Instalación minimalista de Sandback Museo José Guerrero (Granada) |
Un estudio llevado a cabo por neurólogos de la Universidad de Humboldt, en Berlín, aparecido en la revista Science en noviembre de 2016, nos sorprendía al revelar que la risa ha dejado de ser un atributo exclusivo de los primates -Jane Goodal ya nos hizo perder la patente humana en favor de los chimpancés-. Las ratas también ríen.
En este contexto, estimo pertinente preguntar qué
hace reír a estas pingües compañeras de ciudad que llevan siglos observándonos
desde las alcantarillas y viviendo plácidamente a nuestra costa. Tal vez,
nuestra fatua vanidad combinada con la morrocotuda persistencia humana en los errores
de siempre sean la causa de su hilaridad.
Un
ejemplo de lo que digo es el debate surgido estos días a partir de las
declaraciones del vicepresidente del gobierno a cuenta de la escasa calidad de
nuestra democracia. Sus palabras son replicadas con ira al unísono por el ala
más conservadora del principal partido de la coalición de gobierno y por los
herederos de la rancia caverna Fernandina. Para partirse de la risa en el
seguro escondite de un imbornal desde el que, seguramente, nos animan a persistir
en nuestra estupidez.
Pero, ¿hay déficit democrático en la España de
hoy, cuarenta y cinco años después de muerto el general golpista que impuso su santa
voluntad durante buena parte del siglo veinte?
Hay hechos que lo confirman. Sin ánimo de exhaustividad,
aquí va una somera enumeración de algunas de estas contumaces evidencias del
siglo XXI:
-La defensa a ultranza de una anciana y achacosa
Constitución que recoge en sus artículos la inmunidad del rey o la prioridad
del varón frente a la mujer en la sucesión de la Corona. O que prohíbe celebrar
un referéndum para decidir sobre la secesión de una región del país, a
diferencia de lo que sucede en democracias avanzadas como Canadá o
Reino Unido.
-El reparto político de puestos en el Consejo General del Poder Judicial y en los tribunales superior y constitucional, que compromete la independencia judicial. Y esto combinado con el aforamiento masivo de cargos públicos que les garantiza ser juzgados en exclusiva por esas altas instancias judiciales, elegidas por sus propios partidos.
-El negar el derecho a votar el modelo de Estado que queremos, para poder escoger entre una monarquía (que como está formulada es heredada del franquismo) y una república federalista y laica. También nuestros vecinos tuvieron monarquías que pasaron a mejor vida.
-La existencia de partidos políticos con
responsabilidad de gobierno que se niegan a condenar la dictadura franquista.
-La vigencia de unos acuerdos preconstitucionales
con la Iglesia católica que, entre otros muchos privilegios, aseguran la presencia
de la enseñanza de la religión católica (y también la musulmana y la judía) en las escuelas
públicas; o convierten al Estado en recaudador, a través del IRPF, de fondos
para el sostenimiento de esa entidad privada que es la Iglesia católica, o la
eximen del pago de determinados impuestos, como el IBI.
-La entusiasta participación de autoridades
públicas en manifestaciones y ritos confesionales católicos.
-Las graves deficiencias en la
libertad de expresión que mantienen en la cárcel a un buen número de artistas
por supuestos delitos de injurias al rey u otras instituciones del Estado.
-Las decenas de miles de víctimas de
la dictadura que permanecen aún en fosas comunes aguardando una reparación que no llega.
-La pervivencia de inscripciones de exaltación a
fascistas y miembros del régimen dictatorial franquista en fachadas de templos,
en calles y plazas.
-O, en
fin, una desigualdad económica que no para de crecer en una sociedad que
pretende ser socialista en el reparto de las pérdidas (multimillonarias ayudas
públicas a la banca o a las empresas), pero liberal en el reparto de los
beneficios.
La
respuesta no puede ser sino afirmativa: sí que hay déficit democrático en
nuestro país. Dicho lo cual, debo señalar que los exabruptos de Pablo Iglesias
son eso, bravuconadas que solo parecen buscar notoriedad para un ego
inflamado, de esos que deben de hacer reír a gusto a nuestras impenitentes
compañeras urbanitas.
Argumentos de peso que si hacen reír a las ratas deberían, si no hacer llorar, sí hacernos reflexionar y gritar sus deficiencias a los que entendemos que un ingrediente consustancial a la democracia es tomarle constantemente la temperatura para mejorarla. No hacerlo y aceptarla como algo conseguido e incuestionable es un error cuando menos o una meta para quienes se aprovechan de forma ilegítima de las ventajas que proporcionan esas deficiencias.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Sí, la democracia no es un puerto de llegada, sino un proceso inacabado, un estado en revisión permanente, precario y amenazado. Y la española requiere un reseteo urgente
EliminarSon muchos los males que aquejan a nuestra achacosa democracia pero hace falta un gobierno valiente al que no le pesen las siglas y algo más. Buen análisis.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Necesitamos diálogo generoso e inteligente, pero solo veo trincheras
ResponderEliminarhttp://filosofiaylaicismo.blogspot.com/2021/02/de-que-se-rien-las-ratas.htmlAsi es, lleva Vd. toda la razón amigo. Es otro signo más de decadencia, de falta de valores y de sobra de consignas para perseguir un ficticio mundo en el que se fijan absurdas metas que solo llevan a rotundos fracasos, y, de ello, no solo es responsable la política, si no, los intereses que con indiferencia y usura interponen los que infiltran la ignorancia. Otro mundo es posible. Un saludo!!
ResponderEliminarGracias, R. Juan por tu comentario. Sí, la ignorancia es una pandemia que solo puede ser combatida con una educación pública gratuita, laica, integradora y de calidad.
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