llevaban en las espaldas unos espejos resplandecientes, por mostrar a la diosa que venía tras ellas el servicio y fiesta que le hacían. Otras había que traían muy hermosos peines de marfil en las manos, haciendo actos y gestos con los brazos, volviendo los dedos a una parte y otra, fingiendo que peinaban y adornaban los cabellos de la reina Isis.
         Otras había que rociaban las plazas con muchos ungüentos olorosos, derramando bálsamo con una almarraja. Además de esto, iba muy gran muchedumbre con sus candelas, cirios y otro gran género de lumbre artificial… Después muy muchos instrumentos de muy suave música, así como sinfonías muy suaves y flautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente…
            En esto vino una gran muchedumbre de hombres y mujeres de toda suerte y edad, relumbrando con vestiduras de lino puro y muy blanco, y mezcláronse con los sacerdotes que allí iban (…)
            Echado en tierra con mi cara ante sus pies (de Iris) y lavándolos con mis lágrimas, matando la habla con grandes sollozos y tragando las palabras finalmente, dije de esta manera:
            ¡Oh, reina del cielo! Tú, cierto, eres santa y abogada continua del humanal linaje. Tú, señora, eres siempre liberal en conservar y guardar los pecados, dando dulcísima afición y amor de madre a las turbaciones y caídas de los miserables; ningún día, hora, ni pequeño momento pasa vacío de tus grandes beneficios. Tú, señora, guardas los hombres, así en la mar como en la tierra, y apartados los peligros de esta vida, les das tu diestra saludable, con la cual haces y desatas los torcidos lazos y nudos ciegos de la muerte, y amansas las tempestades de la fortuna, refrenas los variables cursos de las estrellas; los cielos te honran, la tierra y abismos te acatan. Tú traes la redondez del cielo, tú alumbras el sol, tú riges el mundo y huellas el infierno; a ti responden las estrellas, y en ti tornan los tiempos; tú eres gozo de los ángeles; a ti sirven los elementos; por tu consentimiento expiran los vientos y se crían las nubes, nacen las simientes, brotan los árboles y crecen los sembrados; las aves del cielo y las fieras que andan por los montes, las serpientes de la tierra y las bestias de la mar temen tu majestad. Yo, señora, como quiera que para alabarte soy de flaco ingenio y para sacrificarte pobre de patrimonio, y que para decir lo que siento de tu majestad no basta facundia de habla, ni mil bocas, ni otras tantas lenguas, ni aunque perpetuamente mi decir no cansase; pero en lo que solo puede hacer un religioso, aunque pobre, me esforzaré que todos los días de mi vida contemplaré tu divina cara y santísima deidad, guardándola y adorándola dentro del secreto de mi corazón. 

(Lucio Apuleyo, El asno de oro –siglo II-.

Traducción de Diego López de Cortegana -1513-)



Evolucionismo
Quien haya visto a un hombre salvaje en su medio natural, no sentirá mucha vergüenza si se ve obligado a reconocer que la sangre de cualquier criatura más humilde le corre por sus venas. En cuanto a mí, quisiera haber descendido de aquella heroica mona que se enfrentó a su terrible enemigo para salvar la vida de su cría, o de aquel viejo babuino que bajó del monte y salvó valientemente a su joven compañero de una jauría de perros, en lugar de descender de este hombre salvaje que se complace en torturar a sus enemigos, que ofrece sacrificios a los dioses matando a otros hombres, que practica el infanticidio sin remordimientos, que trata a sus mujeres como esclavas, que no sabe lo que es la decencia y que vive cegado por creer en estúpidas supersticiones."
(Charles Darwin, The Descent of Man, and Natural Selection in Relation to Sex, vol. II, PUP, 1871, pág. 404-405) (El origen del hombre) 

Interés animal versus interés humano


Si los animales cuentan por derecho propio, el que los usemos para alimentarnos se vuelve cuestionable; especialmente cuando la carne es más bien un lujo que una necesidad. Los esquimales, que viven en un medio donde deben matar animales para alimentarse si no quieren morirse de hambre, pueden estar justificados al afirmar que su interés por la supervivencia excede al de los animales que matan, pero la mayor parte de nosotros no podemos defender de esa manera nuestra dieta. Para los ciudadanos de sociedades industrializadas es fácil mantener una dieta adecuada sin necesidad de recurrir a la carne. La medicina demuestra con pruebas abrumadoras que la carne no es necesaria para mantener la salud ni para alcanzar longevidad. Tampoco es una manera eficiente de producir alimentos, puesto que la mayoría de los animales que se consumen en las sociedades industrializadas han sido engordados con cereales y con otras sustancias alimenticias que podrían haber sido comidas directamente. Cuando alimentamos con cereales a los animales, sólo un 10 % aproximado del valor nutritivo pasa a ser carne apta para el consumo humano. De modo que, excepción hecha de los animales que se crían exclusivamente en tierras de pastoreo inadecuadas para otras cosechas, no comemos animales por razones de salud ni para incrementar nuestra provisión alimentaria. La carne es un lujo, y la gente la consume porque su sabor le gusta.

Al considerar el aspecto ético del uso de carne para la alimentación humana, estamos considerando una situación en la cual se debe sopesar un interés humano relativamente secundario y compararlo con la vida y el bienestar de los animales afectados. El principio de igual consideración de los intereses no consiente que se sacrifiquen los intereses principales a los secundarios.



Peter Singer, Ética práctica [1979], Ariel, Madrid, Barcelona, 1988. Pág. 76



Un desafío ético

            En su libro Living High and Letting Die, el filósofo de Nueva York Peter Unger presenta una ingeniosa serie de ejemplos imaginarios pensados para demostrar nuestras intuiciones sobre cuándo está mal vivir bien sin dar cantidades sustanciales de dinero para ayudar a gente que pasa hambre, está mal alimentada o muriendo de enfermedades con fácil tratamiento como la diarrea. Éste es uno de los ejemplos:

            “Bob está cerca de jubilarse. Ha invertido la mayor parte de sus ahorros en un coche muy caro y valioso, un Bugatti, que no ha podido asegurar. El Bugatti es su orgullo y su diversión. Junto con el placer que obtiene conduciendo y cuidando su coche, Bob sabe que su creciente valor de mercado significa que siempre podrá venderlo y vivir cómodamente una vez que se haya jubilado. Un día en que Bob ha salido a conducir, aparca el Bugatti cerca del final de una vía muerta en desuso y se va a dar un paseo. Entonces, ve que un tren sin control y sin nadie dentro, está bajando por la vía. Mirando más abajo en la vía, ve la pequeña figura de un niño jugando en un túnel y que muy probablemente será atropellado por el tren. No puede parar el tren y el niño está demasiado lejos para avisarle del peligro, pero puede hacer un cambio de agujas que lleve al tren a la vía muerta donde está aparcado su Bugatti. En ese caso, nadie morirá, pero dado que la barrera al final de la vía muerta está en mal estado, el tren destruirá el Bugatti. Pensando en su placer como propietario del coche, y a seguridad financiera que representa, Bob decide no hacer el cambio de agujas. El niño muere. Pero durante muchos años después Bob disfruta de poseer su Bugatti y de la seguridad financiera que representa.”

            La mayoría de nosotros responderíamos que la conducta de Bob está muy mal. Unger está de acuerdo. Pero entonces nos recuerda que nosotros también tenemos la oportunidad de salvar vidas de niños. Podemos enviar donaciones a organizaciones como UNICEF u Oxfam América. ¿Cuánto tendríamos que dar a una de estas organizaciones para tener una alta probabilidad de salvar la vida de un niño amenazado por enfermedades fácilmente evitables? Peter Singer, Un solo mundo. La ética de la globalización [2002], Paidós, Barcelona, 2003. Pág. 199
 

Religiones y atraso  
"Las mayores crueldades, las matanzas más atroces se han perpetrado siempre por motivos religiosos y con la bendición de untuosos clérigos. Una terrible amenaza resuena en muchos idiomas a lo largo de la historia: “¡Piensa como yo o muere!” Ningún filósofo puede sumarse a ella sin deshonrarse para siempre ante la humanidad. Pero los males que las religiones han persuadido a cometer no son sólo decapitaciones, quema de herejes, sacrificios humanos, etc.: también han producido otros daños, de índole intelectual. Las autoridades religiosas han perseguido el conocimiento y han estancado o impedido el desarrollo de las ciencias. El desventurado país en el que habitáis, señora - se refiere a España - es una buena prueba de lo que digo. Hay que atribuir al Tribunal de la Inquisición, a la que habría que denominar “maldita” y nunca “santa”, la profunda ignorancia de la sana ciencia en la que siguen hundidas las escuelas de España, mientras que en Alemania, Inglaterra, Francia o incluso Italia se han descubierto tantas verdades y se ha ampliado tan notablemente nuestro saber. Nunca la naturaleza humana queda tan envilecida como cuando la ignorancia supersticiosa se ve dotada de poder." 
Fernando Savater, El jardín de las dudas. (Biografía novelada del filósofo francés del s. XVIII, Voltaire)



Desengaño
"Asistimos a un empobrecimiento sin pausa desde la adolescencia a la vejez. Empezamos por perder la inmortalidad y, después, la inocencia. Es decir, dejamos de ser dioses y nos convertimos en culpables. Después de esas dos pérdidas, que califican al hombre en una inferior naturaleza, las pequeñas e innumerables que se suceden."
(Francisco Brines. Selección propia. Cátedra. Madrid, 1999. Introducción) 

La tercera plaga
"Una catástrofe nunca llega sola. Apenas comienza el cristianismo a dominar la situación, nace el islam. A las hogueras, los autos de fe y las salas de tortura de los sectarios de Jesús se añade ahora la violencia de Mahoma, guerrero despiadado, maltratador de mujeres, enemigo del cuerpo que desprecia este mundo en nombre de un más allá de cartón piedra, inventor de rituales cuya observancia pudre la vida cotidiana. Judíos, católicos y musulmanes comienzan una guerra fratricida entre sí, no obstante vender globalmente el mismo odio al mundo".
(Michel Onfray. El cristianismo hedonista
Sobre la percepción subjetiva del dolor y el placer 
(en la que, después, insistirán los estoicos)
"Es del cerebro y únicamente de él de donde surgen los placeres, las alegrías, la risa y las bromas, y también el dolor y el duelo".
(Hipócrates)
 
Bases para una reforma universitaria: los exámenes
"En cuanto a lo que dice usted sobre la inutilidad de los exámenes, me parece todavía poco. No son tan sólo una inutilidad y una ocasión de intrigas, sino uno de los mayores cánceres de nuestra organización universitaria, quizá el mayor y más grande de todos (...) La supresión de los exámenes se impone más y más cada día, y sustituirá con ventaja a esta supuesta prueba anormal, extraordinaria, momentánea e improvisada en los últimos meses del curso (en Valencia, por ejemplo, ¡¡llegan hasta a suspender las clases el último mes, para que los alumnos se preparen!!), la prueba diaria y continua que todo profesor debe hacer del estado de sus discípulos, declarando luego, como resumen de este juicio maduro, si están o no en aptitud para pasar a otros años, grados o secciones (...) Esto pide una reducción del número de alumnos (...) porque no es posible dar enseñanza real y formal a 400 alumnos."
(Francisco Giner de los Ríos, Carta a Adolfo Posada)
 

El poder de las palabras
"Desde siempre la batalla política se ha provisto de munición en el territorio de las metáforas. La analogía espacial está en el origen de la política parlamentaria moderna: el equilibrio, la estabilidad, "los montañeses" de la Revolución Francesa, la izquierda y la derecha de cada día. Al cabo, el lenguaje político se nutre del lenguaje común, tan trufado de imágenes. No sólo se nutre, se aprovecha, hay intencionalidad: quien consigue que las propias metáforas se conviertan en la cartografía con la que se mapea el mundo, tiene aseguradas bastantes victorias. Si uno está en el centro, es que los otros están en los extremos, es que son unos extremistas. Si la nación (o la empresa) se asimila a una familia, quién será el descastado que tenga el mal gusto de preguntar acerca de cómo se reparten las tareas domésticas o los ingresos. Si el mercado es "libre", dónde está el valiente que se atreve a atentar contra "la libertad". Asegurada la analogía están decididas las preguntas apropiadas y las inoportunas, incluso, las imposibles. Abusar de las palabras es apoderarse de todo el poder social, dejó dicho Robespierre"
(Félix Ovejero, "La libertad inhóspita", Claves, 121. -Fragmentos-)

El miedo y las religiones
     ¿Tendré que seguir contándote los casos en que la Física de Epicuro es espejo, aunque sea un poco caricaturesco, de toda Física, y cómo es que, a pesar de ello,  y en parte por ello mismo, los versos de Lucrecio que cantan esa Física me han sido tan fascinantes y conmovedores como para hacerme dedicarles tantas atenciones y desvelos? No pienso que haga falta. Al fin y al cabo, todo el intento y el sentido de esa Física y esos versos es librarnos del miedo de la muerte, único verdadero mal (el miedo, no la muerte, salvo si son lo mismo), del que todas las religiones, y todos los crímenes y penas y miserias de los hombres se alimentan; y que el procedimiento para librarnos del miedo de la muerte consista, al revés de todas las religiones, creencias y demás venta de ilusiones, en el reconocimiento total y despiadado de la propia muerte, en una proclamación, científica, indudable, de nuestra mortalidad en cuerpo y alma, destinados a una total desintegración en átomos y vacío, sin residuo alguno de uno mismo ni de duda, es algo que hace al procedimiento veraz y emocionante hasta lo más hondo. 
Que luego la Ciencia se convierta, como de hecho se ha convertido hoy día, a vueltas de la Historia, en la Religión principal y dominadora de nuestro mundo, al abrigo de cuyo templo las reliquias de las otras religiones sin vergüenza alguna se cobijan, bien, no importa: la lucha contra la Religión sigue teniendo siempre su sentido; y también contra esa otra forma de Religión que es la Fe en la Ciencia de la Realidad, aunque Lucrecio no esté ya aquí para decírnoslo, siguen valiendo lo más hondo de sus razones y del embate de sus versos. 
En el desengaño más puro, en ese reconocimiento total de la propia muerte (que arrastra consigo, claro, el descubrimiento de la falsía de la Realidad) hay un aliento de verdad, que hace latir también los versos, hasta los de la poesía literaria y de la épica científica, y tiende a llenarnos los corazones de desolación y de alegría.
(Agustín García Calvo, Prolegómenos a Lucrecio, De rerum natura. Edición crítica y versión rítima de A. García Calvo. Lucina, Zamora, 1997, págs. 37-38.)

Giordano Bruno y ¡el cambio climático!

¿Os parece que el clima de Francia ha cambiado poco desde la época de César hasta hoy? Entonces no era apta en absoluto para el cultivo de la vid y ahora produce vinos tan deliciosos como cualquier otra parte del mundo y el fruto de la vid se recoge hasta en las regiones más septentrionales. Este año he llegado a comer uvas hasta de los huertos de Londres, no tan buenas como las peores de Francia, pero en cualquier caso, y según he oído decir, de una calidad jamás alcanzada con anterioridad en Inglaterra.

Como el Mediterráneo está inclinándose hacia Libia, dejando más seca y cálida Francia y las partes de Italia que yo he podido ver con mis propios ojos, con el resultado de que Italia y Francia se calientan cada vez más e Inglaterra alcanza una temperatura más templada, debemos concluir que, en líneas generales, las características climáticas de las diferentes regiones van cambiando a medida que la propensión al frío va disminuyendo hacia el Polo Norte.
(La cena de las cenizas, Quinto diálogo -1548-)

Cuentos

      Yo no sé muchas cosas, es verdad, digo tan sólo lo que he visto, y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos…, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos…, que los huesos del hombre los entierran con cuentos…, y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos…
Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos…, y sé todos los cuentos.
 (León Felipe, Antología rota.)
 
         Si esto es un hombre
      La guerra es un hecho terrible desde siempre: podemos execrarlo pero está en nosotros, tiene su racionalidad, lo ‘comprendemos’.
Pero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, pero está fuera y más allá del propio fascismo. No podemos comprenderlo; pero podemos y debemos comprender de dónde nace, y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también.
      Por ello, meditar sobre lo que pasó es deber de todos. Todos deben saber, o recordar, que tanto a Hitler como a Mussolini, cuando hablaban en público, se les creía, se los aplaudía, se los admiraba, se los adoraba como a dioses (…) Las ideas que proclamaban no eran siempre las mismas y en general eran aberraciones, o tonterías, o crueldades; y sin embargo se entonaban hosannas en su honor y millones de fieles los seguían hasta la muerte. Hay que recordar que estos fieles, y entre ellos también los diligentes ejecutores de órdenes inhumanas, no eran esbirros natos, no eran (salvo pocas excepciones) monstruos: eran gente cualquiera. Los monstruos existen, pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes, los funcionarios dispuestos a creer y obedecer sin discutir, como Hoess, comandante en Auschwitz, o como los militares franceses de veinte años más tarde, asesinos en Argelia, o los militares norteamericanos de treinta años más tarde, asesinos en Vietnam.
      Hay que desconfiar, pues, de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón, es decir, de los jefes carismáticos.
(Primo Levi) 

Menores de edad
    La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea.   
(I. Kant, ¿Qué es la Ilustración?)  
    
 Iconografías

      El que quiera honrar a un santo debería imitar sus virtudes, pero, ahora, en lugar de eso, corremos toros en su día y decimos que tenemos por devoción matar cuatro toros el día de San Bartolomé, y, si no los matamos, tenemos miedo que nos apedreará las viñas. ¿Qué mayor paganismo queréis que este? ¿Qué más me da tener por devoción matar cuatro toros el día de San Bartolomé que sacrificar cuatro toros a San Bartolomé? ¿Queréis ver otra acción pagana no menos clara que esta? Mirad cómo hemos repartido entre nuestros santos los oficios que tenían los dioses de los gentiles. En lugar de Marte, tenemos a Santiago y San Jorge. En lugar de Neptuno, a San Telmo. En lugar de Baco, a San Martín. En lugar de Eolo, a Santa Bárbara. En lugar de Venus, a la Magdalena.
(A. de Valdés, Diálogo de las cosas acaescidas en Roma -1528-)

ORACIÓN
A vosotros,
que cortáis la manzana de la muerte
con el anonimato de una guerra,
os pido caridad.
Por un DIOS
en el que jamás he creído.
Por una JUSTICIA
de la que desconfío.
Por el orden de un MUNDO
que no respeto.
Para que renunciéis a vuestra guerra,
yo renuncio a mis dudas,
que son parte de mí
como la luz amarga
es parte del otoño.
Y escribo DIOS, JUSTICIA, MUNDO,
y os pido caridad,
y os lo suplico.
Luis García Montero

Un buen hombre confunde, con un ingenioso dicho, la malvada hipocresía de los religiosos
      Habiendo sido ya encomiados por todas el valor de la marquesa y la cortés reprensión hecha al rey de Francia, Emilia, que se sentaba al lado de Fiammetta, como plugo a su reina, comenzó a decir con desenvoltura:
-Tampoco callaré yo una lección que dio un hombre laico a un religioso avaro, con una salida tan divertida como encomiable.
      Hubo no ha mucho tiempo, queridas jóvenes, en nuestra ciudad, un fraile menor, inquisidor de la herética iniquidad, el cual, aunque mucho se ingeniaba para parecer santo y tierno amador de la cristiana fe, era tan buen investigador de quien tenía la bolsa llena como de quien en su fe sentía mengua. Esta solicitud lo llevó a encontrar un buen hombre, más rico en dineros que en juicio, al cual, no ya por falta de fe, sino hablando sencillamente, acaso calentado por el vino o por un exceso de alegría, se le ocurrió un día decir que tenía un vino tan bueno que de él bebería Cristo. Referido esto al inquisidor, éste, sabiendo que su hacienda era grande y su bolsa bien abultad, cum gladiis et fustibus corrió impetuosísimamente a abrirle un proceso gravísimo, creyendo que de él se seguiría, no un alivio de la incredulidad del investigado, sino afluencia de florines a su mano, como sucedió. Mandólo llamar y le preguntó si era cierto lo que le habían dicho contra él. El buen hombre contestó que sí, y le dijo cómo. A lo cual, el inquisidor santísimo y devoto de San Juan Barba de Oro, dijo:
-¿Conque has hecho a Cristo bebedor y aficionado al buen vino, como si fuera Cinciglione, o uno de vosotros, bebedores borrachos y tabernarios? ¿Y ahora, hablando en humildad, quieres demostrar que es cosa ligera? No es como te parece: has merecido el fuego, si queremos cumplir con nuestro deber.
      Le hablaba con éstas y otras muchas palabras, con cara de pocos amigos, como si hubiera sido Epicuro negando la inmortalidad del alma. En resumen, lo asustó tanto que el buen hombre, a través de unos intermediarios, le ungió las manos con una buena cantidad de la grasa de San Juan Boca de Oro (de gran ayuda en las enfermedades de la pestilente avaricia de los clérigos, y en especial de los frailes menores que no osan tocar el dinero), para que se comportara misericordiosamente con él. Dicha unción, como muy virtuosa, aunque Galeno no hable de ella en ninguna parte de sus tratados, tanto y tan bien obró, que el fuego amenazado se trocó en un sambenito; y, como si hubiera de ir de cruzada a ultramar, para hacer una bella bandera, le puso una cruz amarilla sobre negro. Además de esto, ya recibidos los dineros, lo retuvo junto a sí unos días, imponiéndole la penitencia de oír por las mañanas una misa en la Santa Cruz y presentarse ante él a la hora de comer, pudiendo hacer lo que más le gustase el resto del día.
      Mientras hacía diligentemente estas cosas, ocurrió que una mañana oyó en la misa un evangelio en el que se cantaban estas palabras: "Recibiréis el ciento por uno y heredaréis la vida eterna"; las retuvo firmemente en la memoria y al ir, según la obligación impuesta, a ver al inquisidor a la hora de comer, lo encontró almorzando. El inquisidor le preguntó si había oído misa aquella mañana, a lo cual respondió prontamente:
- Sí, señor.
A lo que el inquisidor dijo:
- ¿Oíste, en ella, algo de lo que dudes o quieras preguntar?
- En verdad -respondió el buen hombre-, de nada de lo que he oído dudo; al contrario, lo creo firmemente. Pero he oído una cosa que me ha hecho y hace tener de vos y de los otros frailes grandísima compasión, pensando en el mal estado en que habréis de hallaros en la otra vida.
Dijo entonces el inquisidor:
- ¿Y cuál fue esa frase que te ha movido a compasión?
El buen hombre respondió:
- Señor, fue esa frase del evangelio que dice: "Recibiréis el ciento por uno."
Dijo el inquisidor:
- Es muy cierto; pero ¿por qué te ha conmovido esa frase?
grandísimos calderos de sopa, que os sobra a vos y a los frailes de este convento, por lo cual, si os devuelven allá el ciento por uno, tendréis tanta que os ahogaréis todos dentro.
      Como todos los que estaban sentados en la mesa del inquisidor se echaron a reír, éste, viendo que se traslucía la hipocresía de sus sopicaldos, se turbó todo; y, si no fuera porque se le censuraba lo que había dicho, le habrían echado encima otro proceso por ridiculizar con aquella salida a él y a los otros holgazanes; y con la ira le ordenó que hiciera lo que más le gustara, sin volver a presentarse a él.
Giovanni Boccaccio, El Decamerón, Primera jornada, novela sexta.



Hipócritas, abstencionistas, soberanistas...
¿Cuántos de los diputados y diputadas del Parlamento de Cataluña que votaron favorablemente la prohibición de la tauromaquia el pasado 28 de julio, son vegetarianos veganos? Es decir, ¿cuántos se abstienen de consumir cualquier alimento de origen animal?
¿Cuántos continuarán comiendo marisco ─langostas y bogavantes─ cocidos vivos, con la más horrible muerte imaginable?¿Cuántos comerán ostras vivas? ¿Cuántos comsumirán productos derivados del cerdo, sometido a una muerte lenta y cruel para aprovechar su sangre? ¿Cuántos continuarán comiendo cordero, cabrito, ternero, animales sacrificados siendo crías, absolutamente indefensas, cuando su carne es más tierna? ¿Cuántos comerán sardinas ─y otros peces─ que se ahogan lentamente, fuera del agua, o que mueren despacio con el paladar y una parte de la cabeza perforados…? ¿Cuántos no recordarán las ofertas tan entrañables de pescaderos y pescaderas que, para captar el interés del público, gritan en el mercado: “Mira, reina, que todavía están vivos…"?Porque tan solo los vegetarianos veganos pueden hacer una elección éticamente coherente, es decir, que implique un acuerdo fundamental entre la razón moral ─una determinada opción sobre el bien y el mal─ y el sujeto que toma la decisión. Si no lo son hay una incoherencia, es decir, no concuerda lo que se hace ─prohibir los toros─ con lo que se es ─consumidor de productos de origen animal, en muchos casos fruto de procesos de exterminios lentos y crueles… Eso sí, anónimos…─
La muerte anónima, tecnificada, industrial, sistemática y oculta de los otros animales, los más indefensos, por cierto, no les preocupa. Porque no es visible.
Parece profundamente hipócrita prohibir el único ejemplo ─de la siempre cruel y violenta relación del ser humano con los otros animales─ en que el animal no humano puede defenderse, para morir casi siempre, está claro, pero que también puede matar. El único caso en que el matador de los otros animales puede resultar muerto. El trato de los humanos con los otros animales es violento, como lo es la misma clave de la estructura de la vida en su conjunto. Convertir en un ritual dramático, en el cual se desarrolla un juego escénico no exento de claves de interpretación estética, esta relación, siempre desigual, entre la fuerza de la naturaleza y la técnica del ser humano, es uno de los escasos ejemplos en que la brutalidad del vínculo que nos relaciona a todos los no vegetarianos estrictos con el sufrimiento y la muerte de los animales podía tener una mínima dignificación...
 La tauromaquia consiste en posibilitar que este vínculo, evidentemente siempre con condiciones de desigualdad, se ejerza dentro de un sentido cosmológico de integración del ser humano con el resto de la naturaleza, hasta el punto de posibilitarse la poetización de la propia muerte. La tauromaquia, como la gran mayoría de sus escasos partidarios, nunca enaltece el sufrimiento sino la muerte rápida y la escenificación del riesgo que implica la posible defensa del animal. Este es el único caso en el cual un animal que se defienda hasta el final, que no se deje “engañar” por el torero, es indultado y es destinado a hacer de semental el resto de su vida.
Hipócritas si, además, no consideran tortura o trato degradante la castración de tantos animales domésticos, gatitos y perritos, que son convertidos en un simple objeto decorativo por parte de sus propietarios, extirpándoles los pocos elementos de autonomía que la biología les concedía frente al sometimiento al ser humano.
Hipócritas, porque no se quejan de lo que no se ve, lo que no es público, pero que también existe. En las casas, los mataderos, las lonjas de los puertos pesqueros, los mercados, en cualquier tienda o supermercado de alimentación.
Hipócritas, cuando permanecen confiados y contentos, alejando ─Ay! Ay!─ la presencia de lo que es evidente. Prefieren la muerte oculta. La muerte del matadero. La muerte sin defensa. Porque es más fácil no hacer nada más que esconder la cabeza bajo el ala. Alejar todo lo que no es fácilmente digerible por una concepción tecnocrática y fría (de tites fredes, es decir…) de la vida. Que, obviamente, implica la muerte.
Hipócritas que creen que de la muerte más vale no hablar, recluirla en las clínicas y tanatorios, no sea que Así no sabremos nunca cómo reaccionar. Y ya vendrán los brujos y los sacerdotes a resolverlo…
Y abstencionistas…
Hipócritas que, seguramente, han sido favorecidos por la abstención de buena parte de los que no ven claro que haya que prohibir lo que es voluntario, pero que tampoco acaban de ver claro que sirva de algo votar en las elecciones autonómicas. La abstención diferencial, en este caso, también tiene su resultado y sus clarísimas consecuencias: en el Parlamento de Cataluña predomina la transversal montserratina de la Ay! Ay!, de una culturilla de medio pelo, que no resiste la mirada franca ante los límites marcados por la propia vida, y que se quiere refugiar en lo que considera que es políticamente correcto: prohibimos eso tan feo, tan anticuado, tan poco “nuestro” (la falsedad del concepto “nuestro” ─aquí, obviamente, no hay ningún componente identitario ni territorial, según dicen… ¡no faltaría más!─ ampliamente impulsada por las deformaciones de los medios públicos de comunicación de Cataluña, por completo absorbidos por esta mirada pequeñita, autofagocitante, encerrada en el propio emmelicament…)
Y soberanistas… por tomar decisiones que nunca se atreven a llegar al fondo de lo que es realmente propio de la soberanía: el retorno del poder a la política, por ejemplo, con el sometimiento de las estructuras financieras al control democrático, con el diseño de alguna alternativa, posible y creativa, a esta sociedad de mercado, completamente imbuida de valores que no tienen más capacidad de mirada crítica que los límites que marca el mostrador de La Puntual…
Soberanistas, por ejemplo, para hacer una Ley de Educación de Cataluña bastante peor que la española, más favorecedora de los privilegios de la escuela privada confesional ─otra vez la larga mano de la transversal montserratina, más allá de siglas y de partidos (en este caso, eso sí, con la excepción de Iniciativa…)─, para continuar desmontando la escuela pública…
No se entiende que se quiera más soberanía para no hacer más libres y más emancipados a los ciudadanos… ¿Quizá por decir que no hacer más cosas a favor de los animales? Si es necesario ampliar la soberanía para ir haciendo cosas de estas, con algunos que no cuenten. Porque, quizás, algunos soberanistas, llevados por su anhelo claro complejo de inferioridad de alejarse de España, quieren parecerse cada vez más, por ejemplo, a los Estados Unidos, e imponen una concepción de la vida y de la sociedad cada vez más fundamentada en el papanatismo de la estulticia mediocre de la postmodernidad. Que no cuenten conmigo. Para hacer eso, no.
Soberanistas e hipócritas que se aprovechan de los abstencionistas ─legítimamente─ para no hacer nada mejor de lo que ya había. ¡Y se quedan tan panchos! Algunos, también, llevados por el mensaje de que eso no es cosa de identidades, quizá pensaban que sí que era cosa de izquierdas y de derechas, que podría vincularse con algún pensamiento político de progreso… Pues no mucho, por lo visto, y por lo que puede deducirse de las adscripciones de los que han hecho inclinar la balanza del resultado. Tampoco cabe decir que sea significativo ─que no lo es, y eso no afecta en absoluto a los diputados de Cataluña─ que una de las primeras voces en sumarse al conjunto de los iluminados devotos de esta resolución prohibicionista sea, por ejemplo, una feminista animalista como Brigitte Bardot, esclarecida defensora de los hipotéticos derechos de los animales, pero poco partidaria de los derechos humanos, pues es colaboradora y sostenedora del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen (o de su hija, tanto vale…) También Hitler acariciaba perritos mientras pensaba en cómo exterminar la mayoría del género humano.
Hipócritas, abstencionistas y soberanistas, que prohíben algo que nadie impone de forma obligada. Prohíben el único caso en que la muerte de un animal ─cuyos restos son íntegramente aprovechados desde el punto de vista alimentario─ no se somete al imperativo tecnocrático de la ocultación, la indignidad y la renuncia.
Cuando se aprobó tomar en consideración la Iniciativa Legislativa Popular promotora de la prohibición de la tauromaquia, algún eximio representante de la plataforma impulsora, con lágrimas en los ojos (supongo que debe ser un vegetariano vegano), dijo que, por primera vez, los animales habían entrado en el Parlamento… En este caso, no tenía razón. Ya estaban allí. Lo que ocurre es que estaban bajo la forma de diputados.
Vicenç Molina (Universidad de Barcelona)
(Publicado en ESPAI DE LLIBERTAT revista trimestral editada por la FUNDACIÓ FERRER I GUÀRDIA de Barcelona, nº 60, diciembre de 2010. Traducción del original en catalán)