En El País de hoy:
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| © Martín Elfman |
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| María Zambrano en Madrid (1932) https://poesiamaspoesia.com/241-poesia-mas-poesia-maria-zambrano/ |
Su libro pretende ser guía y confesión, dos géneros filosóficos con amplia tradición en España (Maimónides y Miguel de Molinos): «El resultado a que hemos llegado en estas breves páginas, que más breves aún querrían serlo, es que la Aurora, que no nos ha ofrecido la posibilidad de ser un conocimiento propiamente filosófico, una episteme, nos impone inexorablemente su condición de pertenecer al mundo de lo cognoscible. Desde el primer momento en que se la mira, nos mira ella a su vez, pidiéndonos, requiriéndonos, el que la miremos como la clave de la physis, del cosmos (…) Guía, pues, si por guía entendemos la aparición de algo, un suceso, una presencia que saca al sujeto de sí, de la situación en que estrictamente está apresado en una ignorancia que es inmovilidad, y la inmovilidad en el ser humano es intrascendencia. Conocerse es trascenderse.»
Y, siguiendo la guía del nuevo método zambraniano, dejo aquí constancia de la experiencia entrañable. Permanece en mí el recuerdo imborrable de la importancia que mis padres, desde su profunda religiosidad, concedían al amanecer como momento privilegiado del día para -según nos decían- apreciar la belleza de la creación divina y dar gracias por ver un nuevo día. “Mañana veremos amanecer” nos anunciaban con solemnidad y gozo, cuando, con ocasión de algún acontecimiento especial, debíamos madrugar para salir de casa antes de la amanecida. “¡Mirad, hijos, va a salir el sol! ¡Mirad, qué hermoso amanecer!”. Este imperativo, “¡Mirad!”, era expresión muy frecuente en mi madre. Y a Blas Zambrano, su padre, dedica María su primer libro, Horizonte del liberalismo (1930), con estas palabras: “A mi padre. Porque me enseñó a mirar”. La filósofa andaluza dice que aprender a filosofar es aprender a mirar, pero no se trata de una mirada inquisitiva o interrogativa, sino contemplativa, pasiva, que se deja atrapar por la belleza o el misterio de lo contemplado, sin más. La guía de mis padres provocó en nosotros una ferviente reverencia hacia ese momento único, mágico, del paso de la oscuridad a la luz; de modo que, con cierta frecuencia, y siempre durante nuestras estancias en la casa de la sierra, decidíamos “resistir” -al sueño, se entiende-: “Hoy vamos a resistir para ver amanecer”, conveníamos en secreto. Y, cuando lográbamos vencer a Hipnos, salíamos al exterior apenas veíamos apuntar la primera claridad por el horizonte para que la llegada del Sol nos cogiera a la intemperie. Ahí, sin la protección hogareña, sentiríamos mejor el silencio que precede al alba, la leve brisa y el escalofrío del rocío.
Tiene la filosofía también la naturaleza de una confesión, según María: «Se le figura a la autora de estas breves confesiones que un nuevo modo de razón -por ejemplo, la
razón poética- sea necesario. Un modo de
razón en el que se redime la pasividad, la total pasividad, frente al
conocimiento y a aquello que lo mueve y aun engendra, el amor. Una razón sin
paradojas, sin agonías, sin parecerse a sí misma, casi sin juicio, mas no sin
orden; y tanto como ser una razón nueva habría de ser una vita nova (…) La vida de los sentidos se ha ido reduciendo a medida
que la razón occidental se yergue (…) Así, esa arquitectura que a todo iguala,
la lisa pared, hasta hacer desaparecer toda curva, todo escondrijo, todo alero,
donde la golondrina, y sobre todo la paloma, no encuentran lugar. Ciudades hay,
cimas de civilización, que sin decretar la extinción de las palomas -¡de la
paloma, Señor!- penan con decretos, decretan, con fuerza de ley, que no se deje
con vida ni un solo nido, porque la presencia de los nidos afea la limpia
ciudad (…) El conocimiento que
aquí se invoca pide que la razón se haga poética sin dejar de ser razón,
que acoja al “sentir originario” sin coacción (…) Así la aurora se nos aparece
como la physis misma de la razón poética.»
Pasividad, disponibilidad, apertura; frente a la avidez, al “ansia de captar” (“Ir a la caza de conceptos”, escribe Zambrano). «Tiene la mirada que sale de la noche -de esta de la historia también- una disponibilidad pura y entera, pues que no hay en ella sombra de avidez. No va de caza. No sufre el engaño que procura el ansia de “captar”. La tiranía del concepto, que somete la libertad con el cebo del conocimiento.»
A poco que se piensen, son las de Zambrano propuestas revolucionarias que piden derruir nuestro renqueante edificio civilizatorio -afanoso, conquistador y apresurado- para levantarlo sobre otros cimientos.
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| María Zambrano à Madrid en 1932 https://poesiamaspoesia.com/241-poesia-mas-poesia-maria-zambrano |
«L’apparition de l’Aurore unifie les sentiments, les transformant en sens (…)
Comme il en va d’autres lieux inviolables de la pensée humaine (…) qu’il
faudrait laisser naître avant tout, sans les arracher au lieu de leurs racines,
sans les extraire de l’unique lieu sacré où ils doivent naître et vivre. Ils
appartiendraient toujours à l’Aurore, ces pensées si élues, fruits de la pensée
humaine (…) L’Aurore, en se retirant, annoncerait-elle peut-être la
multiplicité des temps?»
Son livre se veut à la fois guide et confession,
deux genres philosophiques de grande tradition en Espagne (Maïmonide et Miguel
de Molinos):
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| L'homme et le divin Éditions Corti (2006) |
Si l’on y songe un instant, les propositions de
Zambrano sont révolutionnaires: elles demandent de démolir notre édifice
civilisationnel chancelant —laborieux, conquérant et pressé — pour le rebâtir
sur d’autres fondations.
www.filosofiaylaicismo.blogspot.com
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In “The Appearance of the Borderland,” from her enigmatic and poetic work From the Dawn (1986), María Zambrano writes:
María Zambrano in Madrid (1932)
“The appearance of the Dawn unifies feelings, transforming them into meaning (…) As happens with other inviolable places of human thought (…) which should be allowed to be born, above all, without tearing them from the place of their roots, without extracting them from the single sacred place where they must be born and live. These most chosen thoughts would always belong to the Dawn, fruits of human thinking (…) Might the Dawn, in its withdrawal, perhaps announce the multiplicity of times?”
Her book seeks to be both guide and confession, two philosophical genres with a long tradition in Spain (Maimonides and Miguel de Molinos):
“The result we have reached in these brief pages, which would like to be even briefer, is that the Dawn, which has not offered us the possibility of being a properly philosophical knowledge, an episteme, inexorably imposes upon us its condition of belonging to the realm of the knowable. From the first moment in which one looks at it, it looks back at us, asking us, requiring us, to look at it as the key to physis, to the cosmos (…) A guide, then, if by guide we understand the appearance of something, an event, a presence that draws the subject out of himself, out of the situation in which he is strictly imprisoned in an ignorance that is immobility, and immobility in the human being is intranscendence. To know oneself is to transcend oneself.”
Philosophy also has the nature of a confession, according to María:
“It seems to the author of these brief confessions that a new mode of reason—for example, poetic reason—is necessary. A mode of reason in which passivity, total passivity, is redeemed in the face of knowledge and what moves it and even engenders it: love. A reason without paradoxes, without agonies, without resembling itself, almost without judgment, though not without order; and as much as being a new reason, it would have to be a vita nova (…) The life of the senses has been diminishing as Western reason rises (…) Thus, that architecture which levels everything, the smooth wall, until all curves, all hiding places, all eaves disappear, where the swallow—and especially the dove—find no place. There are cities—peaks of civilization—that, without decreeing the extinction of doves (of the dove, Lord!), punish with decrees, decree with the force of law, that not a single nest be left alive, because the presence of nests spoils the clean city (…) The kind of knowledge invoked here asks that reason become poetic without ceasing to be reason, that it welcome the ‘original feeling’ without coercion (…) Thus the dawn appears to us as the very physis of poetic reason.”
Passivity, availability, openness—in contrast to greed, to the “lust to grasp” (“To go hunting for concepts,” writes Zambrano).
“The gaze that emerges from the night—also from this night of history—possesses a pure and complete availability, for there is in it no shadow of greed. It does not go hunting. It does not suffer the deception brought about by the lust to ‘grasp.’ The tyranny of the concept, which subjugates freedom with the bait of knowledge.”
Considered even briefly, Zambrano’s proposals are revolutionary, calling for the demolition of our staggering civilizational edifice—anxious, conquering, and hurried—in order to rebuild it upon different foundations.
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| "Zapatos en el paseo del Danubio" (G. Pauer y C. Togay) © Viajeros Blog (https://viajerosblog.com/budapest-y-su-monumento-de-los-zapatos.html) |