sábado, 27 de octubre de 2012


Panorama de la Educación en España 2012 (OCDE)

La OCDE presenta todos los años una extensa recopilación de estadísticas e indicadores del sistema educativo de los 34 Estados Miembros de esta Organización que agrupa a los países más desarrollados del mundo, además de otros 8 países que forman parte del G20. La publicación, denominada “Education at a Glance. OECD Indicators” (Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE) permite analizar la evolución de los diferentes sistemas educativos, su financiación y el impacto de la formación en el mercado de trabajo y en la economía. El presente Informe reproduce los datos más destacados de España en comparación con la OCDE, la UE-21. En él se habla de porcentaje de titulación, inversión educativa, productividad de dicha inversión, ratios, días lectivos, salarios, etc.
Es importante tener en cuenta que dicho Informe se basa en datos del curso 2009-2010, y no del actual o el anterior. Se reflejan importantes avances en el sistema educativo español hasta el año 2010, tras un incremento lento pero sostenido de los recursos para educación desde el año 1992 hasta el 2009, lo que nos iba aproximando a la media europea de inversión con relación al PIB. Se demuestra que, al menos hasta ese año, algunas cosas se estaban haciendo moderadamente bien, o, al menos, no del todo mal. Ahora hemos dado un importante paso atrás en inversión educativa, lo que se traduce, por ejemplo, en un incremento de la ratio profesor/alumno o una disminución del gasto por alumno -dos aspectos en los que salíamos bien parados-. Sin embargo, en la página del Ministerio de Educación se presentan estas mejoras sin hacer mención al año al que se refieren, presentando así los resultados positivos como logros actuales.
He aquí algunas de las conclusiones principales.
Formación de la población adulta
-Desde el año 2000, la población adulta española con estudios superiores a los obligatorios se ha incrementado en 15 puntos porcentuales. Aún está lejos de las medias de la OCDE y de la Unión Europea.
-De la población adulta española, un 31% posee titulación de Educación Superior, superando al 30% de OCDE y al 28% de la UE. Sin embargo, el 47% solo posee estudios secundarios de primera etapa o inferiores, frente al 26% de la OCDE y el 25% de la UE.
-El 45% de la población española entre 25 y 34 años alcanza un nivel educativo más elevado que el de sus padres y solo un 6% tiene un nivel inferior.
Escolarización en Educación Infantil
-La tasa de escolarización infantil en España es muy superior a la de la OCDE y a la de la Unión Europea, sobre todo a los 2 años o menos.
Titulación en segunda etapa de Educación Secundaria
-El porcentaje de graduados en el conjunto de programas de segunda etapa de Educación Secundaria en España ha aumentado 14 puntos en los últimos 9 años, reduciéndose la distancia con la OCDE, de 11 puntos en 2001 a 4 en 2010.
Acceso en Eduación Terciaria
-En 2010, la tasa de acceso estimada en la Educación Terciaria de tipo A (universitaria) en España alcanza el 52%, siendo la media de la OCDE el 62% y la de la Unión Europea el 60%.
-La tasa de acceso en la Educación Terciaria de tipo B (Formación Profesional superior en el caso de España) en 2010 alcanza el 26%, siendo más alta que la media de la OCDE (17%) y de la Unión Europea (15%).
Titulación en Educación Terciaria
-En 2010, la tasa de titulación universitaria (ISCED 5A) en España es del 30%, inferior a las de OCDE (39%) y la UE (40%)4. Los datos dentro de la OCDE oscilan entre un 51% de Reino Unido y el 20% de México.
-En España la tasa de titulación en programas terciarios de tipo 5B (Formación Profesional Superior) en 2010 es del 16%, superior a las de OCDE (10%) y la UE (8%).
Movilidad internacional de los estudiantes
-En España, los porcentajes de estudiantes internacionales en Educación Terciaria son
modestos.
Contribución de la educación a la variación del PIB
-Durante la última década, en los países de la OCDE, más de la mitad del crecimiento del PIB se atribuye al incremento de las rentas del trabajo de los individuos con Educación Terciaria.
-Incluso en tiempos de recesión, las rentas del trabajo de los individuos con Educación
Terciaria producen un impacto positivo en la actividad económica, aportando el 0,4% al Producto Interior Bruto medio de los países de la OCDE.
Rentabilidad de la inversión en educación
-Las inversiones públicas y privadas en educación son altamente rentables. Además, a
medida que se incrementa el nivel educativo, mayores son los beneficios absolutos que genera la inversión en educación.
-En la mayoría de los países de la OCDE, incluyendo España, el sector público asume la mayor parte de los costes directos originados por la inversión en educación. En el sector público en España los beneficios totales de la educación superan los costes en un 60%.
Gasto en educación por alumno
-España destina 10.094 dólares al año de gasto público por cada alumno en la educación pública, un 21% más que la OCDE y la UE. Este gasto es superior en todos los niveles educativos: infantil, primaria, secundaria y terciaria.
-En 2009, el gasto español por alumno en instituciones educativas como porcentaje del PIB per cápita superó en 1 punto el promedio de OCDE y en 2 puntos el de la UE.
Variación del gasto por alumno
-El aumento del gasto por alumno de Educación Infantil, Primaria y Secundaria en los
últimos 10 años en España ha sido similar al registrado en la OCDE y en la UE; pero el gasto por alumno en Educación Terciaria ha aumentado en valores muy superiores a los de la OCDE y la UE.
Horas de enseñanza
-El número total de horas de clase obligatorias para los alumnos de Educación Primaria y Educación Secundaria, en casi todas las edades, en España es superior al promedio de la OCDE y de la UE.
Ratio alumnos-profesor
-La ratio alumnos por profesor en España está por debajo de la media de la OCDE y de la UE en todos los niveles educativos.
Media de alumnos por clase
-En España la media real de alumnos por clase, que se obtiene dividiendo el número de
alumnos por el número de grupos, es similar a la de la OCDE y la de la UE en los centros públicos; sin embargo la media estimada, que tiene en cuenta la ratio alumnos profesor y las horas lectivas de profesores y alumnos, es bastante más baja que la de la OCDE y la UE.
Salario del profesorado
-El salario inicial de los profesores españoles, tanto de E. Primaria como de E. Secundaria es superior a la media de la OCDE y la UE, pero transcurridos 15 años de la carrera profesional, se reducen las diferencias de los salarios medios. Al final de la carrera docente, los salarios de España también se encuentran por encima de las medias de OCDE y de UE, aunque en nuestro país se necesitan más años de vida profesional para alcanzar el salario máximo.
Toma de decisiones
-En España, los centros públicos tienen menor autonomía en la toma de decisiones que en el conjunto de los países de la OCDE y de la Unión Europea. Mientras que en la OCDE y en la UE21 los centros educativos toman el 41% y el 46% de las decisiones respectivamente, en España este porcentaje tan solo alcanza un 25%.
-En España los órganos centrales y autonómicos toman el 88% de las decisiones
relacionadas con la gestión del personal, mientras que en los países de la OCDE más de la mitad de ellas son tomadas por autoridades locales o centros educativos.
-En comparación con el conjunto de los países de la OCDE, la autonomía de los centros
educativos en España se reduce prácticamente a la mitad en la gestión de recursos.
-En comparación con el promedio de la OCDE, el menor grado de autonomía en España se produce en la toma de decisiones en el ámbito de gestión del personal.



martes, 23 de octubre de 2012



LA EDUCACIÓN Y EL ORGULLO

Al teléfono móvil me llega un mensaje informativo del centro escolar en el que estudia mi hija: “se ha producido una falta de asistencia a la clase de lengua extranjera”. Luego insiste el parpadeo de la pantalla. Recibo mensajes sobre las clases de Ciencias Sociales, Geografía e Historia, Matemáticas, Iniciación a la vida laboral e informática. Este tipo de mensajes me llenan en otras ocasiones de inquietud. Hoy me siento orgulloso. Mi hija está en huelga y yo soy uno de esos padres, tan parecidos a los terroristas según las consignas mediáticas del partido en el Gobierno, que apoyan la huelga de sus hijos.
También me siento orgulloso de los profesores que llevan muchos meses conformando una marea verde en defensa de la educación pública y laica. Ese derecho constitucional se ha convertido en una aspiración radical y peligrosa desde que el ministro de Educación ha manchado los patios de colegio y sus conversaciones con un gusto por el desatino que mi hija y sus amigos califican de Wertedero.
Los profesores saben que las escuelas y los institutos no son hoy el único espacio de socialización de los niños. La familia, la televisión y las redes tecnológicas ocupan un lugar muy importante en la definición de las experiencias y las mentalidades. Los profesores saben también que su trabajo es imprescindible, que las cosas estarían mucho peor sin su esfuerzo, porque la degradación laboral y la mercantilización imponen con frecuencia los paradigmas de la zafiedad, la desatención y la tele-basura en las dinámicas sociales. Por mal que estén las cosas, los profesores asumen que cuando cierran la puerta de sus aulas son responsables inmediatos de lo poco o mucho que se pueda hacer por los alumnos. Ese es el motivo de que buena parte del profesorado no utilice la coartada de los malos tiempos para renunciar y se comprometa con ilusión cotidiana contra la barbarie de los planes de estudios, los recortes en inversiones y la falta de respeto de la que hace gala este ministerio.
En las discusiones políticas de los últimos años se ha entendido la idea del pacto por la educación como un acuerdo equilibrado sobre el carácter ideológico de los programas. Un verdadero error: el único pacto importante es la toma de conciencia de que la educación pública, al margen de los intereses y credos particulares, supone el verdadero vínculo, el cimiento de una sociedad. Los partidos deben ponerse de acuerdo en aumentar la inversión en educación pública hasta llegar a la media de los países europeos que merecen ser imitados. Y, después, deben dejar tranquilos a los profesionales para que trabajen en la difusión del conocimiento y en la formación de las personas.
Un buen programa educativo no es sólo el que prepara mano de obra para los mercados de trabajo o el desempleo. Es también el que sirve para formar ciudadanos capaces de sentirse libres y solidarios del dolor o la alegría de los demás. La ley del más fuerte es la consecuencia última de la mala educación, que no tiene que ver con la inquietud, la rebeldía y la desobediencia, sino con la consolidación de un mundo organizado por la desigualdad y los privilegios. El tratamiento humillante que se le viene dando a las humanidades en los planes de estudios es mucho más grave para la formación de las personas que las sucesivas polémicas sobre una asignatura particular destinada a la educación para la ciudadanía.
Así que me siento orgulloso por la huelga de mi hija, una niña que tenía pensado hacer el bachillerato artístico y que ve ahora como su música y su teatro se le escapan por el Wertedero que está acabando en España con la educación pública y la cultura.
La huelga es educativa. Como los colegios no son los únicos espacios de socialización, prefiero que las llamadas del compromiso político, la rebeldía y la defensa de los derechos sustituyan por una semana a la tele-basura en el escenario español. Igual tenemos suerte y la espesura de la derecha acaba de españolizarnos a todos, pero de una manera distinta. El españolismo manipulador del PP sólo ha servido para facilitar el sentimiento independentistas en Cataluña y El País Vasco. Quien nos quita ahora la ilusión de que el asalto a la enseñanza pública no sirva para unir por fin a alumnos, profesores y padres en la defensa de una educación decente, quiero decir, bien financiada, laica, libre y no discriminatoria por razones económicas o de sexo. En todos los asaltos contra la democracia, la educación es siempre la primera línea de fuego.
Luis García Montero (Publico.es 18 de octubre de 2012)