miércoles, 4 de junio de 2014

La agonía del régimen del 78



¿ABDICACIÓN? DESGRACIADAMENTE, LO HAN ENTENDIDO TODO

El régimen del 78 se ha erosionado a marchas forzadas y todas sus instituciones están debilitadas, como
confirman las encuestas del CIS: partidos, sindicatos, jueces, medios de comunicación o monarquía (en Abril de 2013 se desplomó hasta el 3,89 de valoración). Los escándalos de corrupción de la Infanta Cristina y Urdangarín o las salidas de tono de Juan Carlos lo han puesto más fácil pero, estrictamente hablando, todo eso ya sucedía antes. Antes del 15M, ningún juez les habría juzgado (sólo hay que ver las presiones al juez Castro) ni ningún medio de comunicación se habría hecho eco. Y es que la llegada de los ‘indignados’ hizo a (algunos) jueces más valientes y obligó a los medios a informar. En ese contexto de crisis institucional, el rey Juan Carlos (y Rubalcaba) ha dejado de ser funcional y su presencia era más un lastre que una ayuda al proyecto de las elites y del FMI o el BCE. Con limitado apoyo social y frágil salud, no podía ser un revulsivo. Aunque, ¿es su abdicación una derrota del régimen? Rotundamente no: Es una reacción al asedio a las castas del 78, un movimiento en un tablero de ajedrez ante una (esperada) creciente ola de movilizaciones.

¿Es su abdicación una derrota del régimen? Rotundamente no: Es una reacción al asedio a las castas del 78¿Por qué ahora? Nada volverá a ser lo mismo

Rajoy ha anunciado que la decisión fue tomada en enero. Quiso decir: ‘la decisión lleva planificándose desde enero’, porque la realidad es que el 25 de mayo ha precipitado los acontecimientos y ha activado su plan de emergencia. No es casual que fuera el propio presidente quien anunciara la abdicación. Que la mayoría social (ya existente) pretenda ser mayoría electoral también en las instituciones es un motivo de preocupación para las elites. Pero lo que a la casta más les preocupa es que se ha abierto un nuevo ciclo de movilización, con consecuencias impredecibles. Lo decía Madrilonia hace un mes. La irrupción de una candidatura rupturista el 25M podría romper la resignación instalada a nivel social y abrir un nuevo ciclo. La reacción de los medios de comunicación con furibundos ataques dirigidos a Pablo Iglesias y Podemos (“Dinamita antisistema” tituló el periódico La Nueva España su especial sobre este movimiento) revelan su nerviosismo. Los círculos de Podemos se han multiplicado (su reciente asamblea en Valencia reunió a un millar de personas), Izquierda Unida saldrá reactivada con Alberto Garzón, la movilización social crecerá al acercarse las elecciones generales, municipales y autonómicas, y activistas como Ada Colau darán el paso a lo institucional. Es decir, las cosas podían ponerse más feas para el régimen del 78. ¿Podría en ese contexto haberse realizado una sucesión monárquica pactada? No. Sin embargo, a día de hoy Rajoy sabe que las protestas sociales exigiendo un referéndum (que no se realizará, porque desangraría nuevamente al PSOE), no evitarán la sucesión. En un año y con poder institucional, ¿quién sabe? Por ello, se lleva a cabo un cambio en el juego de tronos ahora que se puede y se controlan las instituciones.

Repliegue u ofensiva: las estrategias de las elites pre y post-25M

La estrategia pre-25M era replegarse y aguantar el chaparrón, como si nada estuviera pasando. Lo había dicho el activista asturiano Emilio León tras la derrota en las movilizaciones mineras de 2012: la pugna no era por la represión sino por la depresión. Por eso Rajoy no cedió con los mineros, ni con los funcionarios, ni con la PAH, ni con el 15M. ‘Ya se cansarán, no hay alternativa’, decía. Mientras, pseudo-regeneracionistas como Rosa Díez o Albert Rivera (el político con mayor apoyo mediático) recogían el descontento ante PP y PSOE. El 25M rompe eso y la estrategia de repliegue ya no es posible. A partir de ahora, cada día con TVs de plasma, corrupción y Rubalcabas abrían el espacio político a las fuerzas rupturistas en las instituciones, que demostraron que ‘sí se puede’. La ventana de oportunidad es aquí clave: Si quedaran 4 años para las siguientes elecciones, el régimen optaría por el desgaste progresivo a esas formaciones y el ataque sutil en los mass-media, para hacer virar la opinión pública. Pero las elites están asustadas: en 1 año habrá un nuevo ciclo electoral y Pablo Iglesias o Ada Colau son más influyentes en las redes sociales que el propio presidente del Gobierno.
Daniel Ripa –Redacción Asturies- Diagonal Global