El pseudoargumento conocido como ad hominem es una herramienta retórica, una falacia no formal; es decir, un argumento falso, engañoso, que, no obstante, utilizamos con frecuencia para convencer a toda costa. Atacamos al oponente en lugar de discutir sus razones.
Cuando explico a mis alumnos la lógica informal, me afano en buscar en redes y medios en general ejemplos para ilustrarles cada una de las falacias: ad baculum ('Cumple con las normas o serás sancionado"), ad populum ("Es así porque la mayoría está de acuerdo"), ad verecundiam (" Es verdad porque lo dijo Aristóteles'), ad misericordiam ("Señor juez, no me condene. Yo siempre fui un buen hombre "), ad ignorantiam ("Existen los extraterrestres porque nadie ha probado lo contrario"), etcétera.
Pero el caso de Mónica Oltra me ofrece bastantes ejemplos de falacias ad hominem. Imputada por presunto encubrimiento de su ex marido en un caso de abuso a una menor tutelada por el que este fue condenado a varios años de prisión, veo ahora cómo Oltra, que, en su momento, señaló la imputación como el Rubicón que marcaba la puerta de salida para cualquier político en ejercicio, se refugia para no dimitir en una supuesta campaña de derribo contra ella montada por la extrema derecha.
El magistrado señalaba en su auto de abril que "existen indicios racionales y sólidos de la participación de la aforada en los hechos", y pedía su imputación al TSJCV. En efecto, hace unos días, el Tribunal Superior ha hecho efectiva la imputación.
Ahora, Compromís cierra filas con Mónica, mientras medios progresistas señalan la vinculación con la ultraderecha de quienes promovieron en su día la investigación judicial del caso: "Ultraderecha, multinacionales y la rama jurídica del PP buscan poner contra las cuerdas a Oltra", escribe Público. Se ataca la honestidad del adversario, en lugar de demostrar la falsedad de sus argumentos.
Aunque fuera cierto el contubernio, ello no debería impedir a la señora vicepresidenta valenciana abandonar su cargo para defender su inocencia; y, en su caso, acusar a quien corresponda de injurias o, de tratarse de un auto sin fundamento, de prevaricación. De ser como sostiene Compromís, habrían prevaricado el juez de instrucción, la fiscal superior de la Comunidad Valenciana, y el magistrado de la sala del TSJCV.
En innumerables ocasiones hemos visto a cargos del PP aferrarse al sillón y hablar de "campañas orquestadas por el PSOE".
He sentido un gran desengaño al ver cómo en este caso, como en esos otros, una servidora pública progresista se agarra a su cargo como si ella fuera insustituible. No entiendo que resulte tan dramático abandonar el puesto que se ostenta, cuando debería de haber compañeras de Compromís cualificadas y dispuestas para suplir a la persona saliente sin más dramatismo.
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