Albert Camus y el exilio español de 1939 en Francia (Madrid. Verbum, 2023)

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En este contexto, reflexionar con Camus y seguir presentando el libro de Ángel es para mí un bálsamo reconstituyente y una incitación constante a la rebeldía que Camus propone, a esa “filosofía rebelde y vitalista –en palabras de Ángel- que se distingue por la defensa de la libertad, la libertad del ser humano, la fraternidad universal, el amor complejo a una vida sin promesas mitificadas, así como la propuesta de una sociedad con un mejor reparto de la riqueza y un federalismo a nivel internacional” (págs..25, 26).
Feria del libro de Madrid


Quiero, por ello, agradecerle también al autor que me invitara en su día a compartir esta mesa con él y con mi compinche José María Azuaga, con quien comparto alma y mirada y un cierto parecido, que tal vez por este compartir, de forma misteriosa se va acentuando con el tiempo, como nuestra amistad.
El caso es que esta presentación a dos voces me obligaba a componer algo que no desmereciera del todo del mucho saber no de uno, sino de dos escribidores: filósofo, este; historiador, el de más allá. Y esto, sintiéndome un intruso, yo, que no tengo otro atributo que el de mi amistad con ellos. Que no es poco: un verdadero tesoro, tal como decían los clásicos -ubi amici,  ibi opes-.
Tiene Camus un relato luminoso en el que plasma la fuerza que le regala la belleza recuperada de un lugar en el que de joven experimentó muchas veces la plenitud de vivir: Retorno a Tipasa (El verano, 1953). Uno, a medida que envejece, va componiendo su paisaje de recuerdos. Muy hermosos y presentes  tengo yo los de Salobreña. A esta mi Tipasa particular me retiré para meditar sobre esta presentación, sabiendo que no debía entrar en aspectos históricos.
Presentación en Motril

Por muy gemelas que sean alma y mirada, José María es historiador y yo estaba advertido por las palabras de Vázquez Montalbán a raíz de ciertas críticas recibidas por su Autobiografía del general Franco: “los historiadores suelen ser una secta bastante puñetera, con un sentido del territorio que ríete tú del de los perros. Mean en las cuatro esquinas de su especialidad y ya no hay quien se meta dentro.” (¡Qué malo soy! Está en mi naturaleza. José María, todo generosidad con sus investigaciones, no se lo merece)
        ¿Qué hacer entonces? Hincarle el diente al autor y a su obra, ¡claro!
       Decía antes que no tengo otro atributo para estar aquí que el de la amistad. De Ángel voy a hablarles, en consecuencia, desde esa amistad, alimentada a lo largo de más de 30 años.
     Comenzó la cosa un hermoso día de un lejano diciembre en la terraza de mi casa de entonces en Salobreña –de fondo, a los pies, un mar de cañas ondulante-; comenzó, digo, con un arroz seco, alegrado con alcachofas de la Vega, pimiento rojo y judías garrofón. Conversación y risas acudieron pronto a la mesa. No sabía yo entonces que esas hortalizas, acariciadas por el cálido sol del mediodía y vigorizadas por el rigor de las noches frías de invierno, podían albergar en su materia la sustancia íntima y amable del pensamiento de mediodía.
Esa amistad fue creciendo al aire libre del Sur, por los senderos del Alcornocal de Lújar, la Fuente del Moral, la Guindalera, el arroyo de los Molinos de Montefrío, las cumbres de Sierra Nevada, Cáñar, la viña Concepción de Andújar… También creció en las sesiones del cine club Mediterráneo de Motril y en las barras de algunos bares.
Y se enriqueció esta amistad con reflexiones compartidas sobre nuestro trabajo de docentes y con propósitos y prácticas que, con el impulso de los mejores compañeros que yo he tenido en mis años de maestro en nuestro IES José Martín Recuerda de Motril, procuraron un espacio de participación activa y equilibrada de los diferentes sectores de la comunidad educativa, un espacio dinámico, abierto a cuestiones sociales y medioambientales y generador de inquietudes artísticas y culturales.
Buscando nuevos aires, Ángel se marchó a Granada en 2005, llevándose un inventario sin cerrar. Y allí, en el IES Alhambra, siguió con su esfuerzo liberador de nuevo Prometeo. Entre otras acciones de su día a día, con un programa de diálogo intergeneracional (“El ayer en la actualidad. Trabajando por la democracia”), promovido por Intercultural Life, con participación de jóvenes de cuatro países con heridas de dictaduras recientes (Brasil, Alemania, Argentina y España). O con un proyecto que revolucionó, durante su último año en este centro, tiempos y espacios escolares acartonados para  que florecieran la creatividad y la participación libre y espontánea de quienes quisieran proponer y poner en marcha actividades variadas, de debates, literatura, música, ajedrez…, proyecto que la maquinaria pesada y rutinaria de la Inspección Educativa acabó por detener.
Para mi bien, en Granada nos volvimos a encontrar Ángel y quien esto escribe cuando yo languidecía, a dos años de mi jubilación en 2020, en el claustro de otra fábrica menos luminosa que la antaño compartida. Con luz renovada continuamos el quehacer del viejo topo y el inventario seguía abierto.
Ángel es un profesor riguroso, estimulante para sus alumnos y apreciado y querido por ellos, y comprometido con su magisterio y con la escuela pública como militante de CGT. Incluso cuando en estos tiempos de privatización del sistema educativo, de Bachilleratos Internacionales, de situaciones de aprendizaje, de competencias y descriptores, de legiones de alumnos y de tormentas de informes… cuando en estos tiempos, digo, la tarea docente a veces pesa como la roca de Sísifo, me lo imagino volviendo a casa pensando en cómo hacer más fecunda su práctica en clase al día siguiente, como Sísifo en su momento de rebeldía, cuando, aliviado de la carga de su roca, vuelve al punto de partida.
Volvamos nosotros a Motril: Pronto abordamos también en nuestras conversaciones la cuestión del laicismo.
Yo, instalado en un anticlericalismo visceral de tintes decimonónicos -era esta mi respuesta natural a las vivencias de una infancia de escuela franquista- me había soñado muchas veces alumno del Centro de Instrucción Sallentino (1882), conocido como la "escuela de los sin Dios", cuyo "Buenos días" era un "No hay Dios" al que el maestro contestaba con un "Nunca lo ha habido". Sigo ahí todavía, pero enriquecido, además, gracias a Ángel, por un laicismo que él valoraba como garantía de neutralidad de creencias y de libertad de conciencia en la escuela y en el espacio público y que colocaba las creencias religiosas en el ámbito privado.
En octubre de 1999, promueve Ángel la fundación de la Asociación Pi y Margall por la Educación Pública y Laica, que en julio de 2001 organizará, en colaboración con la asociación Europa Laica, el primer Encuentro Nacional por la Laicidad en España (Motril), del que saldrá el Manifiesto de Motril. Seguirán iniciativas para retirar los símbolos religiosos de los centros educativos, la asistencia al II Encuentro Nacional por la Laicidad en España (Fundación Ferrer y Guardia. Barcelona) el cartel "La LOCE impone la religión en las aulas" del pintor, amigo y compañero Germán Bandera, cartel que levantó no pocas ampollas, acciones por la laicidad en Motril y Granada en colaboración con la CGT...
Es un tipo honesto, trabajador, luchador y para mí, entrañable. Con arrebatos de ira a veces, como los de el Fernán Gómez de "No me admire usted. Deje de admirarme"; pero arrebatos que dejan paso pronto a la sonrisa, por su inclinación a gozar de la vida y a disfrutar de su belleza, porque a fin de cuentas "amanece, que no es poco".
En cuanto a su faceta como escritor, además de artículos sobre multitud de cuestiones y de una novela: Amor Fati, su actividad se centra principalmente en el estudio de la figura de Albert  Camus y de su obra:
Son tres libros: La filosofía trágica de Albert Camus. El tránsito del absurdo a la rebelión. 2001, Los sentidos del absurdo. Destino y tragedia en Albert Camus (tesis doctoral). 2010  y el que ahora nos ocupa; varios artículos, desde El pensamiento trágico de Albert Camus.1999 hasta La rebeldía humanista y la educación socrática en Albert Camus. 2022; y una ponencia en el Congreso del Centenario de Albert Camus en la Universidad Autónoma del Estado de México Albert Camus: tiempo y silencio. 2013.
          De toda su producción tienen información en su blog www.filosofíaylaicismo.blogspot.com

La obra que hoy nos reúne aquí estudia la relación entre Albert Camus y el exilio español de 1939 y su actitud de compromiso con la República española.
Me van a permitir que recurra a una cita literaria para abordar este asunto. En la Eneida de Virgilio (I, 630), cuando Eneas, prófugo de su tierra arrasada en compañía de unos pocos de los suyos, es acogido por la reina Dido en su Cartago en construcción, ella le dice estas palabras “non ignara mali miseris succurrere disco” "Porque he sufrido, he aprendido a socorrer al que sufre". Palabras que deberían escuchar los sucesivos gobiernos de este país en relación con sus políticas migratorias, teniendo en cuenta nuestra propia historia. También los distintos gobiernos de esta Unión Europea que naufraga. Tal vez habría que estudiar más a Virgilio en los institutos. 
A lo que íbamos: entre Dido y Eneas se produce una identificación, un reconocimiento en el dolor. Pero esa compasión, ese sentir juntos, en el valor etimológico de la palabra, va más allá de compartir el dolor. Es compartir también la esperanza, el deseo de recuperar lo perdido, de rescatar lo arrebatado. Aquellos, a los que el Ministro del Interior francés Albert Sarraut consideraba “elementos indeseables”, aquellos, de los que un padre decía a su hijo -en Campo de los Almendros, de Max Aub (p. 485)-: "estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos,  soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo dudes, lo mejor del mundo", esos mismos, digo, ya en los campos de concentración franceses, además de sobrevivir, empiezan a organizarse para seguir luchando contra Franco, para recuperar lo casi perdido, para mantener viva la República, que llevan consigo. Y el sueño de libertad, de justicia, de solidaridad que la República Española encarna es el mismo que sueña Albert Camus para toda la humanidad. De ahí el compromiso de Albert Camus  con los republicanos españoles exiliados en Francia.
Del libro no les voy a decir nada más. Van a tener que leerlo y, antes, escuchar al maestro José María y al propio autor, con luces y placer asegurados. Sólo afirmar que, además de un trabajo de investigación encomiable, es el homenaje sentido que se le debía a Camus por su apoyo a los exiliados españoles.
Voy a terminar mi presentación con dos pequeñas historias de exiliados que a Ángel Camus o a Albert Ramírez, como ustedes prefieran, sé que le llegarán o le llegarían al corazón. Y también a ustedes, espero.
Del paisaje de recuerdos que uno se va haciendo, algunos testimonios lo colocan en una especie de patria añorada y, a la vez, deseada, porque hablan de la solidaridad entre las gentes, que es donde únicamente puede cimentarse la verdadera libertad. En esa patria me siento yo, cuando camino por el pasado, desde el presente y hacia el futuro con otros jóvenes, en su mayoría de en torno a los 60 años, en homenaje a quienes tuvieron que sufrir la Desbandá -o la Huía, no tengo preferencias- de Málaga a Almería en febrero de 1937. 
La primera historia es la de Cristóbal Morales Hidalgo, el hijo mayor de Cristóbal y Catalina. Cuando su padre, jornalero que sabía leer y leía para otros como único delito, fue asesinado y desaparecido sin tumba, hacia marzo del 37, Cristóbal, ya en edad de ser reclutado, decidió que no iba a luchar en la guerra con el ejército golpista y pasó a la zona republicana. Tras él marchó su madre con su propia madre, sus cuatro hijas -la que con el tiempo sería mi suegra entre ellas, con 7 años- y con un hijo de apenas un año. Por la noche, al perrillo le sujetaban la boca para que no ladrara. Así marcharon, desde Casanueva hasta Guadix en una primera etapa de más de 50 km. y cruzando el frente, hasta que, acabada la guerra, resignada a perder, tal vez, a su otro Cristóbal, decidió regresar y se instalaron primero en Moclín y luego en Puerto Lope, al NO de la provincia de Granada. Entretanto, el tío Cristóbal luchó con la República, cayó herido en la batalla del Ebro, pudo cruzar la frontera y acabó en el campo de concentración de Saint-Cyprien.
En el verano de 1991, yo lo conocí en la casa familiar de Puerto Lope. Mientras me contaba cómo consiguió escapar del campo de concentración y fue acogido en el caserío de una familia francesa, con cuya hija acabó luego casándose, yo miraba fascinado la hendidura que una bala había dejado en su pierna, donde cabía todo el dolor de la derrota, pero también toda la fuerza de la rebeldía. De vez en cuando interrumpía el relato y me decía “Mon dieu la vache! ¿Otro vino, Miguel?”. A su lado, a su mujer se le humedecían de tanto en tanto los ojos.
La ayuda que el gobierno francés negó, muchos franceses la dieron generosamente.

El otro testimonio me lo facilitó hace un par de meses Lolica, la madre de mis amigas de Salobreña Carmen, Lola y Emilia, a las que había conocido en mis últimos años de universidad en Granada. Cuando yo me instalé en esta villa, en septiembre de 1988 -porque soy un cabezón, según una de ellas-, fueron para mí una suerte de familia de acogida y contribuyeron a hacer de Salobreña una de mis Tipasas. El último regalo que Lolica me ha hecho es una canción que ella le oía a una vecina del barrio de La Guardia, originaria de la localidad cercana de  La Mamola, que había pasado a Francia tras la Desbandá y que había vuelto  muchos años después, con sus hijos ya mayores. La letra de la breve canción habla de pesares, de ganas de vivir y de ánimos recibidos:
“Somos los rojos refugiados, que aquí, a Francia, llegamos, después de tanto andar. Hemos cruzado la frontera, a pie por carretera, con nuestro ajuar: mantas, macutos y otras hierbas y latas de conserva; algo de humor... Es lo que hemos podido salvar, después de luchar contra el invasor. En los campos de Villa Formé nos gritan los chavales “Allez, allez”.
-Villa Formé es, tal vez, Banyuls-sur-Mer, en la carretera a Colliure, a unos diez kilómetros de la frontera-
La ayuda que el gobierno francés y los gobiernos de las otras potencias occidentales negaron, hombres y mujeres sin fronteras la dieron solidariamente. Albert Camus, estuvo entre ellos.
Muchas gracias.

Miguel Ángel Rubio Mirón. Mayo de 2024

TEXTO DE MIGUEL JOSÉ MARÍA AZUAGA RICO
 
Buenas tardes y muchas gracias por asistir a este acto.
En mi intervención me voy a referir sobre todo al contexto histórico en que vive Camus, pero también tocaré brevemente otros aspectos.
Una de las características de este trabajo de Ángel Ramírez es que constituye una oportunidad para entrar en contacto con numerosos pensadores. Entre ellos, Sartre, el gran antagonista de Camus.
Presentación en el Ateneo Libertario-CGT. Granada
 Igualmente, Ángel aborda algunos de las polémicas en que se vio inmerso el autor, como la que protagonizó con los surrealistas, o la que tuvo lugar tras la publicación de El hombre rebelde, y también las relaciona con el exilio español, donde Camus expresa sus preferencias por las prácticas de los libertarios. La difusión del contenido de los debates constituye casi siempre una oportunidad para profundizar en el conocimiento de los protagonistas del mismo y de sus ideas, como ocurre con este libro.
Cuál es el planteamiento político de Camus que aflora en el trabajo de Ángel. 
           En este estudio podemos encontrar cuál fue la postura política de Camus, situada en el mundo libertario, su crítica al poder, al comunismo y su posición ante el marxismo.

          Ángel hace mucho hincapié en algo que es fundamental en Camus y de validez permanente: los límites éticos a la acción política. Cualquier medio no es lícito. Y recoge su afirmación de que es necesario “introducir códigos de moral en el ejercicio de la política”. Aquí recibía la crítica de Sartre, para quien Camus se negaba a abandonar el terreno seguro de la moralidad.
       Una prueba práctica de su coherencia ética puede verse cuando Camus da a conocer la carta de Simone Weil a Georges Bernanos sobre los excesos de la violencia revolucionaria anarquista en la guerra de España. “Otra muestra de la integridad moral que caracteriza a nuestro autor”, como señala Ángel acertadamente.
Valoración del papel de los comunistas: Camus era contrario al realismo político de los comunistas: que para llegar al poder haya que sacrificar algunos principios.
          Era contrario también al silencio de la izquierda sobre la URSS de Stalin, y exigió la liberación de los recluidos en Karagandá. Se trataba de un grupo de republicanos españoles, algunos de los cuales eran pilotos que se habían trasladado a la Unión Soviética para recibir entrenamiento de cara a la guerra de España. Finalizó esta y no se les dejó salir, siendo internados en ese campo de concentración. Se encontraba en la actual República de Kazajistán.
        Según la profesora Alicia Alted, hubo dirigentes del PCE en Francia que trataron de contrarrestar las acusaciones que se hacían por esta cuestión, alegando que los recluidos en Karagandá eran falangistas disfrazados de republicanos, descubiertos por la policía soviética. (Alted Vigil, Alicia -2005-. La voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939. Madrid, Aguilar/Santillana, pp. 151-152).
     Una publicación de 1948 del Movimiento Libertario Español en el exilio señalaba como causa de esa reclusión el que no trascendiera al exterior la terrible realidad que se vivía en la URSS. (¡Karagandá! La tragedia del antifascismo español. -1948-. Toulouse, MLE-CNT). 
        Había también marinos y contables del Banco de España, y no fueron liberados hasta después de la muerte de Stalin.

Creo que en todas estas polémicas convendría tener presente que ha habido distintos tipos de comunismo. Y, del mismo modo, habría que hablar de anarquismos, también en plural, así como de socialismos y socialdemocracias. Es decir, no siempre el comportamiento de los seguidores de esa o de esas ideologías ha sido como el señalado.

Mujer. Entre otras mujeres, en esta obra de Ángel aparecen algunas de las que conoció y con las que colaboró Albert Camus. Además de Simone Weil, las exiliadas españolas Mercedes Comaposada Guillén, Sara Berenguer Laosa y Gracia Ventura Fortea, pertenecientes a la organización Mujeres Libres en diferentes momentos de la trayectoria de la misma. Se encontraba vinculada al anarquismo español y editó la revista del mismo nombre.
         Aquí aparece también María Casares, actriz y compañera suya. Protagonizó varias obras escritas por Camus y por Sartre. Española, hija de Santiago Casares Quiroga, colaboró con la Resistencia. A su lado, y terminada la Guerra Mundial luchará a favor de los exiliados republicanos en muchos actos organizados en la capital francesa. Igualmente aparece la filósofa María Zambrano.
Su primera relación con el anarquismo es también a través de otra mujer, Rirette Maîtrejean, coeditora del periódico L’Anarchie. Ella lo sensibiliza al respecto. También se relacionará Camus con la anarquista Nancy McDonald, de la SRA (Spanish Refugee Aid, creada en 1953 en Nueva York para dar apoyo a los refugiados no comunistas). En este trabajo aparece, asimismo, Simone de Beauvoir, también antagonista suya.
        Amor fati. Uno de los aspectos que resalta Ángel en la obra de Camus y que a mí más me agrada, es el del amor fati.
Aparece en Noces, escrito en 1936-38. Son ensayos breves. Como escribe Ángel, y cito literalmente su hermoso resumen: en estos escritos, “el verano, la noche, el viento y el desierto adquieren el rango de formidables símbolos existenciales bajo su escritura poderosa y transparente, capaz de describir con igual precisión y belleza las sensaciones experimentadas por el cuerpo ante un paisaje como el efecto lenitivo de las mismas en las emociones vividas. A través de ellos exalta la belleza del mundo y el hedonismo, pero sin dar la espalda a los demonios del dolor y la muerte, pues al tiempo vivido le corresponde siempre una ración de oscuridad y de ceniza. Noces es un canto al amor fati, un enlace del ser humano y el mundo, una declaración de amor del esposo a su vida terrena contra la que no se peca por desesperar de ella, sino por esperar otra distinta". 

Camus tiene, por tanto, mucho que decirnos, en este caso también sobre el consuelo que, ante tantas injusticias, se puede encontrar en la belleza del mundo, el amor fati, que tan bien describe Ángel. Es la plenitud de la existencia.
      Enfoque histórico de este trabajo. Ángel se refiere a la actuación de Camus, a su creación literaria y a su compromiso político, contextualizándolo en la época en que vive. La España de la República, llena de esperanzas, pero donde también los trabajadores sufren la represión, como ocurre en Casas Viejas o en la revolución de octubre de 1934. La España de la guerra, durante la que tiene lugar una revolución anarquista.
Mientras aquí se vive el tiempo de la Segunda República, Francia, el país de Camus, está en la Tercera, y el recorrido de ambas tiene algunas similitudes: el intento de construir una sociedad democrática, laica, con un fuerte contenido social, de liberación de mujeres y hombres, de afanes igualitarios; en ambos países vence el Frente Popular en 1936.
      Pero la España republicana que sufre y que resiste no recibe el apoyo esperado de las autoridades de la Francia vecina tras el golpe de Estado de 1936. Un plan de no intervención de los países europeos en la guerra española, es cumplido por Francia y el Reino Unido, pero no por Alemania e Italia, lo que supone una ventaja enorme para los golpistas de Franco. Camus es de las personas que se rebelan ante esta realidad.
Finalizada la guerra, Camus se dispone a emplear todos sus medios para denunciar la ilegalidad del franquismo y para dar a conocer el drama de sus víctimas. Vivía entonces en Orán, en la Argelia dominada por Francia. En marzo de 1940 pasaba a París. En enero 1941, volvía a Orán, y en agosto de 1942, de nuevo a Francia, donde se integró en la Resistencia.
        Francia será ocupada por los nazis en 1940, quedando una parte en manos de un gobierno colaboracionista, el de Pétain. En 1944 recuperará la libertad, dando paso en 1946 a la 4ª República, que se mantuvo hasta 1958.
En la lucha por la liberación de Francia hubo una importante participación de los antifranquistas exiliados. Muestra de ello, aunque no la única, fue la 9ª Brigada, que en agosto de 1944 intervino en la liberación de París.
         Todo ello generaría euforia en muchos, también en Camus. Esperaban que la caída del Eje nazi-fascista supusiera la del régimen franquista, pero, como escribe Ángel, “ese entusiasmo se trocará pronto en decepción cuando vea que De Gaulle tiene prisa en establecer relaciones diplomáticas y económicas con la España de Franco, y expresa ese desengaño en numerosos editoriales desde el otoño de 1944 en Combat”.
En octubre de 1944, denunciará el mal trato del Gobierno francés a los republicanos españoles que, pese a que han sido unos grandes luchadores en la Resistencia, proyecta recluirlos en campos de concentración.
Paralelamente, se producirá una progresiva aceptación de la España franquista por los países que habían combatido al fascismo. Camus lo denuncia constantemente.
Para Francia era esencial el mantenimiento de sus inversiones, que en 1946 constituían el 50% del total de las que los países extranjeros tenían en España: aquí, sus intereses representaban unos veinte mil millones de francos, repartidos entre la industria del automóvil (Delahaye, Renault, Michelin); extracción de fosfatos, de potasas, de cinc (Asturienne des Mines), piritas (Huelva), hierro (Peñarroya); industrias (Air Liquide de Saint Gobain); compañías de seguro; barcos y pagarés sobre ferrocarriles españoles. Cuando se planteó la toma de medidas por el Gobierno galo contra el régimen de Franco se alzaron voces advirtiendo de los riesgos que representaban esas posibles decisiones para tales intereses. (Martínez Cobo, Pablo y Martínez Cobo, José -1992-. Intrahistoria del PSOE. Vol. II, 1946-1954. ¿República? ¿Monarquía? En busca del consenso. Barcelona, Plaza y Janés, p. 296).
       Camus participó igualmente en campañas contra la aplicación de la pena de muerte a antifranquistas, como ocurrió con el caso de Enrique Marco Nadal, secretario del comité nacional de la CNT, que fue conmutada.
           También denunció que el anarquista español José Peirats fue víctima de malos tratos por la policía francesa, y llevó a cabo actuaciones para evitar ejecuciones de antifranquistas, como ocurrió en 1952 con la de los miembros de la guerrilla urbana cenetista de Barcelona. No pudieron evitar que cinco activistas fuesen fusilados.
      Asimismo, denunció la complicidad de la jerarquía católica con Franco, y dio apoyo económico al antifranquismo.
Fue crítico con la admisión de la España franquista en organismo internacionales, como la UNESCO o la ONU. También rechazó que países como la URSS votaran en favor de esa entrada.
         El abandono de los antifranquistas españoles constituyó uno de los capítulos más dolorosos que vivió Camus.
Cabe señalar que la policía franquista española y la francesa colaboraban a escondidas. El historiador Jordi Guixé ha podido documentar el encuentro entre una representación de ambos países, en el que estaba presente Pedro Polo Borreguero, conocido torturador. El informe sobre el mismo, remitido al ministro francés de Asuntos Exteriores Maurice Schumann, hablaba de una reunión cordial y de interés por colaborar entre ambas policías. (Guixé y Coromines, Jordi. L'Europa de Franco. L'esquerra antifranquista I la "caça de bruixes" a l'inici de la guerra freda. França 1943-1951. Barcelona, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, p. 7).
Ángel, investigador. El trabajo de Ángel es riguroso, muy pegado a las fuentes, a las que consulta continuamente, sin falsearlas, como desgraciadamente ocurre en algunas investigaciones. Es un trabajo analítico, honesto, redactado además con una bella prosa.
Quiero darle las gracias por su trabajo, por este regalo que nos ha hecho.
Ángel, compañero de trabajo en la enseñanza. Mientras fui docente, Ángel fue uno de mis referentes. Sé que es querido por sus alumnos. Más de una vez he visto en ellos y en ellas el reconocimiento a Ángel, el recuerdo cariñoso que merece este buen maestro.
Con Ángel también coincido como miembro de CGT. Su apuesta por esta organización sindical tiene mucho que ver con su compromiso con la libertad, con la democracia de base como método de actuación para conseguir mejoras para la clase trabajadora y con el horizonte de la sociedad igualitaria.

Para mí ha sido una gran satisfacción haber tenido la ocasión de leer este trabajo, de enorme calidad, de un amigo muy querido. También lo es la oportunidad que me ha brindado de poder hablar del mismo con ustedes. De un amigo que, como procuraba Camus, lleva a cabo un comportamiento ético. Muchas gracias.
 
 
          José María Azuaga Rico. Mayo de 2024

TEXTO DE MANUEL TORIBIO GARCÍA
Buenas noches.
Bienvenidos a este acto de presentación del  libro” Albert Camus y el exilio español de 1939 en Francia (Acción política y relación epistolar),” de Ángel Ramírez Medina, publicado por la editorial Verbum de Madrid, y muchas  gracias a la Biblioteca Municipal por abrirnos sus puertas.
Presentación en la Biblioteca Central de Córdoba
 Entre la absurda condición del vivir y la innata rebeldía del ser humano ante la tiranía y la injusticia, la obra de Camus se levanta como una firme columna en la que apoyarnos, pues somos muchos los que no tenemos asideros firmes y necesitamos puntos de anclaje.
        Si su presencia junto a nosotros fue corta, 46 años de incesante trabajo, que quedaron  truncados de  la forma más absurda que un hombre puede tener para morir -son sus palabras-, en un accidente de tráfico, sin embargo, su obra es extensa: novelas, ensayos, teatro y muchos artículos de periódicos así como los textos de sus numerosas intervenciones públicas, sin olvidar sus cartas, sus bellas cartas.
Más que un filósofo, mucho más que un simple escritor, no un profesor pues no pudo serlo a pesar de sus intentos, Camus fue un artesano de las palabras, una persona sensible al dolor, que hundía sus raíces entre los más pobres , los de su familia e infancia, los de su patria argelina, árabes y franceses, y los de su segunda patria, España, desangrada en una cruenta guerra y en una feroz dictadura.
Y precisamente a la relación entre Camus y el exilio republicano español de 1939 en Francia, ha dedicado Ángel este libro. Él es profesor de filosofía en un instituto granadino, autor de una tesis doctoral sobre el pensamiento de Camus y de varios libros y artículos como “La filosofía trágica de Albert Camus: el tránsito del absurdo a la rebelión”, “Los sentidos del absurdo. Destino y tragedia de Albert Camus” “Bibliografía sobre Albert Camus” o “Antiteodicea y ateísmo en Camus”.
El primer mérito del libro que hoy presentamos es que, al estudiar su relación con España, lo hace dentro del lugar que va ocupando en cada momento en la evolución de su pensamiento y en el desarrollo de una obra que vio en vida el reconocimiento con el Premio Nobel de literatura de 1957, lo que compensaría muchos momentos de desazón, de incomprensión, de crítica, de soledad. Baste recordar la polémica que mantuvo con el que había sido su amigo, Jean-Paul Sartre.
Polémica que ahora resurge de la mano del profesor norteamericano Olivier Gloag, autor de “Olvidar a Camus”, que lo acusa de postulados colonialistas y de defender el punto de vista de los pieds noirs en Argelia. Nada más lejos de la realidad. Parece como si a determinados sectores les molestara la popularidad de Camus. No, no queremos olvidar a Camus por mucho que se empeñen.
Ángel nos lo cuenta muy bien y además con una prosa muy ágil, en este estudio tan documentado, que surge de muchas horas de trabajo, de lecturas y pesquisas en bibliotecas y archivos (como, por ejemplo, el Centro de Documentación Albert Camus, en Aix-en-Provence), de reflexión serena sobre lo leído, de escritura pausada y clara, didáctica como es su oficio.
        Son muchas las cartas estudiadas, pues el fondo epistolar que se conserva es muy rico y además Camus no solo las recibía y guardaba, sino que las contestaba .No nos extraña que en estos últimos años se haya publicado la correspondencia con el poeta René Char o la que mantuvo con su amante, la también exiliada española y actriz María Casares, hija del que fue presidente del Gobierno en 1936, Santiago Casares Quiroga.
        Al frente del legado de su obra está su hija Catherine, quien en 1994 publicó por fin “El primer hombre”, a partir de folios desordenados e inconexos pero plenos de arte narrativo y hondura moral, que su padre llevaba consigo cuando tuvo el accidente. Un libro cuyo protagonista, Jacques Cormery, es un trasunto del propio Camus y en el que nos dejó el testimonio autobiográfico de su infancia y juventud dentro de una familia de origen menorquín, de muy pocos medios, formada por la abuela, un tío sordo, su madre (a la que dedicó el libro a pesar de que sabía que no podía leerlo, pues era una persona con muchas limitaciones), un hermano y él mismo.
Huérfano, pues su padre ha muerto en la Primera Guerra Mundial, vivía de forma muy humilde en Belcourt, un barrio de Argel donde se mezclaban los franceses más pobres con los árabes. Camus, es una historia sabida, pudo estudiar gracias a becas y a la ayuda de sus maestros. Muy pronto se confirmaron sus dotes literarias. Nunca olvidaría sus orígenes ni renunciaría a ellos.
En 1935 fue su único viaje a España, a las Baleares, pero incompleto, pues no pudo ir a Menorca, y en 1936 una primera obra de teatro “La revuelta de Asturias”, escrita colectivamente con  un grupo de colaboradores y en la que nos ofrecía una versión de los sucesos que tuvieron lugar en Asturias en 1934: los mineros, anarquistas en su mayoría, se levantan contra un Gobierno que había tomado una deriva muy derechista.
         Militante efímero del Partido Comunista, estaba mucho más cerca de los movimientos libertarios como queda patente en el libro de Ángel, donde se analizan sus relaciones con anarquistas españoles, intelectuales, obreros y campesinos, sindicalistas, trabajadores de una España que iba a ser derrotada por Franco con la ayuda de Hitler y Mussolini.
        Camus siguió muy intensamente el desarrollo de la contienda, siempre la consideró el inicio de la Segunda Guerra Mundial y no dejó pasar la ocasión de denunciar la inacción de las democracias ante el  apoyo nazifascista a Franco, el maltrato a los exiliados, el silencio ante la muerte de miles personas, no solo compañeros de oficio como Lorca o Machado, sino los hombres y mujeres anónimos, los ancianos, los niños. Muy pronto, la guerra mundial y la derrota de Francia. Estuvo en la Resistencia, activo, sobre todo con la máquina de escribir, la pluma y las palabras.
Se  fueron sucediendo los libros, algunos con títulos muy conocidos, como “El extranjero”, “Calígula”, ”La peste”, y también su labor de periodista en “Combat”.
         España en el horizonte de su vida, Francia como un vértigo, Argelia como una amenaza. Ya denunció en “Crónicas Argelinas" la desigualdad y el trato injusto a los árabes. Después, en el difícil proceso de descolonización, optó por una vía incomprendida de convivencia entre las dos comunidades. Llegó a implicarse y pidió una tregua cuando el conflicto derivó en una guerra abierta.
Pero hoy, el libro que aquí nos reúne nos lleva a nuestra historia .Fueron numerosos sus artículos, conferencias, intervenciones diversas, algunas con repercusión internacional, como cuando denunció la entrada de la España de Franco en la UNESCO y en la ONU. Se rebeló contra esta situación y mostró su apoyo a los exiliados españoles en Francia, hasta tal punto que el gobierno de la República Española en el exilio lo reconoció con la Orden de la Liberación, junto con el Nobel, las dos únicas distinciones que aceptó.
Muchos de estos textos dispersos fueron traducidos y recopilados aquí en España por Ediciones Júcar en 1978, al principio de la Transición y publicados con el título de ”¡España libre!”. Faltaban las cartas y además ya ha transcurrido tiempo. Había que volver a la relación entre la  España  republicana y Camus como Ángel lo ha hecho.
Considerándose a sí mismo como un exiliado, no nos extraña que sea un término repetido obsesivamente en la obra de Camus. Por ejemplo, cuando viajó a USA escribió que la lluvia de Nueva York era la lluvia del exilio. Lejos de Argelia, muy lejos de España, también de su infancia y juventud, de su familia, se sentía un poco extraño en París Incluso una de sus últimas obras la tituló “El exilio y el reino”.
Era necesario un libro como el de Ángel que recopilara toda la información y pusiera orden entre todo lo que escribió pensando en nosotros. Al leerlo, nos damos cuenta de que esta relación fue como un bálsamo para nuestros compatriotas transterrados, una cierta paz ante las duras condiciones que se les imponían. Ayudó de todas las formas posibles, no solo con sus escritos, también con su presencia en numerosos actos, sus intervenciones, sus donativos.
Francia no acogió con los brazos abiertos a los republicanos españoles, ahí está el triste recuerdo de los campos de concentración en el sur de Francia o en el norte de África, el miedo a ser entregados a los franquistas, la ansiedad, la desesperación, tal como documenta este libro.
Enamorado de España y de la libertad, esta causa la asumió como un empeño personal y un compromiso moral.
Cuando en 1948 escribió y representó “El estado de sitio”, eligió para su ubicación un Cádiz atemporal y mítico, y la epidemia de peste que azotó la ciudad la representa en la obra como un símbolo de la tiranía y la opresión. Hubo quien le criticó que eligiera España en vez de la URSS de Stalin, que también Camus denunció, por ejemplo, en el maltrato a algunos exiliados españoles recluidos en Karaganda en un gulag. En su respuesta lo dejó claro. Luchaba contra toda forma de opresión, denunciaba el stalinismo y sus prácticas, pero nunca quiso olvidarse de España. En un principio, la obra no tuvo el éxito esperado, pero hoy se sigue representando. Así, en el año 2012 en el Teatro Falla de Cádiz en versión de Juan García Larrondo. Yo mismo, en un estudio que hice sobre las epidemias de peste que azotaron Cádiz entre los siglo XVI al XVIII y de fiebre amarilla en el XIX, convertí mi investigación en un homenaje a Camus. Por cierto que uno de los últimos brotes de la plaga, la de 1732 tuvo su centro en Marsella, cuando los comerciantes consiguieron del Primer Magistrado el permiso para descargar telas a pesar de estar extendido el contagio. Camus le hubiera sacado punta a esta decisión de primar los intereses mercantiles por encima de la salud.
La obra de Camus goza de vitalidad. Su novela “La peste”, ambientada en Orán y publicada en 1947, fue un betseller en la reciente pandemia del Covid. Igual ocurrió cuando en 1994 apareció la ya citada “El primer hombre”. El escritor español Juan Goytisolo en su libro del mismo año “El vendaval argelino” manifestó su  grata sorpresa y lamentó haber tomado partido contra él cuando se conocieron a fines de los cincuenta en la editorial  Gallimard. Confesaba que le hubiera gustado preguntarle más por su relación con España.
        Ahora, el libro de Ángel Ramírez, al que le auguro un notable éxito, debe ser un revulsivo que nos recuerde a un gran hombre, sobre todo en estos tiempos de recuperación de la memoria y del olvido. También de recordar a los exiliados defensores de la causa de la República y de la Democracia. Para Camus significaba una demostración de genuino patriotismo, pues, para él, su auténtica patria eran su familia francesa, su Argelia natal y la España de sus antepasados y de sus compañeros en la defensa de unas ideas justas.
Hoy en Lourmarin, en un pueblecito donde con el dinero del Nobel se compró una sencilla casa, reposan sus restos en humilde fosa, en medio del  silencio y de los campos de lavanda.
Camus, comprendió e hizo suya la causa de los republicanos españoles y aunque no volvió a España, sí que viajó por Hispanoamérica y conoció también allí el rostro del exilio. No preguntó nunca la militancia sus interlocutores, aunque ya he dicho que se sintió uno más de los libertarios. Sin hablar bien castellano, con un enorme esfuerzo, tradujo y representó a nuestros clásicos: Lope de Vega, Cervantes, Calderón.
Este es el Camus argelino, francés y español, mediterráneo en toda su dimensión, que Ángel Ramírez nos presenta en su libro de 225 páginas, estructurado en doce capítulos más copiosa bibliografía. A lo largo del mismo se va haciendo un paralelismo entre sus circunstancias vitales, el desarrollo de la obra y su relación con España y los republicanos. El libro nos permite acercarnos a esta amplia dedicación de Camus a España, que tiene su origen en el hogar familiar, que luego creció con el viaje a Baleares del que hizo un relato en “Amor de vivir”, incluido en su libro “El revés y el derecho”, del cual elijo una cita con la quiero terminar mi intervención:
“La pobreza nunca me pareció una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas. Iluminó incluso mi rebeldía”
Muchas gracias. Ángel tiene la palabra
 
                        Manuel Toribio García. Mayo de 2024

Perfiles biográficos de los intervinientes

Miguel Ángel Rubio Mirón
Nacido en La Vila Joiosa (Alacant), ha sido profesor de lenguas clásicas en diversos institutos de Alicante y Andalucía. Firme defensor de la escuela pública y luchador incansable por la mejora de los derechos ciudadanos, la protección del medio ambiente y el patrimonio cultural.

José María Azuaga Rico
Nació en Torrox (Málaga). Doctor por la UNED, ha sido profesor y catedrático de Historia en diversos institutos andaluces. Es un reconocido especialista en la lucha guerrillera antifranquista, con numerosas publicaciones sobre esta temática e intervenciones en congresos y documentales en diversos medios de comunicación nacionales y andaluces. Colabora con colectivos memorialistas para la recuperación de los restos de las víctimas de la dictadura franquista.

Manuel Toribio García
Nació en Andújar (Jaén). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada, concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Andújar por el PSOE en 1983, ha sido rofesor de Historia en institutos de Jaén, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Córdoba. Ha publicado numerosos trabajos de investigación sobre el patrimonio artístico de las ciudades en las que ha vivido y sobre Historia Contemporánea, e investigado sobre el historiador cordobés Antonio Jaén Morente. En el año 2006, formó parte del grupo de trabajo de la Consejería de Educación para la celebración del Año Europeo de la Educación para una Ciudadanía Democrática.


4 comentarios:

  1. Enhorabuena por el libro, las presentaciones y los textos!

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  2. Preciosa presentación, hay que recordar "quien olvida el pasado, cometer los mismos errores en el futuro". Besos cuñado

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