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lunes, 29 de septiembre de 2014

Cecilio López-Tercero, el ébola, los misioneros y los sin papeles



Este verano, el Estado español, en medio de los salvajes recortes en Sanidad, contó, sin embargo, con recursos suficientes para repatriar en aviones medicalizados a dos ancianos misioneros, enfermos terminales de ébola, disponiendo para ellos en exclusiva una zona aislada en un hospital público de Madrid. Ellos habían asumido sus riesgos al viajar a África a desempeñar una labor que, en muchos casos, sé que es admirable. Tanto como la que desarrollan millares de voluntarios de ONGs que entregan su juventud y su salud por un mundo más justo e igualitario.

Pero ahora resulta que no hay fondos para rescatar a López-Tercero, un espeleólogo español herido y atrapado en una cueva de Perú desde el día dieciocho de septiembre.
El aventurero Jesús Calleja declara hoy a Público: "Yo soy de los cabreados (con el Ministerio de Asuntos Exteriores). Estoy viviendo de cerca lo que ocurre y es una situación límite. Los voluntarios se están costeando el rescate con su dinero y su tiempo, pidiendo excedencias en los trabajos. Y hacen falta 60 personas."
También la afición de López-Tercero es noble, pues está movida por la curiosidad, y el afán de descubrimiento y aventura: esos impulsos que han permitido a los humanos progresar y mejorar nuestras vidas a lo largo de la historia.

El Ejecutivo se niega a enviar medios y especialistas para su rescate porque, según dice, no hay dinero. Tampoco lo hay, al parecer, para atender a los enfermos sin papeles, aun cuando padezcan enfermedades infecto-contagiosas que, además de acabar con ellos, les convierte en un peligro potencial para el resto de la población.


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