martes, 22 de noviembre de 2011

Resultados Elecciones Generales 2011

Un 68.43 % del electorado (más de 23 millones) no vota al PP
Sin embargo, la alta abstención y la ley d'Hondt facilitan la mayoría absoluta de la derecha
(El voto del descontento se divide o se queda en casa)

-Total de votantes censados: 34.301.332
-Votos emitidos: 24.590.557 (71,69 %). (En 2008: 75,32 %)
-Abstenciones: 9.710.775 (28,31 %). (En 2008: 24,68 %)

De los votos emitidos:

-Nulos: 317.886
-En blanco: 333.095
Como se ve, el porcentaje de abstenciones ha aumentado en casi un 4 % respecto a las últimas elecciones generales de 2008. Este incremento sostenido no preocupa a los mercados y creo que tampoco mucho a los dos grandes. Pero alguna relación debe tener ese incremento de ciudadanos desafectos que dan la espalda al sufragio, el que denominan 'acto supremo' de la democracia, con el injusto reparto de escaños que podemos observar (ver datos debajo del gráfico).
Nuestro sistema proporcional, inspirado en el dichoso método ideado en 1878 por el jurista belga Victor d'Hondt, es, en realidad, muy poco proporcional. En la transición fue adoptado como sistema de reparto para contentar a los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Esta decisión que, como otras que se adoptaron entonces, tenía carácter provisional, resulta ahora difícil de modificar porque los beneficiarios se han acostumbrado a lo bueno. En efecto, la Ley d'Hondt hace que partidos nacionales como IU y UpyD, con 1.680.810 y 1.140.242 votos, respectivamente, alcancen sólo 11 escaños el primero, y 5 el segundo. Sin embargo, un grupo nacionalista como CIU, con 1.014.263 votos, obtiene 16 escaños; por su parte, Coalición Canaria con 143.550 votos, tiene 2 escaños. Hay casi tantos votos nulos (317.886) como los recibidos por Amaiur (333.628) que contará con 7 escaños.
Por cierto, en las elecciones generales de 2008 el partido ganador (PSOE) obtuvo 11.064.524 votos, que son 233.831 más de los cosechados en estas elecciones de 2011 por el Partido Popular, al que nuestra ley electoral ha otorgado una sobrada mayoría absoluta de escaños en el Parlamento, a diferencia de lo que ocurrió entonces con el partido de Zapatero. La razón es que en aquellas elecciones hubo más participación y el voto estuvo más concentrado aún en el bipartidismo.
En el siguiente gráfico apreciamos la escasa distancia que separa hoy a los abstencionistas del partido ganador: son 1.119.918 votos. Ateniéndonos al sistema d'Hondt, al PP le corresponderían sólo 5 escaños más que a un imaginario Partido Abstencionista. Como es lógico, éste dejaría vacíos los muchos escaños que en cada elección le fueran otorgados.

Gráfico con porcentajes sobre el total de votantes censados (no sobre los votos contabilizados)

-PINCHAR EN LAS IMÁGENES-





REPARTO DE VOTOS Y ESCAÑOS


miércoles, 5 de octubre de 2011

¡No es esto, no es esto!


So pretexto de lo que Miguel Ángel Aguilar denomina la IHR (Insoportable Herencia Recibida), el gobierno entrante ─el que entre y cuando entre─, dirá que nada puede hacer más que seguir aplicando las recetas que le dictan los mercados a través de sus voceros: el Banco de España, el Banco Central Europeo o el FMI ─qué más nos da uno que otro─. El gobierno en ciernes de Castilla-La Mancha, popular y recién salido de las urnas, ya apunta maneras: dice no saber si podrá hacer frente siquiera a las nóminas de los 70000 funcionarios públicos. Algo parecido afirmó su majestad catalana Artur Mas, quien, a la vez que se aprestaba a adelgazar la sanidad pública, hallaba recursos para suprimir el impuesto de herencias y sucesiones que no beneficia a todos por igual, como afirman, sino con notable diferencia a quienes más tienen. Las arcas públicas catalanas dejarán así de ingresar muchos miles de euros.

Zapatero, pecando por omisión, ha sido incapaz de gravar las grandes fortunas y ha tardado un año en arbitrar topes a los bonus para directivos de los bancos ─no sin antes recibir un vergonzante tirón de orejas de la conservadora Europa─ . Son los mismos que salieron a flote de su crisis con nuestro dinero, que ahora necesitamos para pagar sus condenadas hipotecas. Zapatero, pecando ahora por acción, suprimió el impuesto de patrimonio desde el 1 de enero de 2008, llevando con ello la alegría a las grandes fortunas y un agujero de más de 9.000 millones de euros a las arcas públicas en los últimos tres ejercicios. Ahora, profundizando en sus políticas sociales, acaba de aplicar reformas que permiten a un empresario reducir su plantilla si prevé pérdidas el día de mañana, aunque se esté forrando el día de hoy. Véase el caso de Telefónica, esa empresa que no hace mucho era pública y que Aznar terminó de vender por el módico precio de 4000 millones de € ─equivalente a lo que ahora renta a sus dueños en solo seis meses─ consiguiendo con ello que sus pingües beneficios reviertan en unos pocos y que, el resto, padezcamos las tarifas telefónicas más abusivas de Europa. Y, para terminar la faena, esta multinacional incrementa el número de parados, nuestros parados, en unos pocos miles.

Es fácil imaginar ahora qué recetas anticrisis aplicarán los que vienen: nuevos ataques a lo público. Entre otros, rebaja y congelación de funcionarios, o sea, de médicos, bomberos, limpiadores, policías o maestros ─abandonemos ya la manía de pensar en chupatintas incompetentes cuando alguien mienta al funcionario─. (¿Y si esos tres millones de servidores públicos iniciaran una huelga general, pero no de un día como las que vienen convocando los grandes sindicatos para recordarse a sí mismos su glorioso pasado, sino de las de verdad: una huelga indefinida?).

Urge una revolución ciudadana, pacífica pero a fondo. Si la francesa lo fue contra la monarquía (l’Ancien Régime), el tirano ahora son los mercados con sus soflamas de libertad que es libertad total para sus mercancías, que no para personas. (Lejos queda el artículo 13 de la Declaración Universal que garantiza el derecho de toda persona a circular libremente).
Es el imperio de la fuerza, la ley de la selva, la del más fuerte; lo de siempre: el pez grande se come al pequeño. Los pezqueñines, o sea, todos los ciudadanos de a pie, paganos de la crisis, abandonados a su suerte, que seguro será mala si seguimos en manos de los berlusconi, los strauss-kahn o las merkel (esa que miente sin escrúpulos al afirmar que en España trabajamos menos y nos jubilamos antes que en Alemania).

Pero nuestros grandes partidos son lugartenientes de ese Ancien Régime, con la diferencia de que uno no dice lo que piensa, pero lo hace; y el otro parece pensar lo que dice pero no lo hace; lo que, a la postre, viene a ser lo mismo (o casi). Da la impresión de que hubiesen alcanzado un pacto tácito de alternancia en el poder, como lo hicieron conservadores y liberales en tiempos de la Restauración canovista, con sus pucherazos y su caciquismo. Esta partitocracia que padecemos es más de esa época. No pueden ofrecer nada nuevo a un mundo que es totalmente otro después de la última revolución tecnológica y la democratización radical del conocimiento y la información que ha traído consigo.

Esta generación es la mejor preparada de nuestra historia, y no es boba, no se resigna, sabe organizarse y exigir lo que es suyo. Pero no espero ver a ningún gobernante sentarse con los jóvenes que están en la plaza, en el ágora -ἀγορά, asamblea-, pidiendo que les escuchen antes de que sea demasiado tarde.

jueves, 21 de julio de 2011



FÚTBOL Y POLÍTICA

El panorama político español corre ya paralelo al futbolístico. Las elecciones son finales de copa que encienden pasiones y apagan razones. Se es de un club (¿se nace?) y se permanece fiel al equipo de nuestros amores pase lo que pase, así caigan chuzos de punta (vale decir, así se pierda hasta en los entrenamientos; vale decir, o lo presida un coleccionista de imputaciones judiciales o un jeque de más que dudosa moral). También los dos grandes partidos cuentan con sus fieles seguidores que acuden obedientes al Congreso, al Senado o a las urnas, aunque vayan en la lista de convocados ineptos que llevan meses sin marcar un gol, o incluso marcándolo siempre en propia puerta.

Se aplaude a Rajoy como se jalea a Ronaldo: son de mi equipo y eso basta. Lo que cuenta es la militancia partidista pues en un campo no se esperan argumentos ni coherencia, sino goles y espectáculo.

Hay un grupo de ciudadanos que, hartos de entrenadores y hooligans, se alejan de los campos del sistema y pasan a engrosar la lista de abstencionistas que aumenta en cada encuentro (Portugal: elecciones presidenciales de enero 2011, un 53 %; Francia: elecciones cantonales de marzo, un 55 % ─ya son más los que dan la espalda─), pero eso no parece inquietar a los directivos (adornados siempre por una cándida sonrisa; a veces, por una hermosa tripa, y, también siempre, por una abultada cartera).

Los dos grandes salen al terreno de juego confiados en sus respectivas aficiones. Si pierden el próximo encuentro, caerá algún mister, pero su séquito de fieles les acompañará en la travesía del desierto hasta la próxima final. Los dos grandes saben que si dejaran un hueco a los más pequeños, la liga sería más interesante y algunos se sumarían a la fiesta… pero a costa de amargársela a la larga. Sólo habría que modificar las reglas de juego que huelen a naftalina, pues se aprobaron antaño cuando la ilusión todavía contagiaba a muchos. Acabábamos de salir entonces de largos años de partidos amañados en los que casi nadie confiaba y cualquier cosa iba a ser mejor que eso. Pero ahora no basta con lo que nos ofrecen y por eso cada vez son más los que no quieren participar.

Si no hay otra respuesta que la socorrida y eficaz “fútbol y telebasura” (la nueva versión del panem et circenses) estas democracias heridas pasarán pronto al panteón de los viejos mitos… del fútbol.

La Vanguardia (20/04/2011)

miércoles, 20 de julio de 2011

Educación: críticos y derrotistas

En los siempre jubilosos días de comienzos del verano, recibo el último número de la revista Alfa (nº 24-25) de la Asociación Andaluza de Filosofía, número de homenaje a Pedro Cerezo, al que yo también me sumo.

Encuentro en la revista sendas reseñas a dos libros de Penalva Buitrago sobre el sistema educativo español (Claves del modelo educativo en España y Cartas de un maestro). Las firma José Antonio de la Rubia, subdirector de dicha publicación. Y son sus opiniones las que quiero comentar.

Vaya, antes que nada, la expresión de mi afecto y reconocimiento por su labor en la AAFI. Es precisamente por ello que quiero manifestar mi desacuerdo con la mayoría de las afirmaciones que, al hilo de su lectura de esos libros, vierte sobre la situación actual de la educación reglada en nuestro país.

En general creo que debemos ser muy precisos al reflexionar sobre la educación, un proceso a la vez tan complejo y esencial para la sociedad. Si bien no comparto la defensa a ultranza de la farragosa legislación educativa (desde la LODE de 1985, pasando por la LOGSE, la LOPEG, la LOCE, la LOCFP hasta llegar a la LOE de 2005, son ¡seis leyes orgánicas!, además de una miríada de leyes autonómicas, órdenes y decretos) o de las directrices pedagógicas que la inspiran, tampoco me parece acertado su rechazo global sin reconocerle acierto alguno. Por otra parte, a la hora de buscar responsables de las deficiencias en la formación de nuestros alumnos y alumnas, tan descabellado es apuntar todo el debe a los docentes como a los padres, a los alumnos o a la administración. Todos tenemos algo que decir y hacer para mejorar y todos tenemos algo que ver en los éxitos y los fracasos del sistema.

Así creo, por ejemplo, que últimamente la escuela ha ganado en autonomía. Determinados proyectos (bilingüismo, bibliotecas, deporte, coeducación...) se llevan a cabo en unos centros y no en otros. Son también los propios centros quienes establecen sus criterios de evaluación o sus finalidades educativas en función del contexto en que ejercen su tarea formativa.

Y también considero un logro de nuestro sistema educativo la comprensividad y extensión de la escolarización hasta los 16 años, pareja al incremento de la edad mínima de incorporación al mercado laboral. Lo que ya no me parece bien es que, de facto, no existan apenas salidas para aquellos alumnos que no desean seguir el itinerario mayoritario, es decir, el de la ESO. En realidad, la norma sí contempla alguna salida (la diversificación curricular o los PCPI) pero su aplicación efectiva en los centros es muy deficiente como ahora veremos.

Muchos institutos no ofrecen en absoluto esa segunda alternativa que puede ser la más adecuada para esos alumnos que, ya con 15 años (edad permitida para ingresar en ellos), ni estudian ni dejan estudiar. Que todos los centros ofertaran como mínimo un PCPI y un ciclo de Grado Medio resolvería muchos problemas. Pero ello exige un esfuerzo inversor que ninguno de los dos grandes partidos están dispuestos a hacer (compárense los porcentajes en inversión educativa en comunidades como Andalucía, 4,89%; o Madrid, 2,46 %, en relación con la media europea, un 5%; que también es inferior al que se invierte en países con buenos resultados académicos como Finlandia).

Éste es un ejemplo de cómo a veces lo pernicioso no es la norma sino la aplicación cicatera de la misma. Otro ejemplo lo tenemos en el modo en que se confeccionan los grupos, una responsabilidad que atañe a los propios centros educativos. Los criterios para formar dichos grupos sólo pueden ser de carácter formativo (itinerarios elegidos por los alumnos en función de la optatividad). No pueden considerarse razones de otra índole como el favorecer la elaboración de los horarios del profesorado. A veces se confeccionan los grupos con criterios expresamente prohibidos como la elección o no de la religión católica (esa lacerante presencia de la catequesis, sea católica, judía o musulmana; que resta tiempo para la formación científica y en valores comunes, y que ni socialistas ni populares están dispuestos a corregir).

En otras ocasiones, la única pauta que se considera son los resultados académicos: se forman entonces grupos de alumnos “excelentes”. La consecuencia es que también habrá aulas con alumnos de muy bajo rendimiento que, además, suele ser un alumnado que presenta problemas de comportamiento. Esto hace que se creen guetos en los que, efectivamente, resulta imposible dar clase, pues los problemas de convivencia se multiplican. Esta realidad se ha visto favorecida últimamente por la introducción de la educación bilingüe para determinados alumnos (cuya concepción me parece interesante pero cuya ejecución, una vez más, deja que desear). Se generan de este modo graves exclusiones en el seno de la propia escuela pública.

Cuando a un profesor o profesora le toca impartir clase en uno o varios grupos con esas características (normalmente a los interinos o a los que llegan en último lugar), es muy probable que acabe el curso con el síndrome del profesor quemado. La responsabilidad aquí, en mi opinión, es, mayoritariamente de los propios centros.

Algo similar puedo afirmar respecto a la formación de los grupos de diversificación curricular, pensada para alumnos con 15 años y un perfil muy definido. Se trata de apoyar a aquellos alumnos que, por causas diversas, se encuentran con dificultades importantes para ir superando la ESO, pero que desean alcanzar el título de Graduado, muestran interés y ponen empeño en ello. No son, pues, los alumnos revienta clases. Sin embargo, se aprovecha a veces esta prerrogativa legal para recluir en ellos a los alumnos de conducta más problemática, con lo cual la medida (bien diseñada en principio), pierde toda su eficacia y nos acaba perjudicando a todos.

Se refiere el autor de la reseña a lo que denomina el “endiosamiento de la innovación frente a la tradición, la democracia y la participación frente al autoritarismo, el trabajo en grupo frente al individualismo, la igualdad frente a la jerarquía, la estructura en red frente a la piramidal, la inclusión frente a la segregación, el universalismo frente al clasismo, la diversidad frente a la uniformidad, lo flexible frente a lo inmutable, el ordenador frente a la tiza, el juego frente al esfuerzo.”

En esta contraposición de términos que se establece no creo que se pretenda decir que los primeros términos de la oposición representan al nuevo sistema (el malvado) y los segundos al antiguo sistema (que funcionaba mejor). Porque ya me dirán qué sería de la educación sin innovación, democracia, participación, trabajo en grupo, igualdad, inclusión, universalismo, diversidad y flexibilidad.

Además, se atribuyen al 'antiguo régimen' valores que no sólo siguen presentes sino que incluso se han potenciado con las últimas normas aprobadas. Así, la figura del director (tanto en lo que respecta a su elección como a sus competencias) se ha visto potenciada en el último ROC. Se le concede ahora una capacidad sancionadora de la que carecía, así como un poder de decisión relativa tanto a la sustitución del profesorado como a la determinación del perfil de algunas plazas docentes. Pero es que, además, se le han restado atribuciones al órgano representativo por excelencia, el Consejo Escolar; pues, a diferencia de lo que ocurría antes, ahora es una comisión presidida por un inspector quien elige al director, previo informe favorable de la autoridad competente.

De manera que, en este caso, la jerarquización del sistema educativo, lejos de ceder al igualitarismo que se lamenta, se ha visto incrementada en un asunto que considero grave, pues, a la postre, el equipo directivo tiene mucho que decir en la gestión de un centro y en el desarrollo de sus planes docentes.

Es cierto que la repetición de curso se ha convertido en algo casi anecdótico en el actual sistema, pero no que se hayan abandonado viejas prácticas como la memorización de contenidos conceptuales (los alumnos de primaria siguen memorizando largas relaciones de ríos, accidentes geográficos, huesos, músculos...), las tareas para casa o las notas. Mis hijos están en secundaria y vienen cargados de deberes a diario y, además, los veo muy preocupados por la calificación que les dará tal o cual profesor o profesora (para mi gusto, en demasía), pues la competitividad entre los que estudian es ahora feroz.

El trabajo en equipo y la coordinación (tanto entre primaria y secundaria como entre los diversos departamentos y en el seno de los mismos) la considero esencial para mejorar los rendimientos de nuestros alumnos y, aunque la normativa recomienda ambas cosas, su aplicación sigue siendo también deficitaria. Todos sabemos lo difícil que es encontrar un hueco en los horarios para reunirnos con la frecuencia necesaria.

Se habla constantemente de “niños” pero sin especificar a qué edades nos estamos refiriendo. Así, se afirma que “el niño es, social y pedagógicamente, más inocente e irresponsable que nunca, ha sido declarado un ser sin voluntad ni autonomía... la autonomía de la voluntad ha sido sustituida por la psicologista heteronomía de la motivación.” Y se añade: “individuos a los que nosotros consideramos niños inocentes eran, en el pasado o en otras culturas, plenamente responsables.” Es pertinente pedir aquí una precisión. ¿De qué edades estamos hablando, de 7 años, de 10 o de 16?

Respecto al profesorado, creo que en su inmensa mayoría se trata de excelentes profesionales muy comprometidos, pero no deja de ser cierto que hay algunos poco amigos de la enseñanza, profesionales frustrados que estudiaron sus carreras universitarias pensando dedicarse al mundo de la empresa, por ejemplo. Acabaron en la enseñanza porque no había nada mejor o porque les parecía un trabajo mejor remunerado o vaya usted a saber por qué, y que nunca han amado esta profesión. Cualquier dificultad constituye para ellos la excusa perfecta para echar balones fuera.

Un aspecto que, en mi opinión, habría que mejorar es la selección del profesorado para impedir ese trasvase de profesionales que no se da en otros ámbitos y que perjudica nuestra difícil tarea.

Tampoco me parece que la figura del padre o la madre 'fiscal' sea en absoluto la más abundante. En mis muchos años de docencia he encontrado madres (pues son ellas las que acuden mayoritariamente a los centros) preocupadas por la educación de sus hijos y dispuestas a colaborar con el profesorado, pero que, a veces, se quejan (creo que con alguna razón) de que somos muy inaccesibles y es difícil hablar con nosotros. A muy pocas he visto con otra actitud.

Otro asunto que habría que matizar: el rechazo de las competencias básicas. No veo nada malo en formar a nuestros alumnos en esas ocho competencias (que no excluyen a todos los contenidos conceptuales incluidos en la legislación, que, por otra parte, considero excesivos, sobre todo en primaria), amén de en determinadas actitudes, si bien añadiría la que Marina denomina competencia filosófica.

Se sostiene asimismo que “la emocionalidad es fundamental en el posmodernismo, el ser humano se concibe como una entidad ante todo sensible, y esa sensibilidad es un absoluto que debe ser idolatrado. Ese es el meollo, por ejemplo, de la corrección política, progresismo cien por cien. Así que la 'inteligencia emocional' se incorporó al currículum (junto a la propia corrección política: en la educación para la ciudadanía, sin ir más lejos, tenemos los dos engendros).”

Creo que la emocionalidad es fundamental en el posmodernismo como lo fue en la antigüedad y lo sigue siendo ahora. En ella está la raíz de muchos de los conflictos que nos afectan y de los problemas que nos hacen sufrir, y, a pesar de ello, se le ha prestado poca atención en la escuela. En ocasiones una adecuada gestión de nuestras emociones nos permitirá resolver conflictos, dentro y fuera de la escuela; que, de otra manera, terminan enquistándose y dando lugar a problemas más graves.

Las críticas a la asignatura de Educación para la Ciudadanía las considero injustas. Es tarea de la escuela formar en valores comunes (no sólo en los valores que defienden unos pocos, pues para eso ya están las familias, las iglesias...). Otra cosa es que podamos disentir de determinados contenidos o en el profesorado que debe impartirla.

En general, veo en los críticos del sistema educativo mucho pesimismo y bastante derrotismo, dos estados de ánimo que no pueden engendrar nada nuevo. A pesar de nuestros políticos, de nuestro deficiente sistema, y de todos los pesares que queramos, la nuestra es una profesión apasionante, trabajamos hoy con más medios que nunca y con las generaciones mejor formadas, pero queda mucho por hacer.


sábado, 7 de mayo de 2011

"El espectáculo de la rebeldía y la fraternidad humanas es uno de los más bellos que puedan contemplarse"

ALBERT CAMUS,
filósofo de la rebeldía

¡La rabia, coño!


Así cantaba Silvio a la santa indignación. La rabia, nuestra vocación, porque necesitamos una izquierda de verdad, no de cartón (iba a decir de hojalata), porque llevamos demasiado esperando, con paciencia infinita, que se repare a las víctimas, que haya un reparto equitativo de la riqueza o que nuestra democracia deje, por fin, las parihuelas.
Cuando parecía arrancar un famélico estado de bienestar (de los más frágiles de Europa), vuelven los de siempre con su "¡menos impuestos, menos Estado!"; mutatis mutandis, menos sanidad y escuela públicas, menos igualdad de oportunidades: cada palo aguante su vela. ¡Ay!, tienen miedo a perder el manojo.

Ángel Ramírez Medina.
GRANADA HOY,22 de mayo de 2010

sábado, 19 de marzo de 2011

Fukushima y el aprendiz de brujo

"Al cabo de un rato, el agua cubría el piso y corría escaleras abajo. Llenó las habitaciones e inundó el castillo, pero el balde y la escoba no se detenían… El líquido le llegaba al cuello y los objetos del laboratorio flotaban a su alrededor. ¡Auxilio!, gritó el joven aprendiz."

Cuando el mundo contiene el aliento porque el agua nos llega al cuello, Sarkozy declara que, a partir de ahora, Francia sólo venderá componentes para centrales nucleares a aquellos países capaces de afrontar situaciones de emergencia.

Palabras vacías de quien preside el Estado con más centrales por kilómetro cuadrado de territorio, 58 en total. ¿Quién podía pensar hace unos días que una de las primeras potencias no iba a ser capaz de gestionar una crisis como la de Fukushima, veinticinco años después de Chernóbil (Ucrania)? Ninguna tecnología puede afrontar determinados desastres, como el envite de un océano enfurecido que se desborda. Después de Chernóbil sabíamos que tampoco se puede detener la fuerza titánica de una combustión nuclear y que sus consecuencias son devastadoras e irreparables. Un territorio de decenas de miles de hectáreas, con sus núcleos de población incluidos, convertidos en cementerio nuclear inhabitable ¡para siempre! Y no sucedió lo peor. Una hecatombe nuclear era posible y hubiera supuesto la destrucción de toda forma de vida en muchos kilómetros a la redonda, amén de la contaminación radiactiva de tierras, acuíferos, seres vivos, personas en zonas de amplitud inimaginable.

Tras días intentando enfriar el reactor número 4 con una flota de 80 helicópteros que arrojaban sin descanso primero agua, después arena y, por último, plomo, todo seguía igual. Vassili Nesterenko, experto en energía nuclear y uno de los responsables del programa soviético de misiles intercontinentales, afirmaba que “si el calor del núcleo lograba perforar la protección inferior de cemento, la mezcla de uranio y grafito entraría en contacto con el agua (subterránea) y provocaría una segunda explosión con una fuerza de 3 a 5 megatoneladas. La ciudad bielorrusa de Minsk, con un millón setecientos mil habitantes, situada a 320 kilómetros de Chernóbil, habría desaparecido y Europa habría quedado inhabitable”. Y Mijaíl Gorbachov que entonces capitaneaba una tambaleante perestroika en la Unión Soviética declaraba que “había que enfriar el núcleo, de lo contrario se produciría un enorme desastre nuclear. Es una situación límite.”

El resultado provisional (porque la tragedia continúa) de aquella catástrofe fueron 130.000 refugiados, 500.000 técnicos, soldados, mineros y bomberos (llamados ‘liquidadores’) que colaboraron en las tareas de limpieza y que, en mayor o menor medida, enfermaron por la radiactividad (miles murieron en poco tiempo). Actualmente 8 millones de personas viven en zonas contaminadas de Ucrania, Rusia y Bielorrusia. En las zonas más afectas, las partículas radiactivas siguen penetrando en la tierra, a razón de un centímetro por año, y acabarán alcanzando acuíferos y, por tanto, ríos.

Los acontecimientos de los últimos días en Fukushima están siendo una copia exacta del viacrucis de Chernóbil, por eso podemos temer que las consecuencias sean proporcionalmente mayores, pues ahora los reactores afectados ¡son seis!

Pero, una vez más, hemos olvidado y cuando el comisario europeo de energía, Günther Oettinger, habla de peligro apocalíptico, todos se rasgan las vestiduras.

No hay central nuclear segura porque en Chernóbil el desencadenante fue un experimento demasiado ambicioso, en Fukushima un terremoto seguido de tsunami; pero la próxima vez puede ser un camión bomba arrojado contra una central o quién sabe qué.

“¡Dependemos tanto de la energía nuclear!”, exclaman quienes buscan a la desesperada defender lo indefendible. No es cierto. La dependencia mundial de la energía atómica es actualmente de entre un 8 y un 11 %, mientras que las energías renovables (incluyendo la hidroeléctrica) aportan entre un 10 y un 14 %. Pero en los mercados emergentes se prevé que la generación eléctrica a partir de centrales nucleares se incremente en un 4’9 % anual en los próximos 20 años. Como se ve, hay poderosos intereses económicos en juego.

Acerca de la energía nuclear, el único debate sensato sería decidir cuántos años vamos a necesitar para ser capaces de desmantelar las 443 centrales nucleares actualmente en funcionamiento en el mundo (y otras muchas en fase de construcción, dos de ellas ¡en Ucrania!) y sustituirlas progresivamente por fuentes de energía más limpias (¿qué pasa con los residuos radiactivos que nadie quiere?) y más seguras.

Este debate tal vez se planteará, pero concluirá sin resultado pues lo que está matándonos es la codicia. Mientras el único criterio de bancos, empresas y gobiernos sea el crecimiento sin límite, necesitaremos energía sin límite. Todo será poco y seguirán bailando con la muerte a costa nuestra y de las generaciones futuras.

Documental sobre Chernóbil en Discovery Chanel

jueves, 27 de enero de 2011

Alicia y los gigantes


Continuó creciendo, creciendo…

Alicia, curiosa, acababa de beber de un frasco que había junto al espejo, aun a riesgo de que su contenido fuera peligroso. "Estoy segura de que ha de pasar algo extraordinario (…) Y no tardó en tener que arrodillarse para caber en el cuarto (…) Mas no paraba de crecer, y como último recurso sacó una mano por la ventana y metió un pie en la chimenea, al tiempo que exclamaba: ¡Ya no puedo hacer nada! ¿Qué va a ser de mí?".
Y es que crecer no siempre es deseable. Así, en la naturaleza, junto a un crecimiento saludable, el que se detiene en el equilibrio de la madurez, existe otro mórbido del que resultan efectos malignos, un tumor o el gigantismo, pongamos por caso. ¿Por qué lo que en la vida orgánica conduce a una enfermedad y en los cuentos nos provoca miedo, ha de ser visto como algo deseable en economía?
Aquí una disminución o incluso un estancamiento siempre es considerado un mal dato, aun cuando se tome como referencia una cifra previa de ganancias exponenciales. Tanto da que sean los beneficios de la banca, como el PIB o la venta de casas, coches o teléfonos móviles. Es tal el pavor a esos “malos resultados” que ni siquiera se nombra a la “bicha” del decrecimiento, y los economistas prefieren hablar de un “crecimiento negativo”, que es algo así como un “gigante enano” (una contradictio in terminis u oxímoron).
Impera en economía un darwinismo desaforado con supervivencia del mejor adaptado que es, o acaba siendo, el más fuerte. Camina el mundo en esta lucha silvestre hacia una concentración progresiva de riqueza en manos de unos pocos Estados y, aún peor, de unos pocos especuladores que no acostumbran a consultar sus decisiones con los afectados. Ni el Planeta puede aguantar más expolio de recursos, ni sus habitantes más injusticia.
Crecer y crecer, ¿hacia dónde, hasta cuándo? Anunciaban, ufanos, nuestros dirigentes que jugábamos en la champions league de la economía mundial a la vez que sacábamos la mano por la ventana y metíamos el pie en la chimenea. ¿No sería bueno plantarnos en un equilibrio presupuestario sin más codicia? A partir de ahí, podríamos sumar nuestros esfuerzos para crecer en igualdad, justicia o alfabetización, porque aquí sí que nos arrastramos hacia un claro crecimiento negativo.
GRANADA HOY, 16 de junio de 2010
(Imagen: Leonor Solans, Alicia crece)

Attac Acordem
Justicia económica global

jueves, 6 de enero de 2011

Francesc Ferrer i Guàrdia



"Formaos y seréis libres, asociaos y seréis fuertes, amaos y seréis felices"






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ALGUNAS PROPUESTAS DE MEJORA

DEL SISTEMA EDUCATIVO

1. Participación de Padres y alumnos:

1.1. Potenciar la gestión democrática de los Centros a través de reuniones preceptivas y mensuales (en horario lectivo) de la Junta de Delegados con los representantes del alumnado en el Consejo Escolar.

1.2. Consultas trimestrales a los padres sobre aspectos diversos del funcionamiento del Centro (cuestionarios sobre actividades y servicios, horarios, desarrollo de las actividades docentes, etc.) a través de las tutorías bajo la coordinación de la Jefatura de Estudios.

2. Personal

2.1. Dotar a todos los centros (a partir de 12 unidades) con bibliotecas atendidas por personal técnico especializado (titulados de biblioteconomía) para lel catalogado y préstamo de los fondos, la realización de programas de animación a la lectura, talleres de escritura, técnicas de investigación, etc.

2.2. Creación de Equipos de Salud y Apoyo (formados por médico, enfermero, sicólogo, asistente social y monitores de tiempo libre) con un horario semanal de atención a cada Centro asignado para charlas, consulta, actividades, programas.

3. Espacios y Edificios

3.1. Ubicar cada etapa de la enseñanza en un edificio propio para una mayor homogeneidad en el alumnado atendido en el Centro. También por la propia naturaleza de las enseñanzas impartidas y de los recursos necesarios en cada tramo, así como para facilitar la coordinación docente. Habría, pues Centros de Infantil, de Primaria, de ESO y, por último, Centros de Bachillerato y Formación Profesional.

3.2. Dotación de espacio de Ludoteca (para juegos de mesa, charla, relajación…) en Centros a partir de 12 unidades.

3.3. Dotación a todos los Centros de un espacio de recreo que disponga de, al menos, una pista polideportiva y un espacio ajardinado.

4. Organización

4.1. Creación de comedores gratuitos en todos los Centros

4.2. Nuevo horario lectivo de mañana y tarde: comienzo de la jornada a las 9:30; Parada para comer en el Centro a las 13:00; Comida y descanso entre las 13:00 y las 14:30; Jornada de tarde desde las 14:30 a las 16:30. (Con implantación de aula matinal y actividades de tarde con monitores en todos los Centros.)

4.3. Implantación en todos los Centros de, al menos, un Ciclo Formativo de Grado Medio y de un P.C.P.I.

4.4. Ratios:1º-2º ESO: 20 alumn@s; 3º-4º: 25 alumn@s; Bachillerato, 30 alumn@s.

4.5. Fomentar la coordinación de tutor@s de Primaria y Secundaria estableciendo reuniones preceptivas trimestrales de los tutor@s del tercer ciclo de Primaria con los de 1º de ESO en Centros adscritos.

5. Pruebas de Diagnóstico (5º de Primaria y 3º de ESO)

5.1. Tanto la aplicación de las pruebas como la corrección de las mismas debe ser llevada a cabo por personal independiente y externo al propio centro educativo que se evalúa para garantizar la objetividad de los resultados. (En la actualidad dicho control sólo se cifra en la presencia de un inspector/a en uno de cada veinte centros sometidos a diagnóstico.)

6. Equipos Directivos

6.1. Que sea el Consejo Escolar el encargado de elegir al candidat@ más idóne@.

6.2. Creación del cargo de Vicesecretari@ en Centros a partir de 12 unidades.

7. Religión

7.1. Supresión de símbolos, capillas y nombres religiosos.

7.2. Convertir la formación religiosa en una actividad complementaria fuera del horario lectivo.

7.3. Convertir los Centros Concertados en una red subsidiaria de la pública, de modo que sólo se concierten centros allí donde ésta no pueda llegar.

(...Continúa en ESCUELA LAICA, ESTADO LAICO)