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jueves, 27 de enero de 2011
Alicia y los gigantes
Continuó creciendo, creciendo…
Alicia, curiosa, acababa de beber de un frasco que había junto al espejo, aun a riesgo de que su contenido fuera peligroso. "Estoy segura de que ha de pasar algo extraordinario (…) Y no tardó en tener que arrodillarse para caber en el cuarto (…) Mas no paraba de crecer, y como último recurso sacó una mano por la ventana y metió un pie en la chimenea, al tiempo que exclamaba: ¡Ya no puedo hacer nada! ¿Qué va a ser de mí?".
Y es que crecer no siempre es deseable. Así, en la naturaleza, junto a un crecimiento saludable, el que se detiene en el equilibrio de la madurez, existe otro mórbido del que resultan efectos malignos, un tumor o el gigantismo, pongamos por caso. ¿Por qué lo que en la vida orgánica conduce a una enfermedad y en los cuentos nos provoca miedo, ha de ser visto como algo deseable en economía?
Aquí una disminución o incluso un estancamiento siempre es considerado un mal dato, aun cuando se tome como referencia una cifra previa de ganancias exponenciales. Tanto da que sean los beneficios de la banca, como el PIB o la venta de casas, coches o teléfonos móviles. Es tal el pavor a esos “malos resultados” que ni siquiera se nombra a la “bicha” del decrecimiento, y los economistas prefieren hablar de un “crecimiento negativo”, que es algo así como un “gigante enano” (una contradictio in terminis u oxímoron).
Impera en economía un darwinismo desaforado con supervivencia del mejor adaptado que es, o acaba siendo, el más fuerte. Camina el mundo en esta lucha silvestre hacia una concentración progresiva de riqueza en manos de unos pocos Estados y, aún peor, de unos pocos especuladores que no acostumbran a consultar sus decisiones con los afectados. Ni el Planeta puede aguantar más expolio de recursos, ni sus habitantes más injusticia.
Crecer y crecer, ¿hacia dónde, hasta cuándo? Anunciaban, ufanos, nuestros dirigentes que jugábamos en la champions league de la economía mundial a la vez que sacábamos la mano por la ventana y metíamos el pie en la chimenea. ¿No sería bueno plantarnos en un equilibrio presupuestario sin más codicia? A partir de ahí, podríamos sumar nuestros esfuerzos para crecer en igualdad, justicia o alfabetización, porque aquí sí que nos arrastramos hacia un claro crecimiento negativo.
GRANADA HOY, 16 de junio de 2010
(Imagen: Leonor Solans, Alicia crece)
Attac Acordem
Justicia económica global
mucha razón. ¿cuántas veces las pesonas buscan acaparar para sí? eso llegará al punto de estancarlos, entonces buscarán no tanto crecer ellos, sino encoger a los demás. Si tan solo pensáramos que llegando a un límite hacia arriba, solo nos queda crecer a los lados (o sea, ayudar a los de nuestro alrededor a crecer), llegaríamos a crecer sanamente, en igualdad, lo que crearía un nuevo nivel a partir del cuál se podría volver a crecer hacia arriba.
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