sábado, 11 de julio de 2020

Infrahistoria

     
       Hablaba Miguel de Unamuno de la intrahistoria, el curso subterráneo de la “tradición eterna”. Nosotros vamos a referirnos a ese cauce oculto con el término “infrahistoria”, con permiso del viejo filósofo: las historias de cada pueblo y aldea, de cada familia, de cada persona o aun de cada ser vivo; pues, por humilde que sea, tiene su existencia un discurrir en una circunstancia que puede ser narrada.

Toda peripecia vital tiene sus efectos en otras vidas próximas o lejanas y también en su entorno, como el célebre batir de alas de la frágil y recóndita mariposa. Son vidas cuyo decurso temporal corre oculto bajo la tramoya de los macroacontecimientos de héroes y personajes que siempre cuentan, maquillan, falsean los vencedores.
Hoy paseo por una angosta vereda que une Cáñar con Soportújar, en las Alpujarras granadinas, atravesando un edén de horizontes lejanos y escarpadas lomas, veneros vírgenes y acequias añosas. Un acoplamiento armonioso del afán de sucesivas generaciones domesticando con respeto el medio natural con sus caminos sin asfalto, sus casitas de launas orientadas al sur, sus sencillos huertos abancalados y los centenarios castaños son las únicas catedrales que yo admiro”, me confesó  hace tiempo un nietzscheano pastor de estos pagos que hunden profundas las raíces en la arriscada pendiente para frenar la erosión y dar frondosa sombra a las manos que los sembraron.
Dos ruiseñores sostienen una prolongada conversación en esta fresca mañana de julio con el rumor del río Chico como fondo de bajo continuo. No conocen otro lugar ni desean otra vida u otro paraíso que este que habitan en los días de su breve existencia, de su ignota infrahistoria que hoy se cruzó con la mía.

martes, 26 de mayo de 2020

¡POR FAVOR! SIN RUIDO NI FURIA (escrito a modo de exorcismo contra la desolación y el insomnio)

Miguel Ángel Rubio Mirón (Profesor de Enseñanza Secundaria)


         Al dolor inmenso que está provocando en todos nosotros esta pandemia viene a añadirse ahora, en mí al menos, la tristeza y la rabia de una imagen falsa, que, sin embargo, se extiende en la calle. Una especie de mancha de impureza trágica e inevitable que nos define como país: no somos coreanos ni alemanes, eficientes y cumplidores; tampoco portugueses, además de lo anterior, leales y solidarios.
No. En nosotros es congénita la semilla de la división, del egoísmo y la deslealtad; la imposibilidad de un proyecto común. Incluso en estos tiempos de desgarro, huecos de vida.
¿Por qué esa imagen? ¡No es cierta!
En los momentos de peligro absoluto, el alma humana entra en tensión entre dos impulsos. El egoísta del “¡Sálvese quien pueda!” y el de la ayuda mutua. Necesario y natural el primero, el segundo viene a complementarlo pronto, por inteligencia y por solidaridad de grupo. La salvación o es común o no es. Sólo los muy ciegos o los cegados no lo entienden.
Contra esa imagen, lo que yo he visto y veo muy mayoritariamente son personas que cumplen y ayudan. Sanitarios a la cabeza, y también los demás colectivos. Por hablar del mío, el docente, que es el que mejor conozco, los profesores estamos poniendo nuestro tiempo, nuestros medios y nuestra salud en el empeño, sin el mayor aliciente para nosotros, que es ver el brillo del conocimiento en los ojos de nuestros alumnos y sentir su cercanía atenta o bulliciosa, pero reconfortados en nuestro esfuerzo por su respuesta y la de sus familias –que nosotros también tenemos, por cierto. (Se me ocurre ahora que el beneficio que les estamos generando con nuestro trabajo a compañías eléctricas y de telefonía podría revertir, por ejemplo, en las arcas del Estado. ¿A nadie en los distintos gobiernos se le ha ocurrido?).
Esta es la realidad social que observo. En el trabajo en los campos -¡qué bien ahora los trabajadores migrantes, eh!-, en las tiendas y mercados, en las terrazas que vuelven a servir, en los servicios de limpieza, en los transportistas… en la solidaridad vecinal con las personas de riesgo.
Es cierto que hay actitudes minoritarias de los “ciegos” o “cegados” de los que hablaba arriba, que nos ponen en peligro a todos, pero esto no debe hacernos olvidar lo general. Es cierto también que algunos lo hacen organizados. Y esto es más preocupante porque inocula miedo, desconfianza y disgrega cuando necesitamos unidad.
Patriotas de sus privilegios y voceros de machismo y xenofobia ocupan el espacio público esparciendo ruido y odio, pavoneándose en actitud chulesca. Con banderas que vejan al apropiarse de ellas de forma espuria, para desánimo de los ciudadanos que sienten que es la de todos. Banderas humilladas y ruido, porque de los bulos y falsedades que generan ellos y sus medios, y de los que en un círculo vicioso se alimentan, no pueden surgir argumentos, ni siquiera lemas. Lo importante es derribar al Gobierno. Según ellos, resulta que tenemos un gobierno de incompetentes y asesinos que, además, nos arrebata la libertad. No entiendo cómo no han dicho aún que el virus lo ha fabricado el Vicepresidente Endemoniado en su mansión de la Sierra, fruto de una trama venezolana (“¡No des ideas!” dice Bala, mi perra, que aúlla en latín). –perdón por haber perdido el tono-. 
Sencillamente, es una ofensa para las personas que nos han dejado y, por desgracia, para las que todavía nos van a dejar, para sus familias y para los ciudadanos que las acompañamos en el dolor. Una ofensa de ellos, a quienes tanto les preocupan sus caídos.
Estas marchas, en coches no porque no tengan conciencia ecológica, sino porque no las pueden hacer a caballo, las hacen apoyándose en la “libertad de expresión” y en la “democracia”, libertad y democracia que sólo respetan cuando alcanzan el poder los suyos.
La democracia de verdad, la que integra en la discrepancia mediante el debate es inclusiva, no excluyente. “Diferenciar amigo y enemigo es contrario al espíritu democrático” (J. L. Villacañas, Imperiofilia y el populismo nacional-católico). Es lo más valioso para una comunidad de ciudadanos justa y libre. Y hay que defenderla. La Atenas clásica, que inició el camino, en la que la parrhesía, la libertad de palabra, era el cimiento de la democracia, castigó a Frínico por poner en escena el dolor de la ciudad de Mileto tomada por los persas. Nuestras leyes, porque la nuestra quiere ser una democracia avanzada, ¿no?, no permiten actuar así con quienes se quieren aprovechar del dolor de sus conciudadanos. Pero estos desalmados deben merecer nuestra reprobación moral desde el conocimiento y desde las convicciones democráticas. Y como auténticos demócratas tenemos la obligación y el derecho de hacer esa reprobación de forma individual y colectiva, dentro de las normas que hemos acordado, a no ser que queramos ser simplemente unos idiotaien griego, de nuevo, “quienes se despreocupan de los asuntos públicos y sólo atienden a lo particular”).
En esta cuestión de la defensa de la democracia y de nuestra propia imagen tienen un papel fundamental los medios de comunicación (conocimiento) y las formaciones políticas (fortaleza democrática).
Hay que ser escrupulosamente profesional -y sabemos lo que eso significa- al abordar la realidad para transformarla en noticia. En todos los medios y especialmente en los públicos. En La 1, el tratamiento de la “marcha por la libertad” de ayer, sábado 23 de mayo, ocupó un espacio exagerado y tuvo un tratamiento casi apologético por, espero, purismo mal entendido. Muchos coches, mucho color, calles colapsadas, pero ¿Cuántas personas participaron? ¿Qué efecto sobre la ciudadanía? ¿Qué pretendían los participantes? ¿Ser objetivos es poner un micro al alcance, de quiénes? Me temo que los “marchadores” estarán encantados. ¿Críticas u oposición a la marcha? Alguna, para que no se diga.
A mí me ha llegado un vídeo en el que unos jóvenes, “agresivamente” armados con textos contrarios a la marcha –imagino- escritos en cartones, intentan hacerse visibles a los manifestantes, que guardan, ¡naturalmente!, la distancia física. Son rechazados, porra en mano, por dos policías, que no son La policía democrática, pero son policía democrática, entre vítores vergonzosos. Parafraseando a Galeano, “pajarillos de la subversión disparando a las escopetas de la libertad”. Ahí hay noticia, sólo son cuatro jóvenes, pero defendiendo la democracia.
No les habrá llegado a los responsables de los Informativos o puede que hayan pensado que es un bulo… Igual que el del asunto del palo de golf o la escoba, tratado frívolamente en RNE1. ¡Personalmente me importa un pito que sea una cosa u otra el instrumento con el que el borjamari de turno ataca la señal de tráfico! Me importa el gesto y lo que significa.
Y por seguir con noticias… Muchas me han conmovido en este tiempo: imágenes de los hospitales colapsados, fallecidos sin acompañantes, ancianos en sus residencias, colas de personas esperando comida… Todas dolorosas y cubiertas informativamente con la profusión y la sensibilidad obligadas. Se me han quedado grabadas en la memoria también, sin saber muy bien por qué, dos menos impactantes, pero asimismo significativas: la queja-petición de un migrante recordando su trabajo en los campos y pidiendo derechos básicos, y la súplica de una señora del barrio de Salamanca de que no se les estigmatice a todos los vecinos por lo que hacen unos energúmenos en su barrio. Todos unidos por el dolor y la injusticia. De los dos últimos casos también se puede hacer un buen tratamiento informativo.
Otro lugar común muy extendido y al que se echa en buena medida la culpa de nuestra imagen negativa son nuestros políticos, movidos sólo por sus intereses de partido, incapaces de consensuar medidas, alejados de los ciudadanos… ¡Todos por igual! ¿Para qué la democracia?
La equidistancia es siempre interesada, o el refugio del perezoso intelectual. Tiene vacuna: se llama conocimiento y preocupación por la verdad y su difusión. Espero que el tiempo, con el testimonio de expertos y científicos, y no sólo del equipo gubernamental, ponga a cada uno en su sitio y cada uno cargue con su responsabilidad. Responsabilidad en el origen de la crisis, en su actitud política ante ella y en su manera de afrontar la salida, si es que esta llega.
Por supuesto que la crítica es necesaria: los errores en las decisiones tomadas, graves; la falta de transparencia en la toma de decisiones, la imposición incluso, posibles. Pero esto no justifica la deslealtad de apoyar y alentar operaciones de acoso y derribo al gobierno legítimo sea como sea.
Nunca he votado, ni creo que lo haga, al partido mayoritario en el Gobierno de la nación. Por muchos motivos: OTAN, privatizaciones, casos de corrupción… pero, sobre todo, por haber permitido que la Educación Pública, el elemento principal de integración democrática y de promoción de la igualdad entre los ciudadanos, haya terminado cayendo, en una parte importantísima, en manos de una iniciativa privada que en nombre de la “libertad de elección” consigue la financiación de sus privilegios con el nombre de conciertos. Tampoco que en la Educación Pública no se haya apostado por la integración de la diversidad que nos constituye como nación de naciones. ¿Por qué en todo el tiempo de democracia bajo gobiernos socialistas no se ha diseñado, por ejemplo, una asignatura común a todos los futuros ciudadanos que sencillamente a mí, que soy extremeño de origen, me permita pedir el pan en catalán en Besalú, en gallego en Cambados o en euskera en Etxalar? “El fascismo también es un virus” dice con razón Rufián. También puede llegar a serlo el nacionalismo. Y ambos tienen también vacuna en una Educación Pública al servicio de la democracia. Y en cambio, en las aulas se sigue adoctrinando.
Pocas simpatías por el principal partido del Gobierno; tampoco entusiasmo por su aliado principal. Pero están actuando con decisión y medida; con voluntad de atender todos los frentes con todos los medios disponibles; elaborando disposiciones legales –ley climática, renta mínima, becas, cambios en la reforma laboral… y todo ello, en medio de esta situación crítica. ¿Carta blanca? No. ¿Apoyo crítico a un gobierno legítimo? Sí.
Y también pensar y repensar cómo estamos. ¿Por qué hemos llegado a esta situación? ¿Cómo evitar que vuelva a darse? ¿Cómo redefinimos los servicios esenciales? 
Un economista hablaba ayer en RNE1 de reactivar la economía propiciando el consumo. ¿Será una reactivación ligada a unas prácticas de economía ecológicamente sostenible? ¿Volveremos a un turismo de masas que invada las ciudades y deteriore el medio ambiente? Supongo que todos hemos notado, en medio de este desastre, el placer de unas calles sin tráfico, con un silencio sólo amenizado por el bullicio de los niños jugando, por los trinos de los pájaros volviendo a sus hogares de fronda renovada… Muchos retos.
Prudencia y mucho estudio necesario. Porque vuelve el fútbol, que entretiene, pero poco enseña. Estudio de la realidad y de la Historia que enseña y, además, entretiene, y que, entre otras cosas, nos advierte de que la serpiente nace de un pequeño huevo.

(SI DESEAS APOYAR ESTE MANIFIESTO CON TU FIRMA, PUEDES HACERLO AQUÍ: EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA)



Mariana Pineda, 26 de mayo


Hoy, 26 de mayo de 2020, se cumplen 189 años de la vil ejecución de Mariana Pineda a garrote con 26 años. Corría en España la Década Ominosa, como se conocen las tropelías cometidas en sus diez últimos años de reinado por Fernando VII, el Rey Felón, el Borbón que traicionó su promesa de lealtad a la Constitución liberal de 1812 para perseguir sin descanso a los liberales españoles con el decidido apoyo de los poderes fácticos, tan activos en la España de hoy como en la de entonces. Con Mariana, cayeron víctimas del yugo absolutista Torrijos, Espoz y Mina o Riego. Los medios locales no mencionan hoy la efemérides y el cadáver de la joven luchadora, que esperó su temprana muerte presa en el Convento de las Arrecogidas, sigue encerrado en los oscuros sótanos de la Catedral de Granada, inaccesible para quienes quisiéramos rendir homenaje a sus nobles restos. Cada curso, visito con mis alumnos su casa museo en la Calle Águila, utilizando para ellos el material didáctico que pueden encontrar en este mismo blog (Filosofía en Secundaria). Desde aquí, pedimos que el 26 de Mayo sea declarado festividad local (en sustitución del dos de enero, Día de la Toma de la ciudad), y que sus restos sean trasladados al cementerio municipal donde puedan ser honrados y visitados.

lunes, 30 de marzo de 2020

Primavera

Mirando por la ventana esta calle desierta, esta ciudad paralizada y silenciosa, quién diría que es la mañana de un lunes de marzo. Dieciséis días ya de encierro colectivo. Todo un país, un continente, el mundo entero confinado en casa, en arresto domiciliario. Las ciudades silenciosas están tristes, pero se oyen los pájaros, el ladrido de un perro, los pasos de un caminante solitario, la campana del reloj de la torre. Y huele a pueblo. En el solar abandonado frente a mi casa, la mediterránea higuera loca va verdeciendo junto al asiático ailanto, mostrando el vigoroso progreso de la primavera, sorda a nuestros avatares. Con versos de Martín Vivaldi en la memoria, los miro con gratitud.  "Desde mis noches sin auroras, desde mi nueva y fría desesperanza, desde la ausencia, desde mi soledad, a ti, árbol despierto en la mañana, yo te saludo: ¡gracias!".
Y ahora, como en las veraniegas siestas de la infancia, me embarga la plácida sensación de que el tiempo y el mundo se han detenido. De que nada es tan importante, nada corre demasiada prisa más allá de dejarse vivir en un despreocupado olvido. 
Así, de improviso, como estallan las grandes calamidades, ha llegado a nuestras vidas esta epidemia. Y también de improviso, rompen nuestras vidas, y lo que, hasta ese momento, habían sido la rutina y la seguridad de un hogar, los amigos o el trabajo, se desvanecen. Con lo puesto, nos vemos arrojados a un océano de incertidumbre y desgracia, y nos volvemos invisibles a los ojos de otros que siguen en su zona de confort sin sospechar que también para ellos, que nos cierran sus puertas con displicencia, acabará cerrándose la noche. Confío en que esta plaga nos haga avanzar hacia una sociedad mejor, pero la agorera sentencia de Sánchez Ferlosio adquiere una fuerza reveladora, y temo que vengan más años malos y nos hagan más ciegos.

jueves, 12 de marzo de 2020

La máscara de la Muerte Roja



En este cuento, gótico donde los haya, Alan Poe nos habla de un príncipe “feliz, intrépido y sagaz” que pretendió burlar una epidemia de peste encerrándose tras los muros de su palacio con sus más allegados. Tan sólo las oscuras campanadas de un viejo reloj de ébano les recuerda la fugacidad de la existencia. Pero la música apaga el incordio de ese eco monótono. Allí se entregan a los placeres, volviendo la espalda a la muerte que, mientras, se enseñorea de la tierra donde moran y mueren sus paisanos: “La Muerte Roja había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa”.  Pero la muerte no se detuvo. Viajó, atravesó fosos y murallas, hasta alcanzarlo a él y a los suyos. “Había venido como un ladrón en la noche. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres”. Ahora, como entonces, no hay fronteras que paren el avance de ciertos males que nos hermanan al género humano mal que nos pese.

lunes, 2 de marzo de 2020

La generación ágrafa



El mismo miedo que observo en muchos de mis alumnos cuando deben enfrentarse a un texto escrito, para leerlo, comprenderlo y comentarlo críticamente, lo he visto en las calles de las zonas turísticas de Granada. Un viajero se detiene ante la imponente belleza de la Alhambra y sus bosques vistos desde el Paseo de los tristes, solitario aún en las primeras horas de esta mañana. Desenfunda inmediatamente su móvil para hacer una foto o un vídeo. No es capaz de permanecer quieto y en silencio (padece horror vacui); y, menos aún, de entrar en diálogo consigo mismo ante esa grandeza. También sabe que no habrá ocasión para contar a un familiar o a un amigo lo que vio o lo que sintió en ese momento mágico, porque no habrá un oído dispuesto a escucharlo; o, de haberlo, su falta de costumbre hará inútil el esfuerzo por enhebrar un discurso eficaz para tan noble empeño descriptivo. Una foto o un vídeo resuelve la cuestión sin más. Una imagen más que viajará por las redes y que, inmediatamente, quedará reducida a escombro virtual y a espejismo de experiencia para quien la hizo. Lenguaje y pensamiento son la misma cosa: Logos era el término griego para referirse a ambos. Pero nos estamos quedando sin palabras. Somos una generación ágrafa, aléxica y afásica.  

domingo, 1 de diciembre de 2019

Cautivos y desarmados

Oigo a la derecha tronar porque el diálogo vuelve a abrirse camino en las trincheras catalanas. El diálogo exige escucha, franqueza y generosidad, pero sin él no existe democracia, cuya virtud esencial es el respeto a las minorías, lo más opuesto al rodillo de la voluntad mayoritaria, la versión marcial de la democracia que defiende esta acérrima derecha española, la de siempre y la que se viste con náuticas. La que sólo espera del adversario un parte final de rendición sin condiciones: "Cautivas y desarmadas las fuerzas catalanistas, el glorioso movimiento nacional ha alcanzado todos sus objetivos. El conflicto ha terminado."