Según el obispo García Magán, portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el Papa Francisco ha estado de parte de los pobres, pero, eso sí, "entendiendo pobreza en un sentido amplio, no solo material".
¿A qué se refiere monseñor?
Cuando Cristo, en el Evangelio de Mateo, sostiene que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos (Mateo, 19: 23-30), ¿utiliza él también el término "rico" en sentido amplio? El contexto de la cita, sin embargo, no parece inducir a error. Ya saben, lo del camello y el ojo de la aguja. Pero, por si acaso quedaban dudas, Jesús, que era muy didáctico, nos anima, dos líneas más abajo, a dejar casas y tierras para ser dignos de seguirle.
Es la pobreza evangélica, de la que hablaron teólogos como Ignacio Ellacuría y monseñores como Óscar Arnulfo Romero, mártires ambos de la pobreza y de la justicia social en un sentido amplio, ahora sí. Así lo entendieron otros teólogos de la liberación como Juan Antonio Estrada, José Tamayo o Leonardo Boff, severamente amonestados por Juan Pablo II, elevado a la dignidad de los altares por la artrítica Iglesia Católica, investida de improviso para hacerlo de una juvenil presteza, tan gallarda como exultante. Así lo entendió, en fin, Francisco de Asís, tan pobre (¿de espíritu?) que, como un nuevo Diógenes, estimó que su raído sayo constituía ya un lujo excesivo. Y fue de este Francisco de quien tomó el nombre el difunto papa Bergoglio.
Francisco defendió a los pobres, a los marginados, a los excluidos y a los migrantes africanos que dejan sus vidas en el Mediterráneo, e, indignado, exclamó: "¡Vergogna!" ("¡Vergüenza!").También habló de la crisis climática y en su Laudate Deum la consideró el primer problema del género humano.
¿Se estaría refieriendo el Santo padre, no a un cambio de modelo social y económico, sino a un cambio de espíritu?
Pobre de espíritu es quien, careciendo de las virtudes esenciales (prudencia, paciencia, moderación y compasión), es incapaz de diseñar un proyecto de vida buena compatible, en un mundo de recursos limitados, con los proyectos ajenos, tanto del próximo como del distante.
¿Es el de monseñor Magán el magisterio de la madre Iglesia? En caso de serlo, es un magisterio torticero y fullero. Yo creo que como ejemplos de pobreza de espíritu ya contamos con Donald Trump, con Elon Musk y con toda su camarilla de España y Europa. Porque muy pobre de espíritu ha de ser quien sitúa el dinero en la cúspide de su axiologia personal. Sin duda, Francisco era demasiado woke para ellos.
Cuando el señor Magán habla de pobreza de espíritu, tal vez esté pensando en sí mismo, pues a las claras está que él también constituye un buen ejemplo; y, de paso, comienzan en la Conferencia a apropiarse de la figura de este pontífice valiente que ya no puede replicar.
Vergüenza deberían sentir.