Al regreso del camino bajo el sol del mediodía,
me acoge la fresca sombra de tus ásperas hojas,
con su profundo aroma, idéntico al verano.
Contemplo, agradecido, tus jugosos retoños,
que mis manos no alcanzan.
En los mapas de tus hojas, silenciosa higuera,
cabe el mundo.
Desde la caótica geometría de tu espeso ramaje,
me regalas tesoros que los ojos hechos a los surtidos anaqueles
del ocioso y vacuo mercado online
no reconocen.
Tus invaginales frutos marcaron ciclos en un tiempo sin relojes.
"De higos a brevas", decimos todavía.
Estas, en junio, más grandes.
Los postreros, cuando ya ahoga el calor, más dulces.
Asta frágil, sagrada y meditabunda,
compañera doméstica junto al pozo del corral
o entre los caballones de la huerta,
también habitas, silvestre, en recónditos hontanares.
Hecha a vivir con poco,
cuanto más dura es la tierra que te cobija,
más escasos, pero más sabrosos, son tus hijos.
Austera, compasiva, paciente higuera.
HANIDEM
Querido amigo Ángel, saboreo cada palabra como si de un bocado de tan rico fruto se tratara. He vuelto a revivir momentos que lejos tenía que ya.
ResponderEliminarGracias por este regalo tan dulce. Un abrazo muy fuerte
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EliminarAbrazos fraternos
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EliminarGracias por tu comentario
EliminarGracias por tu comentario, amiga o amigo anónimo
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