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domingo, 12 de diciembre de 2021

Oda a un espacio vacío



Paseo de las Murallas (Baeza)

Escribió Aristóteles que la Naturaleza adolece de horror vacui, y esta sentencia se ha hecho dogma en el diseño de nuestros espacios públicos. Aquí una fuente, ahí un grupo escultórico o aparatos para hacer ejercicios, allí un kiosko o un pabellón y no sé qué más cachivaches. Pero hay, al menos, un lugar que es excepción: el Paseo mirador de Baeza que se asoma al valle del Guadalquivir, jalonado por los majestuosos promontorios de las sierras Mágina y Cazorla. El sencillo paseo, prolongación del que (con el insigne nombre de Antonio Machado) nace en el Arco de Villalar, se acompaña de humildes ruinas de murallas, algún banco donde sentarse a contemplar y discretas placas grabadas con poemas del poeta. Algunos de los que él pensó paseando por este lugar casi desnudo, inspirado por este mismo vacío luminoso.

"!Campo de Baeza, a la luna clara ! ¡Montes de Cazorla, Aznaitín y Mágina! (...) Campo, campo, campo. Entre los olivos, los cortijos blancos. Y la encina negra, a medio camino de Úbeda a Baeza".

Sus versos describen con precisión la magnífica panorámica del campo baezano que desde aquí se divisa.

El adarve abarandillado, proa de una nave dispuesta a partir, rodea un cerrete de suelo irregular y de algo más de una hectárea -bordeado en parte de cipreses- donde lo más notable es que no hay absolutamente nada más que las hierbas que nacen caprichosas para, ahora en el invierno, que son verdes y tiernas, hacer las delicias de los niños en sus juegos. Veo recortarse sus inquietas siluetas sobre un cielo lejano. Una abubilla solitaria y una bandada de estorninos rebuscan algún insecto. Austeridad tan machadiana constituye el encanto de este lugar donde, evocando otro principio aristotélico, corroboramos una vez más que el todo es más, mucho más, que la suma de sus partes.
ADDENDA

            La mera idea del vacío resultó siempre inquietante para el ser humano. Filósofos y científicos anduvieron con él a la gresca. El vacío es la nada absoluta, un hueco que niega el ser; un ser que era uno, verdadero, bueno y bello en el sueño de la metafísica medieval. El no-ser, afirmaba Parménides, no puede ser dicho, ni tan siquiera pensado. 

El vacío abre en la realidad una profunda grieta por la que se cuela la negación absoluta. Por eso, su existencia estaba proscrita: el obispo de París, Etienne Tempier, la incluyó en 1277 en la lista de los que denominaba “errores execrables”. Lo hizo a petición del Papa Juan XXI (Pedro Hispano), que andaba preocupado por la difusión del averroísmo en la universidad parisina.

Vacuistas y plenistas se enfrentaban: Pascal estaba entre los primeros; Descartes, entre los segundos. Pero la Ciencia se pronunció tajante en 1644. Torricelli había logrado hacer el vacío en un tubo lleno de mercurio. Pascal conocía el experimento. El barómetro de Torricelli medía el peso del aire, lo que sólo tenía sentido en una atmósfera finita. Si era así, Pascal suponía que, con la altura, el peso de la misma disminuiría. Dicho y hecho. Cuatro años después, el filósofo díscolo, demasiado débil para caminatas en pendientes acentuadas, envió a su cuñado Florin Perrier a la cima del volcán Puy-de-Dôme de 1465 metros de altura, próximo a Clermont-Ferrand, la ciudad natal del filósofo jansenista. El voluntarioso Florin, equipado con dos barómetros, realizaría un sencillo experimento para determinar la diferencia de presión atmosférica entre dos puntos con diferente altitud. Como era de esperar, el mercurio indicaba una presión menor en la cima, confirmando así la hipótesis pascaliana: el peso del aire disminuye con la altura. De esta manera, quedó probado que la atmósfera tiene una altura finita y que, por tanto, debía existir un infinito espacio vacío más allá del límite atmosférico.  Descartes, aunque a regañadientes, admitió las conclusiones de su rival. El vacío espacio exterior demolía así la idílica imagen tradicional de un cosmos ordenado y pleno. Otro vacío, el interior, tardaría casi tres siglos en alcanzar carta de reconocimiento en la filosofía oficial.  


domingo, 14 de noviembre de 2021

El Instituto, seis años que cambiaron mi vida. Pero, ¿fue a mejor?

Todas estamos de acuerdo en que el tipo de enseñanza que se imparte en los Centros de Enseñanza Secundaria es esencial para nuestra formación humana como personas y como ciudadanos o sujetos políticos.

Decía Jardiel Poncela que uno no es de donde ha nacido, sino de la ciudad donde ha estudiado la secundaria. Sus palabras ponen de relieve la importancia excepcional de estos años en la construcción de nuestras ideas, principios, amistades y relaciones, o en el descubrimiento de la sexualidad, y de sentimientos tan importantes como la amistad o el amor de pareja.

El criterio de los que han pasado recientemente por esta experiencia es esencial para reflexionar en torno a las luces y las sombras del sistema educativo español en esta etapa tan crucial.

Le he pedido a vari@s ex alumn@s de secundaria que pongan por escrito sus experiencias vitales y académicas de ese periodo de tránsito de la niñez a la edad adulta, que cuenten lo mejor y lo peor de esos años de Instituto, así como también lo que, en su opinión, debería cambiar en los centros educativos para los años venideros.

Dicha reflexión puede abordarse desde múltiples aspectos. Entre otros:

-Contenidos estudiados, metodología empleada por el profesorado, criterios e instrumentos de evaluación aplicados, optatividad en el currículo. Las enseñanzas artísticas, de la filosofía y la ética, o de las lenguas clásicas. La enseñanza de aspectos prácticos para la vida (educación emocional, formación alimentaria, hábitos saludables, etc.).

-Gestión de los Centros: ¿Son útiles y democráticos los órganos de gestión de los centros?, ¿Se facilita la participación del alumnado y/o de las familias en la toma de las decisiones?, ¿Existen vías adecuadas para la evaluación y/o la crítica del sistema por parte del alumnado y/o sus familias?

-Atención a la diversidad: El modelo integrador que persigue la igualdad de oportunidades para todas es uno de los signos de identidad de la escuela pública frente a la red de escuelas privadas o concertadas, a menudo segregadoras. La diversidad entendida en el más amplio sentido de la palabra (como diversidad funcional, de intereses, de género, de ideología, proyecto vital, posibilidades económicas, etcétera) es una riqueza y una oportunidad, no un problema. Pero, ¿se acoge y facilita adecuadamente esta diversidad en los centros educativos?

-Condiciones organizativas: la ratio en las aulas, la gestión de los espacios (aulas para uso exclusivo de alumnado, la biblioteca, espacios de encuentro, etc.). La orientación profesional del alumnado.  La formación del profesorado. La existencia o no de personal de apoyo (profesionales de la salud física y psicológica, expertos en la gestión de la biblioteca, animadores socioculturales, etc.).

                Pues bien, este es el resultado.



MARÍA JI GÓMEZ MARTÍN 
(Actualmente estudia el Grado de Filosofía en la Universidad de Granada)

Me llamo María Ji, me han pedido que cuente acerca de mi experiencia en el instituto. Con el objeto de darle alguna estructura, lo voy a ordenar cronológicamente.

Durante la ESO pertenecía al “montón”, la niña que sacaba sietes y ochos: no sobresalía por arriba, ni por abajo. Los profesores no necesitaban prestarme atención. Y yo tampoco la prestaba en gran medida; total, no quería nota, porque en la ESO “la media no cuenta”.

Creo que en estos momentos todos íbamos como ovejas siguiendo el camino marcado por el sistema. Nadie sabía realmente qué estábamos haciendo ahí. “Formarnos para tener un trabajo digno en el futuro”, “formarnos como personas, para arreglar la sociedad” nos decían. Sea como fuere teníamos una educación a la que ninguno de nuestros padres o abuelos pudieron acceder de manera tan sencilla, éramos afortunados. Y, aun así, seguíamos sin saber por qué estábamos allí, trabajando por un futuro que nadie nos había dicho en qué consistía.



domingo, 31 de octubre de 2021

¿A quién ofende la filosofía?

            

Museo José Guerrero (Granada)

Por KIKO GARCÍA WIEDEMANN

       Hoy, día de los difuntos, no está de más recordar a ese cadáver llamado filosofía. Algunos querrán creer que sus restos habitan en marmóreos y alambicados panteones, con remates de exquisitos frisos y abundantemente fragados del aroma de las flores más frescas y bellas. Pero en realidad los restos nimios de la filosofía habitan en un humilde túmulo de tierra apenas visible. Y está bien que así sea, porque si los filósofos no han sido humildes (y no lo han sido en abundancia), en cambio la filosofía ha sido el más humilde de los productos que ha fabricado el hombre. No es humilde, como muchos puedan o quieran pensar, porque no produce nada, por esa especie de alejamiento del rendimiento económico, estético o práctico, que con reiterada insania nos inculcan desde muy pequeños (has de ser un hombre de bien, o sea un hombre que produce bienes -materiales, espirituales, etcétera). La humildad de la filosofía radica en su íntima convicción de que no es nada, de que su ambición y anhelo está destinado a la desaparición casi inmediata tras su enunciación. Por eso no pide público, mientras que el resto de las actividades humanas están pensadas, fabricadas y destinadas al público, a que alguien las admire o posea. ¿Cómo se puede poseer la filosofía, dónde la podríamos albergar sin que se escapara inmediatamente de la ilusa cárcel de la propiedad?, ¿qué rendimiento le podríamos sacar a quien es hija de la negación del rendimiento?, ¿qué utilidad podría tener aquello que niega cualquier utilidad?

            Hoy día de los difuntos, ante este pequeño túmulo apenas relevante, se agrupan unos cientos o miles de desconocidos que tampoco quieren darse a conocer ni tan siquiera a sí mismos. Se han reunido sin reunirse porque están en un lugar que no tiene espacio, que vive sostenido en una ilusión difusa y un proyecto que se sabe inacabado, inabarcable, imposible, fatal, al fin. De nuevo y otra vez más, el poder y los poderes (los grandes y los pequeños, los que habitan en la ambición inane de los consejos de administración y de gobierno, pero también aquellos enquistados en la parte más vil y envidiosa de todo ser humano que tan sólo aspira a que nada pueda distraer la única noción y sentido de la realidad pacata) quieren borrar del espacio y de la memoria este pequeño túmulo, quizás para erigir una de esas grandes y útiles obras que tanto y tan inmediatamente benefician a la humanidad.

            Pero, si los filósofos son y han sido vanidosos, lo que sí ha sido la filosofía es caprichosa. O de otro modo: la filosofía es un capricho. Y como todo capricho es un lujo. Pero quizás el único lujo que no genera una economía del lujo, tránsito exponencial de un beneficio sobre un objeto absurdo y ridículo. ¿Fue y es un capricho necesario?, ¿es, en el fondo, el capricho necesario? Sí y no. Si no fuera necesario aún estaríamos asando al calor de una salvaje lumbre un lomo de mamut, y, sin embargo, celebramos en las pantallas y portadas chillonas y en los paladares exquisitos la labor encomiable de los más altos y bajos cocineros, degustamos con refinado deleite cada nueva aportación a nuestros queridos sentidos, que son eso tan inmediato que nadie puede dejar de ser. Pero desde el punto de vista de la ingesta o input calórico, tan necesario, aunque sólo sea para levantar una ceja de asombro, el refinamiento es completamente desechable (como muestra ese rotundo éxito de lo que vienen a llamar dieta paleolítica).

            Un capricho necesario, ¿de qué tipo?, ¿a qué fin? En primer lugar, ya lo hemos indicado, es un capricho solitario, no van los filósofos por ahí (al menos los de verdad, no las mediáticas estrellas de casi cualquier cosa) reclamando la atención del público, haciendo alambicadas piruetas para gozo y disfrute de la vanidad propia y ajena. Es un capricho que les pide el cuerpo, que necesita su propio cuerpo y que, más tarde, ofrecen sin espera de recompensa ni honores a los demás por sí, en algún caso y momento, les fueran modestamente útiles. Todos aquellos que han pensado como filósofos (y que no necesariamente lo han sido) han dejado sus etéreas reflexiones para el disfrute o dolor de los demás. Es una generosidad extraña, a la que no está acostumbrada el mundo que en todo quiere hacer una lista del debe y del haber y que sueña con que la casilla del beneficio salga en números azules.

            Porque pensar es un lujo y querer pensar una ambición desbaratada desde el inicio. Aquí, es cierto, radica uno de los modos de la inquina común hacia la filosofía, pues si todos somos iguales (y los filósofos han luchado como nadie para que tal idea se plasmara en nuestras realidades) todos los pensamientos han de ser iguales (en mérito y capacidad, dirían nuestros tecnócratas al uso) y tanto valor ha de tener el pensamiento de Agamenón (que la verdad no pensaba demasiado) y la de su porquero (que seguramente tenía más elevados y mejores pensamientos que el señorón de su amo). Pero, también al contrario, ¿por qué estos señores tan sesudos reclaman sólo para sí y su labor el digno nombre del pensar y el pensamiento cuando ellos no mandan cohetes a la luna ni inventan vacunas salutíferas donde las haya? Algún filósofo ha dicho (y muchos lo han pensado) que la ciencia no piensa. Cada uno puede desmenuzar la frase con bien le plazca, extraer el sentido o sinsentido que en ella pueda encontrar. Pero lo que sí deberíamos es ir un poco más allá de la afirmación misma y no contestar rápidamente con un sí o un no. Porque de lo que se trata es de saber qué es pensar, o, al menos, de intentarlo. La ciencia (las ciencias) piensa y mucho, y no debe hacerlo mal a la vista de sus resultados (y de sus desastres manifiestos como muestra el horror de tanta muerte cruel e innecesaria como ha provocado su aplicación malsana y salvaje). Además, a poco que conozcamos a algún científico (grande o pequeño, meticuloso o disparatado) nos daremos cuenta de que piensa bien y claro, que es rotundo en lo que sabe y acierta con denuedo. Pero también veremos que hay algo que falta en su pensamiento y eso es el pensar mismo. Si la ciencia, el logro supremo y más inteligente del hombre sobre la tierra, no piensa, ¿cómo podríamos reclamarle al más común de los hombres que lo hiciera? Y esos hombres comunes (científicos, políticos, banqueros, sopladores de vidrio o de cualquier cosa) han decidido de nuevo que el viejo y austero túmulo ha de ser desmantelado. ¿Qué beneficio pueden sacar nuestros hijos de las locuras de esos filósofos?, ¿no habrían de perder el seso como el buen Quijano ante tanta majadería inútil? Y aquí es difícil descifrar si es inútil por majadera o la majadería radica precisamente en su inutilidad. Quizás hay otro modo de solventar esta encrucijada, disparatado, quizás, pero también interesante de transitar: ¿a quién te llevarías a una isla desierta al CEO de la mayor empresa de lo que quieras del mundo o al bueno de Don Quijote? Este sería un buen test para ver la catadura humana de quien lo responda. Nadie podría dudar de la eficacia del CEO a la hora de contabilizar los cocos de las palmeras que nos dieran sombra, ni de su pericia a la hora de repartir las escasas vituallas de las que nos tuviéramos que alimentar. Pero al caer el sol, sentados en la arena de la solitaria isla, serán las locuras del Quijano las que nos saquen de la precariedad absoluta de nuestra soledad, mientras nuestro CEO particular se dedica a perorar sobre como habríamos de organizar la semana en su forma más efectiva y eficiente.

            Son los pequeños CEO’s que habitan en cada uno de nosotros los que no quieren ver ni saber de la filosofía ni en pintura. Y les molesta radicalmente que tanto tiempo y esfuerzo se sepa baldío desde su comienzo. Pero eso la tropa de la filosofía ya lo sabía y desde siempre sospecho que estaba condenada al exterminio. También sabía que no iban a cejar en su empeño y que, aun cuando pudieran borrar el último atisbo del pensamiento del pensar y de pensar el pensamiento, en algún momento y en cualquier rincón un jovenzuel@ miraría las estrellas, el horizonte o la profundidad lejana de un mar tan igual y distinto siempre y empezaría de nuevo la manía del pensar.

            Es un lugar común decir que la filosofía son preguntas y que las respuestas para un filósofo tan sólo son el inicio del peldaño de una nueva pregunta. Son como niños, pues los niños no paran de preguntar. Y qué triste es la vida sin niños, sin la infancia eterna que habita en nuestra memoria más íntima y querida. La filosofía ofende porque el mundo (y los papanatas que lo dirigen) tiene la soberbia admirable del adolescente (que tanto odia ser niño), la resolución práctica del adulto (para el que todo lo de los niños, incluido el juego, es una pérdida de tiempo), y la desesperada convicción de la inutilidad del anciano que ya sólo tiene ojos para su muerte.

            Pero, lo que no saben es que sólo ofende quien puede, no quien quiere.

KIKO GARCÍA WIEDEMANN

 

martes, 14 de septiembre de 2021

Lao Tse y el arte de la paciencia

L'infinito

El filósofo chino Lao Tse (siglo VI a. e.), en su libro sobre el Tao (Camino), afirma poseer tres tesoros que guarda con extremo cuidado y vigilancia: la compasión, la sobriedad y la paciencia.

Aquí las traducciones del chino oscilan entre los términos ‘paciencia’ y 'humildad' ("no pretendas ser el primero"). Son, no obstante, dos virtudes emparentadas: el paciente es el que sabe esperar con ánimo sereno; y la espera no es sino un ejercicio de humildad opuesto a la intransigencia de quien desea las cosas en el acto, con el ímpetu insolente y exigente de la inmediatez. El paciente, asimismo, tiene la capacidad de tolerar las adversidades con buen ánimo. Nada más alejado del carácter egoísta e impulsivo del soberbio.

Pero, a pesar de la proximidad entre ambas, prefiero la virtud de la paciencia, pues la humildad está siempre amenazada por la sombra de la falsa modestia, que es la soberbia del pusilánime, y se acaba transformando en resentimiento.

Creo que no tanto la experiencia, cuanto la paciente espera es la madre de la ciencia y de todo conocimiento.
(Antonio Machado lo dice así: "Sabe esperar, aguarda que la marea fluya / -así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete. / Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya".)

Compasión en un mundo tan desigual y violento.

Austeridad en un mundo consumista y degradado ambientalmente. ("No hay mayor calamidad -escribe Lao Tse- que no saber cuándo es suficiente. No hay mayor defecto que la codicia. Solo quien sabe cuándo es suficiente tendrá siempre bastante".)

Y, en un mundo tan apresurado, paciencia para, en los avatares, afrontar nuestras limitaciones y también las ajenas.

Ejercitarnos en estas tres virtudes es tarea para toda una vida: "Quien conquista a los demás tiene fuerza; quien se conquista a sí mismo es realmente poderoso".

Lao Tse defiende, asimismo, la pasividad, el "No-hacer" como conquista del sabio: "Pocas cosas bajo el cielo son tan instructivas como las lecciones de Silencio, o tan beneficiosas como los frutos del No-Hacer".

Es la suya una sabiduría de la reflexión, la contemplación y la renuncia al deseo: "El Sabio conoce sin viajar, ve sin mirar, y logra sin actuar." Y "prefiere lo que está dentro a lo que está fuera".
Pero echo aquí de menos la acción social, el paso de la moralidad a lo que se denomina la eticidad.
Frente a esta versión individualista y contemplativa del arte de construir una existencia feliz (el ars vitae), se erigen las grandes morales occidentales, más práxicas y comunitarias. Desde las propuestas ético-políticas de Platón y Aristóteles, al cristianismo, al formalismo kantiano, o a las éticas dialógicas contemporáneas.

Ahí están los consejos de Francesc Ferrer i Guardia, quien, a principios del siglo XX, recomendaba: "Instruíos y seréis libres, asociaos y seréis fuertes, amaos y seréis felices."
Hay cierta coincidencia entre Lao Tse y Ferrer, pues la compasión y el amor forman parte de la misma familia axiológica. Sin embargo, en sus dos primeras recomendaciones, Ferrer introduce una acción rebelde y transformadora de la realidad, tan humanizante y necesaria en opinión de Albert Camus: "Me rebelo, luego existo", escribió en su L'homme revolté. En el 'no' de la víctima, añade, nace la rebeldía universal que nos confraterniza en la dignidad sagrada (por incondicional) y compartida con todos. O todos, o ninguno. La dignidad a nivel moral (como la democracia, a nivel político), no admite excepción.

Construir una sociedad que garantice el acceso de todos a una enseñanza acorde con los derechos humanos y respetuosa con los contenidos científicos; y que, al mismo tiempo, fomente la colaboración mutua, la igualdad y el respeto a la diversidad (que no la competitividad) y eduque en la inteligencia emocional (en especial, en la virtud de la paciencia). Así como en la erradicación de lo superfluo, sabiendo que la felicidad no está en tener muchas cosas, sino en educar el deseo y la voluntad. Es el reto de siempre y también el de hoy.


(Textos de Lao Tse extraídos de "Tao te king". Versión de John C. h. Wu. Traducción de Alfonso Colodrón. Edaf. Madrid, 2011.)

 

jueves, 9 de septiembre de 2021

Ateísmo digital

Mi colega asturiano Luis Iglesias Huelga, poeta además de profe, parafrasea a Nietzsche proclamando que "el algoritmo ha muerto y lo hemos matado nosotros" (entrevista en la revista digital Filco.es). 

Aunque, como el Loco en Así habló Zaratustra, llegas demasiado pronto, ¡cuánta razón tienes! Los ateos de ahora rechazamos tener canal abierto en YouTube, o cuenta en TikTok, Facebook, Twitter o Instagram, y nos recogemos en un anonimato sospechoso que despierta recelos por doquier. Lean, si no, lo que escribe el profesor José Antonio Pérez Tapias en su Internautas y náufragos (página 88. Trotta. 2003):

"Ante el auge de la religión digital, quizá tengamos que reactualizar el diagnóstico del desencantado Freud de El malestar en la cultura (en su obra anterior El porvenir de una ilusión, aún pensaba que una humanidad que saliera de su infantilismo psíquico, entre otras cosas gracias a la ilustración crítica proporcionada por la ciencia, dejaría atrás las falsas ilusiones religiosas) acerca de los efectos narcotizantes de la religión, inerradicable por su imprescindible función de estabilización social, realizada gracias a la exitosa combinación en la religión como "delirio colectivo" de la necesaria represión con la compensación de la misma mediante gratificantes ilusiones. Todo hace pensar que en el mundo de la globalización economicista a la que asistimos, el nuevo orden busca su estabilización apoyándose también en el digitalismo como nueva "religión oficial", cuya versión sofisticada como nueva gnosis es la que elaboran las élites iniciadas para expresar sus ilusiones de un mundo armónico, pero que cuenta con su respectiva versión de "platonismo para el pueblo", capaz de llegar a las masas en un formato más aligerado, apto para el consumo, y en todo caso consonante con el ciberimperio que tiene en los Estados Unidos su sede y en Silicon Valley el remoto santuario donde se guardan sus más arcanos secretos. No obstante, también esa "nueva ciudad de Dios" que se construye a base de conexiones telemáticas no deja de alimentar en su seno un insoportable malestar."


miércoles, 1 de septiembre de 2021

Ediciones Laberinto, psicología y homosexualidad

Transcribo a continuación el escrito que dirigí el día 24 de agosto a EDICIONES LABERINTO. 

Estimados responsables de la Editorial Laberinto:

Soy profesor de filosofía en el IES P. Manjón de Granada. De un tiempo a esta parte, utilizamos su texto de Psicología para 2º de Bachillerato (Autor: Juan Antonio Vela León). He detectado en el mismo algunos contenidos relativos a cuestiones de género (concretamente en lo referente a conductas homosexuales) que considero inapropiados. Quiero hacerles llegar cuáles son dichos contenidos para que reflexionen al respecto y decidan si deben modificarlos en futuras ediciones.

-Libro de teoría:

1.Página 80: Refiriéndose a la impronta o troquelado: “La homosexualidad masculina entre los animales puede tener su origen en una impronta no habitual: los machos con apego hacia otros machos que ejercieron la función de “madre” tienen tendencia a formar parejas con individuos del mismo sexo”. (Se identifica la homosexualidad como conducta atípica originada por una identificación inadecuada del progenitor en los primeros momentos de la vida).

2.Página 94: Refiriéndose a la terapia aversiva: “Los psiquiatras que, todavía hoy, consideran la homosexualidad como una enfermedad que hay que “curar”, proponen esta misma técnica: Martin Sligman la utilizó en los años 60, pero posteriormente reconoció que solo resultaba eficaz para los sujetos que, más que claramente homosexuales, eran bisexuales”. (Considero fuera de lugar que un libro de texto que solo debe contener información científica contrastada, recoja consideraciones acientíficas de la homosexualidad ampliamente rechazadas por la comunidad científica y la O.M.S. -Organización que, como bien se indica en la página 161, “dejó de considerar la homosexualidad como “trastorno mental” el 17 de mayo de 1990 (desde entonces <<Día Internacional contra la Homofobia>>)”.

3.Páginas 140-141: Refiriéndose a las críticas al Informe Kinsey: “Otros estudios posteriores más cuidadosos han arrojado porcentajes considerablemente más bajos de comportamiento sexual atípico (el subrayado es mío): la homosexualidad pasa de un 10% en el Informe Kinsey a otras cifras que van del 1 al 3% en distintas encuestas realizadas para detectar factores de riesgo en la transmisión del SIDA”. (En este caso, se cometen varios errores: 1.Se refiere, de nuevo, a la homosexualidad como conducta atípica; 2.Se vincula la práctica homosexual con factores de riesgo en la transmisión del SIDA; y 3.No se citan las fuentes de esos supuestos “estudios más cuidadosos” que reducen drásticamente la incidencia de las prácticas homosexuales). En la página siguiente, leemos: “Simon LeVay descubrió en 1991 rasgos distintivos claros en el cerebro de los varones homosexuales, concretamente en el hipotálamo”. (Se refiere aquí a un estudio obsoleto y superado por investigaciones posteriores más rigurosas y aceptadas en las ciencias cognitivas actualmente. Se persiste en la idea acientífica de presentar la conducta homosexual como conducta atípica con carácter patológico y con raíces en un supuesto mal funcionamiento biológico) 

4.Página 156: Refiriéndose a los mecanismos de defensa (en concreto, al desplazamiento): “También podemos convertir deseos o impulsos de los que nos avergonzamos en sentimientos que la sociedad valora positivamente (por ejemplo, el deseo incestuoso en amor paternal, filial o fraternal, o la atracción homosexual en amistad y compañerismo)”. (Se vincula la homosexualidad con conductas socialmente rechazadas, como el deseo incestuoso. Asimismo, se presenta la amistad y el compañerismo como actitudes positivas frente a la atracción homosexual).

-Libro de práctica:

Página 74: En el apartado “Trastornos mentales y conductuales” se plantea la siguiente actividad: “Aplica el doble criterio (individual y social) en la consideración o no de la homosexualidad y la adicción al tabaco como trastornos mentales. Saca tus propias conclusiones y exponlas de forma razonada” (Volvemos a encontrar aquí una referencia a la homosexualidad bajo el epígrafe de “Trastorno mental y conductual”, situándola, además, junto a una adicción -el tabaquismo-).

Ruego consideren y revisen la idoneidad de todos estos contenidos.

A la espera de su respuesta, les saluda atentamente.

Ángel Ramírez Medina

Una semana después, no había recibido ninguna respuesta por parte de la Editorial, ni tan siquiera un acuse de recibo. Tras un nuevo escrito donde les anunciaba otras iniciativas y les indicaba la conveniencia de manifestarse ante mis comentarios, he recibido esta respuesta:

 Buenos días, Ángel. Efectivamente recibimos su escrito y lo hemos compartido con nuestro equipo editorial, así como con el autor del libro de texto. Lo tendremos en cuenta de cara a la futura reedición de este libro con la adaptación al nuevo currículo, donde adaptaremos al mismo no solo esta cuestión, sino todos los temas del libro. Le agradecemos mucho sus comentarios y el tiempo que ha dedicado a ellos, así como el uso de nuestro manual para su asignatura. Un saludo.

 

sábado, 28 de agosto de 2021

¡Viva la risa!


"Sé serio. Lleva seriedad, solemne seriedad a tu vida, aunque te digan los paganos que eso es ensombrecerla, que la haces sombría y deprimente". Así aconseja Unamuno en un fragmento de su '¡Adentro!', que hube de comentar allá por junio del año 1983 en la prueba de Selectividad que me abriría las puertas de la Universidad en mi soñada Granada. ¡Cuánto gustó aquel texto al joven católico, impetuoso y mojigato que yo era! (transformado en el viejo descreído que vengo siendo a fuerza de vivir en camino; pues quien camina mucho, ve mucho y cree poco).

Yo ya había conocido el poder redentor de la risa en los rostros queridos de mi madre y de mi mejor amigo de la adolescencia, Antonio, poseedor de una risa contagiosa y un humor amable. Pero, muy pronto, ya como estudiante de Filosofía, tendría ocasión de valorar también sus miríficos efectos liberador y sanador de la mano de gigantes de la cultura griega como el comediógrafo Aristófanes o el materialista Demócrito de Ábdera, apodado el Risitas por su cachondeo mental, que tanto disgustaba al solemne Platón. Si a Heráclito, el Oscuro, la estupidez humana le deprimía, al abderita le hacía reír. Representan sendos modelos de sabiduría, aunque siempre haya gozado de mejor prensa el primero. Diógenes, el Cínico, también la empleó como arma de crítica, y mira lo que acabó significando el término 'cínico'.
Filósofos contemporáneos le han prestado atención. Así, Manfred Geier en su "De qué se ríe la gente inteligente" (Editorial Rowohlt, 2006), dedica un capítulo al esfuerzo de Platón por erradicar la risa del ámbito filosófico. Y Gustavo Bueno en "Ética de la risa", enjundioso artículo, expone la que denomina teoría noética de la risa que, a diferencia de la perspectiva noemática, hace consistir su esencia en una relación de la mente consigo misma y no con un objeto externo.
A diferencia de la sonrisa macilenta y beatífica, la risa espontánea y franca, la carcajada, tuvo siempre mala acogida en la caverna. Así lo entendía Eco: el venerable Jorge de Burgos arrojaba el humor y la comedia a las llamas del infierno en "El nombre de la Rosa" porque, con clarividencia,  manifestaba que "la risa mata el miedo y sin miedo no puede haber fe".
La risa, la fiesta y el juego, actividades tan afines como improductivas,  pues no pretenden sino distraer y divertir.
Dichoso sea quien, sustrayéndose a redes, compras y viajes, a ellas se entrega en el tiempo de ocio, tan exiguo ya como elogiado por Lafargue, yerno díscolo del hacendoso K. Marx. Las tres nos hacen confraternizar, crear comunidad; y son, al mismo tiempo, expresión privilegiada del divino acto creador, al decir de Nietzsche, otro acérrimo defensor de la alegría. Su profeta ateo, Zaratustra, exclama: "Yo he santificado el reír. Vosotros, hombres superiores, ¡aprended a reír! "-.
Pero, hay risas diversas. Las hay ingenuas, siniestras y canallas, fingidas y sinceras, sabias e insensatas. Porque, como todo lo humano, reír tiene su lado inquietante, abismal. Lo que las asemeja es que tanto el que ríe, como el que celebra y juega, manifiestan complacencia y una cierta soberanía sobre las circunstancias. Y que son portadoras de feraces semillas de locura y rebeldía bufonesca.
Reír y jugar nos devuelven al paraíso perdido, a un espacio sin normas o, al menos, con otras normas. Actitudes vitales profundamente humanizadoras, aunque no exclusivamente humanas -Jane Goodall nos enseña la risa de los chimpancés, y sabemos que hasta las ratas ríen, gracias a algún neurólogo de Humboldt-. Esto basta para comprender la importancia de la risa como elemento sanador y socializador a lo largo de la evolución de los mamíferos. La risa es contagiosa porque activa nuestras neuronas espejo, pendientes siempre de nuestros semejantes para que gocemos con su placer y sintamos su dolor.
Pero que sigue siendo muy necesaria ahora, tanto frente a la compostura formal exigida en contextos como el laboral y el académico; cuanto ante ese producir-consumir-comunicar perpetuo en el que nos quieren engalgados de la mañana a la noche, en el trabajo y en el ocio, los poderes sin alma del gran mercado on line en que sobrevivimos.


La filosofía pedante y la risa

 Les Luthiers nos ofrecen en esta actuación un excelente ejemplo de humor filosófico: DILEMA DE AMOR




https://www.youtube.com/watch?v=p9ZdeARKTzE



lunes, 12 de abril de 2021

Conferencia online "La laicidad republicana, fundamento de las sociedades democráticas" en la Universidad de Quintana Roo (México)

Conferencia online pronunciada por el autor del blog el día 19 de noviembre de 2020 en la Universidad de Quintana Roo (México) con motivo del Día Mundial de la Filosofía. 



ENLACE:

 https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=185162893233265&id=114274090487022




domingo, 14 de febrero de 2021

¿DE QUÉ SE RÍEN LAS RATAS?

 

Instalación minimalista de Sandback 
Museo José Guerrero (Granada)

       Un estudio llevado a cabo por neurólogos de la Universidad de Humboldt, en Berlín, aparecido en la revista Science en noviembre de 2016, nos sorprendía  al revelar que la risa ha dejado de ser un atributo exclusivo de los primates -Jane Goodal ya nos hizo perder la patente humana en favor de los chimpancés-. Las ratas también ríen.

En este contexto, estimo pertinente preguntar qué hace reír a estas pingües compañeras de ciudad que llevan siglos observándonos desde las alcantarillas y viviendo plácidamente a nuestra costa. Tal vez, nuestra fatua vanidad combinada con la morrocotuda persistencia humana en los errores de siempre sean la causa de su hilaridad.
    Un ejemplo de lo que digo es el debate surgido estos días a partir de las declaraciones del vicepresidente del gobierno a cuenta de la escasa calidad de nuestra democracia. Sus palabras son replicadas con ira al unísono por el ala más conservadora del principal partido de la coalición de gobierno y por los herederos de la rancia caverna Fernandina. Para partirse de la risa en el seguro escondite de un imbornal desde el que, seguramente, nos animan a persistir en nuestra estupidez.

Pero, ¿hay déficit democrático en la España de hoy, cuarenta y cinco años después de muerto el general golpista que impuso su santa voluntad durante buena parte del siglo veinte?

Hay hechos que lo confirman. Sin ánimo de exhaustividad, aquí va una somera enumeración de algunas de estas contumaces evidencias del siglo XXI:

-La defensa a ultranza de una anciana y achacosa Constitución que recoge en sus artículos la inmunidad del rey o la prioridad del varón frente a la mujer en la sucesión de la Corona. O que prohíbe celebrar un referéndum para decidir sobre la secesión de una región del país, a diferencia de lo que sucede en democracias avanzadas como Canadá o Reino Unido.

-El reparto político de puestos en el Consejo General del Poder Judicial y en los tribunales superior y constitucional, que compromete la independencia judicial. Y esto combinado con el aforamiento masivo de cargos públicos que les garantiza ser juzgados en exclusiva por esas altas instancias judiciales, elegidas por sus propios partidos.

-El negar el derecho a votar el modelo de Estado que queremos, para poder escoger entre una monarquía (que como está formulada es heredada del franquismo) y una república federalista y laica. También nuestros vecinos tuvieron monarquías que pasaron a mejor vida.

-La existencia de partidos políticos con responsabilidad de gobierno que se niegan a condenar la dictadura franquista.

-La vigencia de unos acuerdos preconstitucionales con la Iglesia católica que, entre otros muchos privilegios, aseguran la presencia de la enseñanza de la religión católica (y también la musulmana y la judía) en las escuelas públicas; o convierten al Estado en recaudador, a través del IRPF, de fondos para el sostenimiento de esa entidad privada que es la Iglesia católica, o la eximen del pago de determinados impuestos, como el IBI.

-La entusiasta participación de autoridades públicas en manifestaciones y ritos confesionales católicos.

-Las graves deficiencias en la libertad de expresión que mantienen en la cárcel a un buen número de artistas por supuestos delitos de injurias al rey u otras instituciones del Estado.

-Las decenas de miles de víctimas de la dictadura que permanecen aún en fosas comunes aguardando una reparación que no llega.

-La pervivencia de inscripciones de exaltación a fascistas y miembros del régimen dictatorial franquista en fachadas de templos, en calles y plazas.

 -O, en fin, una desigualdad económica que no para de crecer en una sociedad que pretende ser socialista en el reparto de las pérdidas (multimillonarias ayudas públicas a la banca o a las empresas), pero liberal en el reparto de los beneficios.

 La respuesta no puede ser sino afirmativa: sí que hay déficit democrático en nuestro país. Dicho lo cual, debo señalar que los exabruptos de Pablo Iglesias son eso, bravuconadas que solo parecen buscar notoriedad para un ego inflamado, de esos que deben de hacer reír a gusto a nuestras impenitentes compañeras urbanitas.

jueves, 14 de enero de 2021

Latín y Griego... ¿todavía?

 A Juanmi, luchador generoso, amigo entrañable, buena gente.

Miguel Ángel Rubio Mirón (Granada)

    


Recuerdo una conversación con un compañero de profesión y de afectos. Hablábamos de nuestro trabajo, de las dificultades crecientes que conlleva, de los sinsabores, y poco a poco, como otras veces, acabamos derivando en las alegrías que proporciona el enseñar a los alumnos y aprender con ellos. “Lo más importante es el amor a los alumnos” quise concluir “Y a tu materia” añadió él. Amor y respeto por unos y por otra. Para servir de ayuda en las dificultades y para estimular la curiosidad y animar a descubrir el mundo y a nosotros mismos.

Instalación minimalista de Sandback 
Museo José Guerrero (Granada)
    Curiosidad. Hace unos días Nuccio Ordine hablaba en un artículo en El País de la curiositas, requisito fundamental para aprender y que precisa de un tiempo reposado. ¿Lo tenemos hoy? Es más necesario que nunca. Homo sum; humani nil a me alienum puto “Soy un hombre. No considero nada de lo humano ajeno a mí”. La primera vez que leí estas palabras, de adolescente, quedé deslumbrado. Una expresión que condensaba la plenitud del humanismo clásico. Cuando descubrí que la cita procedía del Heautontimorumenos, “El atormentador de sí mismo” (Ter. Heaut. 77), una comedia de Terencio, imbuida del nuevo gusto filohelénico de los Escipiones, pero comedia, y que, mutatis mutandis, no estaba muy lejos del ámbito en el que hoy situaríamos a “la vieja al visillo”, sentí una decepción… que al poco se convirtió en regocijo y, finalmente, en luz que permite vislumbrar las cosas. ¿No es la curiosidad natural lo que llega a animar, al menos ocasionalmente, la inquietud intelectual, el deseo de conocer? El niño que mira el horizonte y se pregunta, sobrecogido por la inmensidad del mar, qué habrá más allá emprende su camino para conocer el mundo. De la curiosidad tenemos que hacer la llave que facilite la entrada en la senda del conocimiento. Y si le ponemos mucho teatro, mejor. Y si rompemos los límites espaciales del aula y del corsé de las materias compartimentadas, todavía mejor.

    Vayamos por partes:

    Léxico y etimología: -“Conocer el origen de las palabras que conforman nuestra lengua y su semejanza o lejanía con las de otras lenguas cercanas nos permitirá expresarnos en nuestra lengua y comprender mensajes generados en ella mejor y con más riqueza y placer.” -“¡Puff! Suena a rollo aburrido” -“Tampoco hay que despreciar un poco de aburrimiento. Mientras no resulte tedioso…” -“¿Te… quéee?” -“Tedioso, de taedium.”

    Con el trabajo, aunque sea una especie de “tortura” tripalium, tendremos que procurar el entusiasmo “elevándonos a la condición de dioses”, por mucho que sea efímero “lo que no cuenta con más de un día” y luego nos cause nostalgia “dolor por el regreso”. Lo importante es que no caigamos en el des-ánimo “viento que insufla la vida” y que impere la concordia “corazones compartidos”.

    Y también: “En estos tiempos difíciles conviene ser estricto / estrecho, pero no abundar “desbordarse” en ello, para no convertirse en una persona  fría / frígida y solitaria / soltera, por muy delicado / delgado que se sea”.

    A estas alturas María J. ha dejado escapar del cerco de sus dientes varios “¡Halaaa!” y ya, con nuestro traje subacuático, estamos listos para nuestra inmersión en las palabras. -“Un amigo de mi hermana me dijo algo de “ornitólogo” y yo puse cara de “plaff” y no supe qué decirle” “A ver… -logo / -logía ya lo hemos visto en tecnología, biología, filología… El otro formante tiene que ver con animales que tienen plumas. ¿Entonces?” y entonces Laura, precipitada, -“Ya sé. Son los animales que ponen huevos” y Fran, chistoso “Eso en todo caso serán las ornitólogas”…

    En fin, una vez repuesto, les digo que lo busquen en casa y que al día siguiente les hablaré de Hai órnithes, una comedia de Aristófanes, comediógrafo griego.

    Me despido “Valete et vivite! Ad crastinum!” y Luisa “Magister, ¿eso tiene que ver con “procastinar” -sic-?”… -“¿De dónde habrán sacado ese “palabro?”

    Para explicar qué era eso de El latín vulgar y las lenguas romances se me ocurrió ofrecerles el poema que comienza Vivamus, mea Lesbia, atque amemus…(Catulo V) en latín, español, francés y euskera. Aprovechando que Lluís estaba en clase le pedí una traducción al catalán. En mi último curso tenía, además, versiones en gallego, italiano y rumano. Ventajas de la diversidad en una escuela pública integradora. ¿Para cuándo también laica / lega? ¿Ad Kalendas Graecas?

    Lingua Latina: Nuestras letras son las del abecedario latino, que los latinos, gracias a los etruscos, adaptaron del alfabeto griego, que surgió del alefato semítico, que… Breve historia de la escritura. Soporte duro, papiro y pergamino. A buscar información sobre la copa de Dípilon y la fíbula de Presente.

    Todo muy lejano ¿verdad? Nos familiarizamos con las letras griegas sirviéndonos del papiro del pequeño Teonito, en el que este regaña a su padre por no haberle llevado en su viaje a Alejandría (Rev. Iris, dic. 2000). Aprendemos algo de epigrafía y a leer latín, además de con Catulo V, con la inscripción funeraria de C. Bebius Marcianus, sexitano de 10 años, 8 meses y 28 días (MAN, Nº R. 37802) STTL.

    De camino al MAEG nos detenemos ante varias inscripciones latinas (en la Facultad de Derecho, una con un tremendo Ablativo Absoluto Imperante Franco…) y después de la visita al Museo paseamos para ver otras inscripciones más actuales, tan bellas y sugerentes como maltratadas y abandonadas, en el camino de la Fuente del Avellano.

    Tras saber leer, toca empezar a estudiar la lengua latina para saborear lo que nos dicen sus textos. Semejanzas -muchas- y diferencias -menos, pero descomunales- con nuestra lengua. Al explicarles la categoría gramatical de Caso, me dejo llevar por mi lado Mr. Hyde. En un texto breve y asequible, Ariadna, una joven griega, ve cambiar el nombre que indica su situación social, serva, hasta en cuatro ocasiones, sin cambiar de Número gramatical, hasta que finalmente es manumitida. ¿Por qué esos cambios?

    Caras de asombro y algunas de espanto al descubrir que, teóricamente, un nombre en latín podría tener hasta ¡12 formas! Algo parecido, de lejos, a lo que tenemos en español con los pronombres personales: “¿Quieres a yo? ¿Vienes con yo? ¿Traes algo para yo?” ¡¡!!. Y si le pones teatro, se parten.

    Rebajemos la tensión. No se trata de convertirnos en la Reserva Gramatical de Occidente. Aunque haya quien siga aún el método Manolito –el personaje de Mafalda que le saca punta al lápiz con la uña de su pulgar- “Yo machaco la gramática el primer trimestre y luego a traducir César sin cesar. El que vale, vale, y el que no, a Ciencias”, somos muchos los maestros que hemos recuperado, más o menos adaptados, métodos propios del aprendizaje de las lenguas “vivas”, o cercanos. No se trata de que los alumnos se expresen en latín, que ocasionalmente es divertido y estimulante, pero sí de que los textos se lean de forma natural, con una dificultad y una riqueza crecientes. Y si ofrecen historias atractivas, que con frecuencia puedan ser dramatizadas, mejor que mejor.

    El primer año que trabajé, hace ya muchos, con el Curso de Latín de Cambridge, sorprendí a Raúl, mi alumno más revoltoso, con los ojos humedecidos en la lectura final de la Unidad I, en la que Caecilius muere a causa de la erupción del Vesubio.

    -“Avete omnes! Quomodo valetis, discipuli discipulaeque?” -“Bene valemus, magister!” Todos los días se habla algo de latín en clase.

     Y luego, disfrutar de Plauto, de Catulo, de Fedro, de Salustio… y hasta de César, con adaptaciones cuando es necesario, es más probable. Y casi nadie se pregunta ya por qué estudiar una lengua “muerta”.

    Historia. Hispania Romana.

    Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae... (Cicerón, De oratore, II, 36).

     Quien no conoce su historia se expone a prolongarse en la candidez de la infancia. ¿También la historia pasada? ¿Pertenecen sólo al pasado la oligarquía, la tiranía, la guerra preventiva, el imperialismo, la demagogia y la manipulación del lenguaje, la parresia y la isegoría consustanciales a la democracia? No son pocos los intelectuales y estudiosos que invitan hoy a mirar a la antigua democracia ateniense para revitalizar las nuestras (Pedro Olalla, Grecia en el aire). Con todas sus imperfecciones, incluida la marginación de la mujer -pese a Antígona, Medea, Hipatía, Cornelia, etc.-, la esclavitud o la injusticia destructora como manifestación de poder -el diálogo de los melios- se presta al debate histórico y proyecta luces sobre nuestro mundo de hoy.

    Del mismo modo que los períodos de la historia de Roma, con sus episodios legendarios -Coriolano, Cincinnato, Clelia…- o históricos propiamente dichos -rebeliones de esclavos, patricios y plebeyos, guerras civiles, Augusto…-. Contamos con las fuentes escritas y con abundantes recursos: documentales, películas de sobra conocidas o menos divulgadas. Muy interesante el visionado y posterior coloquio sobre Cesare deve moriré de los Taviani o La fuente de las mujeres, de Radu Mihaileanu.

    Y por otra parte, las piedras que hablan, raíces que nos fijan en una tierra y en una historia, y que, a la vez que nos enseñan que todo pasa, extrañamente afirman que nada se pierde si queremos darnos cuenta e incorporarlo en nosotros. Impresiona el teatro de Acinipo que se yergue en medio de un páramo, la ciudad de Baelo Claudia rescatada de una hoz de dunas frente al mar, el tramo de doble arcada del acueducto de Sexi entre chirimoyos, la vista desde la Pnix al atardecer. Emocionan el Mosaico de los Amores de Cástulo o los de la villa de Salar, que vuelven a ver a luz; las formas delicadas del efebo de Antequera; la tumba de la liberta Acilia Plecusa; el Hermafrodito de la villa de Almedinilla…

    De todo esto y más han salido trabajos de investigación de los alumnos, más o menos brillantes, muy elaborados casi todos.

    Literatura. Mitología. Pensamiento.

    De “la cólera de Aquiles” al “Animula vagula, blandula” de Adriano, del lamento desgarrador de  las Troyanas al trastorno de Euclión por un maldito tesoro encontrado, pocas cosas hay tan gratas en una clase como la lectura en voz alta y el comentario de pasajes seleccionados, incluso en ocasiones desde la lengua original con el apoyo de una buena versión al español.

    Non ignara mali, miseris succurrere disco” (Virgilio, Eneida, I, 630) “al no desconocer yo misma la desgracia, he aprendido a socorrer a los desdichados”  le dice la reina Dido a Eneas al ofrecerle acogida tras naufragar su flota en su peregrinaje hacia una nueva tierra para él y los suyos. El mismo mar surcan ahora mismo nuevos eneas, sin Dido acogedora.

    “Tu mihi curarum requies, tu nocte uel atra

       lumen, et in solis tu mihi turba locis” (Tibulo, Carmina, III, 19, vv. 11 y 12)

    “Tú, decanso de mis cuitas, tú, en la noche oscura,

      luz, y para mí, en los lugares vacíos, multitud”

    ¿Y ellos, los alumnos? Miguel Ángel y Álex se convierten en Sosias y Mercurio ante sus compañeros, público entregado. Paula cabalga por la literatura española a lomos del Asno de Oro. A Mary le propongo un trabajo sobre la relación entre Catulo y Lesbia a la luz del corpus catuliano, y ella, genio y figura, lo cambia y lo hace sobre Lesbia y Catulo. Juan Antonio, que ha cogido Latín a su pesar, porque le han dicho que le servirá para Derecho Romano en su futura carrera, deslumbrado, hace una exposición brillante sobre la Primera Catilinaria. Y Marina, transformada en una Antígona indómita, me replica a mí, Creonte más columna que nunca, con la energía de su “No he nacido para compartir el odio, sino el amor” y me deja sin palabras.

    Todos los alumnos de 1ºB en silencio, sobrecogidos por el Lamento de Dido interpretado por Jessye Norman.

    Pasamos a los mitos y su presencia en la Literatura y el Arte. Es el dominio de Ovidio, en traducción directa o en versión dramatizada. Orfeo y el poder del amor y de la música. Céix y Alcíone, transformados en aves marinas. Orión dominando el cielo en las noches claras de invierno. Erisictón y el consumo desenfrenado. Ícaro y su vuelo libertario. El Minotauro reinventado por Borges.

    Belleza y significado. Lucía y sus trabajos de mitología… con unos comentarios sobre los mitos y un análisis de las obras de arte inspiradas en ellos, también me deja sin palabras. Alumnos aprendiendo y disfrutando.

   Y pensamiento. De la mano de los mitos nos internamos en el humanismo: Conocimiento y filantropía. Edipo y Prometeo.

    Edipo, que quiere escapar de su destino y con su inteligencia vence a la Esfinge, se precipita en él por su necesidad de saber. Indaga, aun sospechando que lo más terrible se ha cumplido. (kýlix ática. Ingres. Moreau…)

   Prometeo, luz y progreso para los hombres, se rebela frente al poder de Zeus por su filantropía. (Goethe. Füger. Cossiers…).

    En el s. XVI Sebastian Castellio, uno de los humanistas más valorados del momento, defendiendo la libertad de conciencia, se enfrentó a Calvino por la ejecución de Miguel Servet, esgrimiendo que “matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”. Y en la última época de su vida escribió una obra cuyo título tiene este sugerente comienzo: De arte dubitandi…

    También Sócrates y su actitud ante la cicuta. La belleza y la bondad en el retrato de Giovanna Tornabuoni, con el epigrama de Marcial. Lucrecio, la ciencia y la muerte. Diógenes y la secta del perro. Marco Aurelio. Montaigne…

Latín y Griego… un placer muy conveniente, siempre