domingo, 3 de julio de 2022

Aromaterapia en Viña Concepción

 "Esa nariz, de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición. Es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra".

(F. Nietzsche: "La razón en la filosofía", 3. El crepúsculo de los ídolos).

 

Flor de la jara negra













Para Nietzsche, que pensaba que su genio residía en su nariz (" Por qué soy un destino ", 1. Ecce Homo), el olfato es un sentido poco valorado, a pesar de ser el más filosófico de todos los sentidos. (Diderot, no obstante, opina en su "Carta sobre los sordomudos" que el olfato es el sentido más voluptuoso, y el tacto el más filosófico). 
Sin olfato, no gozamos de los aromas ni nos defendemos de la sustancias tóxicas, repugnantes o en descomposición. No olemos a nuestros enemigos, ni tampoco las feromonas del amor. Y no apreciamos en toda su fuerza los sabores, pues gusto y olfato se potencian entre sí.
Sierra Morena es conocida por el aroma de la jara negra o pringosa así como por el color oscuro que le brinda este arbusto balsámico, cuyos aceites esenciales son utilizados en perfumería; y sus hojas, de sabor amargo, como condimento de arroces. Es, sin duda, la reina entre las plantas aromáticas que engalanan esta sierra; y el particular olor de sus hojas, vibrante y luminoso como el sonido del piano, le confiere un carácter peculiar, inconfundible. Su flor es también notable con cinco grandes pétalos blancos adornados delicadamente con sendos estigmas violáceos en torno a una refulgente corona amarilla. La interpretación mística de esta elaborada inflorescencia es, como puede verse, fácil de hacer.

Dominando el paisaje, los pinos piñoneros, de poderosas copas y afiliadas hojas, que emanan su portentosa fragancia penetrante y sutil como las notas del violín. Mención aparte requiere su resina, que huele a siesta y a incienso. El pino es, tras la jara, el segundo concertino en la amanecida serrana.

Les acompañan el romero, el tomillo y el cantueso, de fragancias cálidas y aterciopeladas  como los vientos madera de la orquesta. Y otras hierbas y arbustos de sonoros nombres y aromas discretos, como la manzanilla, el enebro, el jaguarzo, la melisa toronjil, el orégano, el matagallo, la mejorana y el hinojo. En la ribera de La Parrilla, poblada de brillantes adelfas y pródigas zarzamoras, los refrescantes marrubios mentastros irradian desde la umbría cárcava sus mentoladas y sanadoras esencias de bajo continuo. Y, por fin, junto a la casa, la plateada salvia, de uso ritual en culturas indígenas; la animosa hierbabuena y el sencillo jazmín, de alegre porte y delicado y serenante perfume, como un lieder de Shubert, hacen el resto, cerrando la sobresaliente armonía de esencias serranas.

Estos aromas, que atemperan nuestros ánimos y purifican sangre y pulmones, juegan un papel importante en nuestra vida emocional.

Desde las terminaciones nerviosas olfativas, los odoríficos mensajes se dirigen al sistema límbico, sede inconsciente de las emociones. Activan así respuestas emotivas  y despiertan remotos recuerdos dormidos en el hipocampo. Nos alertan o nos atraen, nos hacen huir, abrazar o atacar. El olfato es un sentido esencial para la vida, más de lo que suponemos.

La sanación por los olores es práctica arcaica, desde la ancestral aromaterapia, tan antigua como la civilización, a la moderna aromacología o neurociencia del olfato, que nos muestra sus miríficos efectos en los biorritmos, y en la remisión del estrés y la ansiedad.

Sanadores y lenitivos que alegran nuestros días y nos acompañan en el descanso nocturno cuando la sierra respira con nosotros.

"Mens sana in corpore sano". La sentencia de Juvenal alcanza en este oloroso vergel todo su sentido con cada nuevo amanecer o caída de la tarde.

VIÑA CONCEPCIÓN (SIERRA DE ANDÚJAR

FILOSOFÍA Y LAICISMO

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