Hay que despertar a la gente. Sacudir su manera de identificar las cosas. Habría que crear imágenes inaceptables. Que la gente eche espumarajos de rabia. Hay que obligarles a comprender que viven en un mundo muy raro. Un mundo que no es nada tranquilizador. Un mundo que no es como ellos creen...
André Malraux (y Picasso), La cabeza de Obsidiana. Buenos Aires, Sur, 1974. Págs. 76-77.
Hoy en día, cuando observamos el trabajo, entendido éste como esa dura labor que va de la mañana a la noche, nos damos cuenta de que es la mejor policía, ya que mantiene firme a cualquiera y sabe obstaculizar con vehemencia el desarrollo de la razón, de los deseos y del ansia de independencia. Pues consume una extraordinaria cantidad de energía nerviosa y se le arrebata a la reflexión, a la meditación, al sueño, a las preocupaciones, al amor y al odio, y coloca ante la gente objetivos mezquinos, al tiempo que asegura satisfacciones leves y regulares. Así, una sociedad en la que se trabaje duro permanentemente gozará de mayor seguridad; y hoy en día adoramos la seguridad como a la divinidad suprema... ¿Qué dosis de verdad puede soportar el ser humano?
F. Nietzsche.
sábado, 27 de abril de 2013
miércoles, 20 de marzo de 2013
Fracaso escolar
Aquí recojo el comienzo de su comparecencia: sólo cuatro minutos para que os hagáis una idea.
lunes, 18 de marzo de 2013
La porra, la cruz y la tijera
La parte buena de que manden “éstos” –así se refería mi madre al franquismo, en memorable definición sintética, acompañada por el levantamiento del pulgar, señalando a su espalda– es que las generaciones que no conocieron directamente sus represiones, acciones y omisiones tienen ahora encima de sus cabezas una muestra del género lírico que la gente de mi edad, y de más aún, sufrió como banda sonora.
Quienes creían que exagerábamos aquellos que nunca abandonamos la idea de la memoria histórica en ninguna de sus manifestaciones, disponen actualmente de una amplia panoplia de representaciones y personificaciones del ayer que nunca cesa. La mezcla de autoritarismo y rosario, de mantilla e hipocresía, de cachiporra y melindres morales ha sido puesta al día –hombre, tenemos lo que queda de democracia y de libertad de expresión, y está Internet: todavía no pueden callarnos–, pero el tupido velo bajo el que los sepulcros blanqueados se ocultan se rasga súbitamente cada vez que un ministro metepatas muestra su verdadero rostro, ya sea en el Congreso, en la rueda de prensa de turno o en una embajada de España en Roma, tomada por el Opus Dei tanto como lo está el Vaticano desde que Juan Pablo II le metió mano.
Efectivamente, hijos e hijas mías. Lo que nos temíamos los mayores, aquello de que volvían los mismos perros con distintos collares, se ha consumado. Puede que Jorge Fernández Díaz no sea Carrero Blanco –le faltan cejas para ello–, y puede que no aplique en su comportamiento cachiporrístico sus criterios religiosamente extremos. Los tiempos son otros. Y, del mismo modo que él tiene derecho a expresar sus necedades decimonónicas sobre sexo y demografía, nosotros estamos autorizados para ponernos varias moscas en cada oreja. Que un cristiano renacido –a estos ricos píos no les basta con nacer: quieren acaparar todas las posibilidades–, nada menos que en Las Vegas, abuse de los privilegios de su cargo para desafiar nuestra inteligencia, rodeado de cardenales y otras hidras, debería soliviantarnos más allá de la ofensa a los homosexuales.
Pero ¿de dónde salen éstos?, entran ganas de inquirir. Quizá esos jóvenes a quienes me refería se lo preguntarán. Yo tengo la respuesta muy interiorizada: es una cantera. Las mejores familias, los mejores colegios, los mejores compañeros, los mejores mentores, los mejores amigos, las mejores parroquias y los mejores negocios. Cuando pueden, regresan. Más modernos, más jacarandosos, con mejores relaciones –las de ahora se llaman mercado, y metan ustedes aquí las instituciones internacionales que se les vayan ocurriendo– y la mejor jeta de amianto.
La herencia recibida de los socialistas –ésta, sí– en lo que respecta a la sumisión del Estado español al Estado vaticano, la ausencia histórica de redaños por parte de la socialdemocracia patria –no solo las leyes: ese Vázquez trapicheando devociones en su satrapía romana, ese Bono–, se lo ha puesto en bandeja a este y a cualquier otro Gobierno de la derecha. Tal como están las cosas, con el proceso de descomposición del sistema que se está produciendo en los países europeos del sur, el nuestro aporta un pintoresquismo supremo, que es el de las peculiaridades añadidas.
Falta de transparencia y crucifijos al cuello, porras y pelotas de goma y gases lacrimógenos y –por todos los dioses– ganas de repoblar la tierra, alcaldesa y presidente de comunidad de la capital, gobernando como sucesores y apacentando sus rebaños hasta la Dormidina , ministros que controlan lo económico al tiempo que manejan la impostura. Un tipo, en cultura, cercano también al Opus, estableciendo las bases de la discriminación escolar por clase social y por sexo.
No, no son marcianos. Son españoles. Son “éstos”.
jueves, 7 de febrero de 2013
Emilia
“El pan
de los pobres es su vida. Quien se lo quita, es un asesino” (Eclesiástico, 34,
35)
(www.ellibrepensador.com) |
Tanto celo justiciero resulta muy
tranquilizador. Impera el orden. Saltan las alarmas y el ratero es castigado.
El pueblo recibe, con alivio, la esperada medida de gracia.
Las alertas se disparan por menos de
doscientos euros, pero han permanecido silenciosas durante varios lustros: los
que ha necesitado un delincuente de traje y corbata para evadir 22 millones de
euros de dinero negro (¿pero hay dinero blanco?). Ninguna alarma dio el aviso,
ningún policía lo visitó en su confortable despacho con vistas a Génova, nadie
se querelló contra él. Siguió acudiendo con dignidad a sus faenas diarias en la
sede de un gran partido, y, cuando se destapó la cloaca que nadie quería oler,
pero de la que muchos sacaban provecho, se limitó a decir, con la misma serena
dignidad y esbozando una leve sonrisa: este dinero lo he ganado honradamente.
Me aventuro a escribir que este
prohombre no precisará de indulto alguno. Para que todo siga en orden, Emilia.
domingo, 27 de enero de 2013
Filosofía, ¿para qué?
![]() |
(Publicada en El País) |
¿Para qué hablarles a nuestros bachilleres de Platón, Descartes, Nietzsche u Ortega? ¿Qué puede aportarles su crítica del conocimiento, la cultura, la historia o la religión? ¿Los mejorará acaso sus reflexiones éticas? Seguramente no. Un paseo por los argumentos de la duda cartesiana o la invitación nietzscheana a no ser camellos tal vez les ayude a modelar su rebeldía y a hacerla más fecunda. Pero poco puede contribuir esta pandilla de heterodoxos a un modelo de educación competitivo y economicista que persigue hacer de nuestros jóvenes unos trabajadores abnegados, buenos consumidores y votantes dóciles. Para eso les bastará con una formación técnica y un adoctrinamiento religioso, de cualquier signo, que esto importa menos.
También recordamos que un gobierno de Felipe González suprimió la Historia de la Filosofía como asignatura común en 2º de Bachillerato y la relegó a materia de modalidad en el bachillerato de ciencias sociales. Tuvo que ser una ministra del PP, Pilar del Castillo, quien la restituyera. (Por cierto, en el anteproyecto de la LOCE -2001- se establecía ya una reválida o Prueba General de Bachillerato –PGB- para obtener el título de Bachiller y acceder a la Universidad. ¿Les suena?). Pero Wert-Rajoy ha ido más allá que los socialistas, haciendo de la reforma una demolición controlada: reduce la Filosofía a una mera optativa y, además, suprime la Formación ético-cívica de 4º de ESO (impartida por profesores de filosofía) y también la Educación para la ciudadanía de 5º de Primaria y 3º de ESO (que los filósofos comparten con los profesores de ciencias sociales). Todas ellas han sido hasta ahora asignaturas comunes y obligatorias para todo el alumnado, convirtiéndose en instrumentos preciosos para la maduración intelectual y la formación en valores laicos comunes, imprescindibles para la convivencia. De hecho, así sucede en los países de nuestro entorno europeo.
Ahora Rajoy suprime tres asignaturas necesarias para el fomento del debate crítico y formativo, y para el conocimiento de otras formas de pensar y entender la existencia, y da vía libre al adoctrinamiento religioso; pues la religión sale fortalecida con la vuelta al viejo sistema de elección entre ésta y la ética (sistema considerado inconstitucional en varias sentencias del Tribunal Supremo). Vuelve a ser la ética filosófica, racionalista y laica, la hermana pobre de la religión: sólo llegará a los hijos de los descreídos o de quienes practican religiones diferentes a la verdadera. Sigue la segregación ideológica en las aulas. Vuelve el pasado.
martes, 22 de enero de 2013
¡A buenas horas!
Ofensiva parlamentaria del PSOE contra los privilegios de la Iglesia
(Enlace al diario PUBLICO)viernes, 11 de enero de 2013
El año ominoso
“El poder público viene a ser hoy, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de los ricos.”
Una somera reflexión acerca del primer año de gobierno de Rajoy nos autoriza a pensar que su lema podría rezar así: “Haz lo que prometiste no hacer; lo que prometiste, no lo hagas”.
El balance anual nos presenta a un gobierno que peca por acción y por omisión. Ha hecho lo que prometió que no haría (subir el IVA y el IRPF, bajar el sueldo de los funcionarios, no actualizar las pensiones, abaratar el despido, recortar en derechos laborales, en los presupuestos de educación -con subida de matrículas universitarias, y bajada en profesorado y en becas-, y de sanidad, acabar con la justicia universal y gratuita). Y, al mismo tiempo, ha dejado de hacer lo que dijo que haría (aprobar una ley de transparencia, suprimir instituciones innecesarias y gravosas para las arcas públicas como el Senado, las diputaciones o las mancomunidades).
Estos señores gustan autodenominarse reformistas, pero sus reformas van siempre contra la mayoría trabajadora. Y las aplican en cascada, de manera que no hemos terminado de protestar contra la privatización de los hospitales, cuando nos imponen las tasas judiciales o desmantelan la educación pública. No tocan, sin embargo, lo que buena parte de la ciudadanía reclama derogar con el apoyo del sentido común: la ley hipotecaria, la de indultos gubernamentales, la electoral, la ya añosa -y añeja- Constitución, o los privilegios del clero, es decir, el decimonónico clericalismo -manifiesto en los preconstitucionales Acuerdos con el Vaticano, en la exención de pagar el IBI (incluso para edificios en explotación que reportan suculentos beneficios, como aparcamientos públicos), en la presencia de la religión en las escuelas públicas a cargo de un ejército de más de diez mil catequistas pagados del erario público pero escogidos feudalmente por la Iglesia (1), en la potestad de la Iglesia para inscribir a su nombre propiedades -el chollo de las inmatriculaciones-, o en las subvenciones millonarias para sus colegios concertados, donde, con el dinero de todos, hacen de su capa un sayo.-
Pretenden los populares hacernos comulgar con silogismos que no son más que falacias, como éste: “Resolver una situación difícil exige adoptar medidas drásticas. Heredamos una situación económica muy difícil. Conclusión: Las medidas que estamos aplicando son duras, pero son necesarias y las únicas posibles para salir de esta situación.” Pero la conclusión adecuada es que hay que tomar medidas, sí, mas no que no haya un camino distinto al que ahora transitamos a la fuerza, una camino más solidario.
No son de fiar estos que se erigen en defensores de la familia, pero permiten a sus amigos banqueros dejar sin techo a niños, jóvenes, ancianos y a familias enteras, arruinadas de por vida por una deuda que ni entregando su hogar quedará saldada. Han sido sordos al clamor de trabajadores, estudiantes, parados, pensionistas, médicos, docentes, investigadores, jueces... Con un país en huelga o manifestándose en la calle, sólo han buscado el aplauso de la Troika, de la Conferencia Episcopal y del ala más conservadora de la CEOE, representada por el eximio Díaz Ferrán, un ladrón de chaqueta y corbata imputado por delitos diversos de los que acabará siendo indultado. Se ha incrementado exponencialmente en estos doce meses la percepción ciudadana de que los gobiernos de los últimos años (PSOE-PP) han sido el brazo ejecutor de una oligarquía permanente y camaleónica, que sólo cambia de color y que gobierna para las élites (política, empresarial, financiera y religiosa). Esta presunta bicefalia gubernamental se ve avalada por hechos tan tozudos como la relación de indultados por ambos gobiernos (entre los que se cuentan Alfredo Sáez -lugarteniente de Botín-, los mossos torturadores o los militares condenados por el accidente del Yakolev-42); o como el acuerdo de reforma de la sacrosanta Constitución para limitar el techo de déficit y dar prioridad al pago de la deuda por encima de cualquier otra partida presupuestaria -incluidas pensiones, sanidad o educación-; o, por fin, la caza de brujas desatada al unísono contra el juez Baltasar Garzón quien pretendía arrojar luz sobre las cloacas de la dictadura de las que no han dejado de salir fantasmas en estos ya casi cuarenta años de presunta democracia. Se confirma, lamentablemente, el lúcido diagnóstico marxista acerca del tardo-capitalismo que encabeza este artículo.
Nos deja, pues, el año una democracia herida y el desafecto de un importante sector ciudadano hacia la casta política. Y se reeditan algunas de las señas de identidad de la Década Ominosa, que vivió España bajo el yugo del indeseable Fernando VII: la represión de las libertades, la inoperancia económica y la presión de los ultra-reaccionarios, andas que llevaron a España a una de sus épocas de mayor oscurantismo y atraso económico, y polvos esos de los que vienen algunos de estos lodos.
Democracia herida, degradada incluso a mera coartada para justificar cualquier decisión, represión o mordaza. Con los poderes legislativo y judicial sometidos al juego de intereses de la partitocracia, debilitados en su independencia, víctimas de un poder ejecutivo que, amparado en el voto mayoritario, ejerce su voluntad de espaldas a los votantes, sólo atentos a sus conmilitones y acreedores.
Habla Rajoy de la legitimidad que le confieren las urnas (en las que, por cierto, obtuvo 233.831 votos menos que Zapatero en 2008), pero si un gobernante miente, entonces queda moralmente deslegitimado. Y si mentir es hacer algo distinto de lo que se ha prometido o decir algo distinto de lo que se cree o piensa, Rajoy ha mentido. Si quien miente es el presidente de un gobierno democrático y, además, lo hace para sacar provecho (ganar el poder), no le queda otra que dimitir. Es lo que también debió hacer Zapatero en mayo de 2010 cuando desde fuera le impusieron condiciones leoninas que no había pactado con los ciudadanos a los que se debía.
Y en medio de este páramo, decorado con casos de corrupción que afectan a cargos públicos de casi todos los partidos, reaparecen las pataletas de los independentistas catalanes y vascos, rabietas de niños malcriados repetidas cíclicamente y que tan bien les vienen a los que mandan en Madrid y en la periferia para que hablemos de otras cosas y no de las que importan.
España sigue funcionando mal que bien a pesar de sus gobernantes. ¿Qué queda de la ejemplaridad moral de los responsables públicos, esencial en un régimen de libertades? Dicen que saldremos de la crisis, pero, en todo caso, será a costa de una regresión en derechos y del sacrificio de una generación de jóvenes, los mejores formados de nuestra historia. Sí, a pesar de las críticas reiteradas de la derechona a la educación pública, universal, integradora, gratuita, el gran resorte para superar las desigualdades de partida. Así preparaban el terreno para el desmantelamiento de la educación pública con que soñaban desde hacía tiempo.
Es un balance triste y difícil de superar.
(1) Presencia que se verá reforzada con la LOMCE que impone una alternativa con contenido curricular -Valores éticos-. Sucesivas sentencias del Tribunal Supremo han establecido que la Ética no puede ser la alternativa a las clases de Religión: la actividad alternativa no puede ser evaluable, ni ocuparse de materias curriculares.
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