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lunes, 28 de abril de 2025

Comentario en Modo Horaciano

 (En respuesta a "Mi adiós a las aulas: quien enseña, aprende") 

Por Miguel Ángel Rubio Mirón


Ángel, amigo,
Ya ves que nuestras horas,
Como las hojas de aquel olmo machadiano,
Se van desligando del árbol de la vida
Y cubren, copiosas, el sendero que pisamos.
El balón que de niños perseguimos
Lo evoca la imagen despiadada
De una esfera en el espejo despojada
De aquellos rizos otrora seductores.
¡Ay! ¿En qué rincón quedaron los amores
De que gozaba sin parar la edad temprana?
—Bueno, no tanto
La alegría del primer sol en la mañana,
Tras una noche de soñar sin dormir,
Entre amigos,
De reír y cantar,
De mirar en silencio la negrura estrellada.
Y el descubrir la belleza en un libro,
La música en las olas,
La paz en un paisaje.
Aquella profesora que te enseñó los clásicos.
Aprender que la vida tiene también
Su peaje de dolor, pero vale la pena.

¿Acaso se va yendo lo pasado?
Queda en nosotros. Nos conforma.
Bien lo sabes.
Veo en mi frente las arrugas de mi padre.
En los ojos de asombro de una alumna 
Incapaz de reprimir un "¡hala!" muy sentido—
Veo mi mismo escalofrío de niño
Ante un hallazgo impensable.

El tiempo se detiene.

Cierto que uno teme
Otro crujido inesperado en las lumbares;
Que lo que eran guedejas
Vayan tornándose, con suerte,
Someras canas.
Pero ¡Qué importa! Aún conseguimos,
Después de todo y de vez en cuando,
Mantener el tipo batallando
En nuestras camas.

Miguel Ángel Rubio Mirón

martes, 22 de abril de 2025

Pobres en un sentido amplio



Según el obispo García Magán, portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el Papa Francisco ha estado de parte de los pobres, pero, eso sí, "entendiendo pobreza en un sentido amplio, no solo material". 

¿A qué se refiere monseñor?

Cuando Cristo, en el Evangelio de Mateo, sostiene que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos (Mateo, 19: 23-30), ¿utiliza él también el término "rico" en sentido amplio? El contexto de la cita, sin embargo, no parece inducir a error. Ya saben, lo del camello y el ojo de la aguja. Pero, por si acaso quedaban dudas, Jesús, que era muy didáctico, nos anima, dos líneas más abajo, a dejar casas y tierras para ser dignos de seguirle. 

Es la pobreza evangélica, de la que hablaron teólogos como Ignacio Ellacuría y monseñores como Óscar Arnulfo Romero, mártires ambos de la pobreza y de la justicia social en un sentido amplio, ahora sí. Así lo entendieron otros teólogos de la liberación como Juan Antonio Estrada, José Tamayo o Leonardo Boff, severamente amonestados por Juan Pablo II, elevado a la dignidad de los altares por la artrítica Iglesia Católica, investida de improviso para hacerlo de una juvenil presteza, tan gallarda como exultante. Así lo entendió, en fin, Francisco de Asís, tan pobre (¿de espíritu?) que, como un nuevo Diógenes, estimó que su raído sayo constituía ya un lujo excesivo. Y fue de este Francisco de quien tomó el nombre el difunto papa Bergoglio. 

Francisco defendió a los pobres, a los marginados, a los excluidos y a los migrantes africanos  que dejan sus vidas en el Mediterráneo, e, indignado, exclamó: "¡Vergogna!" ("¡Vergüenza!").También habló de la crisis climática y en su Laudate Deum la consideró el primer problema del género humano. 

¿Se estaría refieriendo el Santo padre, no a un cambio de modelo social y económico, sino a un cambio de espíritu? 

Pobre de espíritu es quien, careciendo de las virtudes esenciales (prudencia, paciencia, moderación y compasión), es incapaz de diseñar un proyecto de vida buena compatible, en un mundo de recursos limitados, con los proyectos ajenos, tanto del próximo como del distante. 

¿Es el de monseñor Magán el magisterio de la madre Iglesia? En caso de serlo, es un magisterio torticero y fullero. Yo creo que como ejemplos de pobreza de espíritu ya contamos con Donald Trump, con Elon Musk y con toda su camarilla de España y Europa. Porque muy pobre de espíritu ha de ser quien sitúa el dinero en la cúspide de su axiologia personal. Sin duda, Francisco era demasiado woke para ellos. 

Cuando el señor Magán habla de pobreza de espíritu, tal vez esté pensando en sí mismo, pues a las claras está que él también constituye un buen ejemplo; y, de paso, comienzan en la Conferencia a apropiarse de la figura de este pontífice valiente que ya no puede replicar. 

Vergüenza deberían sentir. 

domingo, 20 de abril de 2025

Mi adiós a las aulas: quien enseña, aprende

          


         PANTA REI, Todo fluye. Con esta sentencia dio comienzo a sus clases, allá por el año 1983, mi profesor Tomás Calvo Martínez en el que era mi primer curso universitario del grado de Filosofía. Se trata de uno de los aforismos más conocidos de Heráclito de Éfeso, apodado El Oscuro. Nada permanece. Y también con ella terminaban mis alumnos de segundo de Bachillerato su exposición acerca de este enigmático filósofo en la que era una de mis últimas clases como profesor en el IES Manjón de Granada.

Antigua Sexi, ese era el sugerente nombre del Instituto de Bachillerato de Almuñécar donde me estrené un 15 de septiembre de 1989. Tenía 24 años y me esperaba un grupo de treinta y ocho estudiantes de COU a los que superaba poco en edad. La perfumada noche mediterránea de la víspera, alojado en un pequeño hostal próximo al rebalaje, dormí poco y mal. Pero amaneció una luminosa mañana de cielo azul y mar en calma, que me levantaron el ánimo. Después de un curso dedicado a las jodidas oposiciones, me reencontraba con ese olor tristón y espeso del aula, con el adobo picante de las saltarinas feromonas adolescentes. Yo iba con tanta ilusión como miedo. Y, para mitigar los nervios, mi hermano Juanfran, que ya era maestro y lo era por vocación, me aconsejó llevar un guion de actividades —con temporalización precisa, me indicó diligente— para esa mi primera vez en un oficio que tiene mucho de ritual, de puesta en escena. Hasta me anudé una corbata al cuello para aparentar más edad. Pronto comprendí que la autoridad —basada en el respeto recíprocoy el poder —asentado en el miedo— son cosas diferentes. De poco servía levantar barricadas, llamando de usted a mis alumnos o exigiéndoles un tratamiento similar hacia mí. Lo importante era no pensar en ellos como en grupos o bandadas, sino mirar a los ojos de cada uno y procurar tener presentes sus particularidades, sus talentos, sus expectativas y su intrahistoria única.

Después de treinta y seis cursos impartiendo en diversos centros las asignaturas de Filosofía, Ética, Educación para la Ciudadanía, Sociología, Psicología, Antropología, Oratoria y Debate, Atención Educativa, Ámbito Sociolingüístico, Proyecto Integrado y algunas materias más —incluso de otros Departamentos, como Francés o Geografía e Historia, con días de bastante miel y otros con alguna ceniza, hoy me despido de las aulas y de mis queridos alumnos.

Parece que fue ayer cuando mi madre me dejó por primera vez en una austera aula de mi desvencijada escuela. Tenía cinco años y ella me acompañó hasta la misma clase de doña Pepita. Solo la dejé marcharse con la promesa de que no se apartaría de la puerta hasta la hora de salida. El niño tímido y atolondrado que yo era entonces lo revela esta pequeña anécdota... (SEGUIR LEYENDO)


sábado, 19 de abril de 2025

Otra Semana Santa

Una pocesión en Córdoba ©Eldiario.es

       Una semana santa más con la ciudad convertida en un escenario permanente para que hermandades y cofradías exhiban sus dorados y abigarrados tronos portando imágenes de seres sufrientes, torturados, muertos. Encapuchados y mujeres de mantilla acompañan con sus cirios el fúnebre cortejo. Traicionando la necesaria neutralidad ideológica que la Constitución establece y un elemental respeto a la diversidad exige, las autoridades civiles y militares se aprestan a ocupar un lugar destacado en estas vistosas y teatrales comitivas, luciendo también ellos sus galas para ganarse la simpatía de los muchos espectadores, foráneos y lugareños, que observan boquiabiertos desde las aceras. 
        Calles intransitables, calzadas pringadas de cera, orina y vómitos de quienes, tras el edificante espectáculo de masas, acuden sin sonrojo a olvidar su luto embriagándose en los muchos templos de Baco, que conjugan en estos días penitencia y carnaval. Al encender la televisión, más procesiones, oficios religiosos, películas y documentales ensalzando la figura del Cristo, un profeta que proclamó que no hay fronteras porque todos somos hijos de un mismo padre, que hay que compadecerse del hermano pobre y del que viene de lejos, que no hay que adorar imágenes porque a dios se le reza en espíritu y verdad, que hay que buscar la justicia y no la codicia porque no se puede servir a dos señores, que debemos envainar nuestras espadas y poner la otra mejilla, y que un rico no puede entrar en el cielo, porque este está reservado para los débiles, los enfermos, los perseguidos, los empobrecidos, los pacíficos. 

       Pero, tanscurridos estos siete días, todos vuelven a sus quehaceres sumidos en una profunda amnesia. Y, así, el rico torna a adorar el dinero; las autoridades religiosas, a sus brazos en cruz, a sus hábitos dorados y a sus palabras vacías; el político, a sus demagogias, a sus fuertes y fronteras, a sus guerras. Y la mayoría a sus trabajos y sus días, asistiendo boquiabiertos, inanes, a los indecentes fastos de los poderosos. 

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domingo, 6 de abril de 2025

J. Stalin, Vladimir Putin, Adolf Hitler y Donald Trump

Las actuales negociaciones sobre Ucrania entre Donald Trump y Vladimir Putin, recuerdan demasiado al pacto de 1939 entre Hitler y Stalin para repartirse Polonia, precedido por el Acuerdo de Múnich, firmado un año antes por Reino Unido, Francia y Alemania, por el que las potencias europeas pretendían apaciguar a la bestia otorgándole el dominio de los Sudetes. Lo que siguió fue el estallido de la Segunda Guerra Mundial. 

El decidido apoyo del presidente norteamericano al exterminio del pueblo palestino ante el clamoroso silencio de buena parte del mundo, así como su liquidación por derribo de las instituciones que sustentan la democracia (los contrapesos al poder ejecutivo, una prensa y una judicatura autónomas, una Universidad libre y vigorosa, servicios públicos, impuestos progresivos, derechos civiles y derecho internacional...), dibujan un presente oscuro de consecuencias tan imprevisibles como indeseables para el futuro inmediato de la democracia y del humanismo. 

No dejes de leer el artículo que, en el suplemento "Ideas" de El País de hoy domingo, firma el poeta, novelista y profesor de la Universidad de Iowa Kaveh Akbar, nacido en Teherán. "¿Y tú qué harás ante el terror de Trump?", titula el diario. 

Es un grito de auxilio de un ciudadano asustado ante el cariz que están tomando los acontecimientos en EE. UU. y el mundo. 

Comienza así: "Esta noche he abierto Instagram y lo primero que he visto ha sido un vídeo de Rumeysa Ozturk, una alumna turca de doctorado de la Universidad de Tufts (Massachusetts), detenida por el ICE, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los EE. UU. Ozturk iba caminando por la calle cuando se le acercó un agente de paisano escondido bajo una sudadera con capucha y la agarró de las muñecas mientras un segundo agente se acercaba rápidamente para arrebatarle el teléfono de las manos. Ambos acorralaron a Ozturk. En pocos segundos, aparecieron más."

Su atribulado y descorazonador escrito concluye con estas reflexiones y preguntas dirigidas al lector, cómodamente indignado desde el sillón de casa: "Quiero decirte que la impotencia es una coartada. Al igual que la desesperanza. Quiero preguntarte: ¿Qué piensas hacer, concretamente? ¿Mañana y pasado mañana? ¿Cuál será tu gesto para proteger a los más vulnerables, a los señalados, a los invisibles, a los siguientes de la lista? Ayuda. Te lo rogamos ahora que podemos."

(El País, 6-Abril-2025) 

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Tardes de soledad

Esta semana, acudí al cine Ideal, junto a la madrileña plaza de Jacinto Benavente, a ver la película "Tardes de soledad", del director Albert Serra. Un señor peruano -la nacionalidad de Roca Rey, el torero protagonista- apostado en el vestíbulo, me preguntó si iba a ver la cinta de su paisano e insistió para que me descargase una aplicación que, según él, me permitiría conseguir la entrada a un precio notablemente inferior a los diez eurazos de venta en la taquilla. Reacio a tener nuevas aplicaciones, que percibo como espías troyanos o como grilletes que se van sumando a mi digital condena, desistí de su consejo, consiguiendo, eso sí, un leve descuento por mi sesentena recién estrenada. 

Ya conocía la opinión de algunos críticos de cine como Carlos Boyero que, en el programa de la tarde de Carles Francino, en la Ser, dijo haberla visto animado por la impresión favorable de algún amigo cinéfilo cuyo criterio considera fiable. Boyero, sin demasiadas alharacas, afirmó que la película le pareció interesante, difícil de clasificar y algo repetitiva. Yo había oído también las manifestaciones del propio Serra a Cayetana Guillén Cuervo en Versión Española, de TVE, donde afirmó que había pretendido hacer una descripción objetiva de la tauromaquia. Entiendo que Serra lo dijo por decir algo, pues él sabe que no existe descripción objetiva posible: la mera elección de los contenidos o la colocación de la cámara  ya implican visiones parciales, sesgadas. 

La película, en mi opinión, refleja aspectos relevantes de la tauromaquia, pero omite otros muchos, demasiados. Elige la técnica del documental, sin voz en off y con imágenes impactantes, de excepcional calidad. La sucesión de primeros planos del rostro del torero y del cuerpo ensangrentado del toro, de los destrozos que ocasionan en su majestuosa anatomía las banderillas y la lanza del picador, así como de su terrible agonía se suceden sin descanso, hasta extenuar. Los comentarios de la cuadrilla destacan, en ocasiones, por su zafiedad. Asistimos a varias cogidas espeluznantes del diestro, tres si no me equivoco, pero que, afortunadanente, no tienen graves consecuencias. Llegué a pensar que Roca es un temerario inconsciente, cosa que los datos histórico de corridas y de percances desmienten. Sin embargo, no se ve una sola faena del torero, pues la asfixiante cercanía de la cámara, lo impide. Tampoco su vida fuera de la plaza en la soledad a que alude el evocador título y menos aún la del toro libre en el campo excepto al comienzo, en unas escenas nocturnas que subrayan la dimensión mitológica de este hermoso animal

Considero que la película es un eficaz alegato antitaurino que, sin embargo, puede pasar por lo contrario: ¡ha recibido el Premio Nacional de Tauromaquia! 

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