La educación ha frenado al totalitarismo en Holanda, en Francia, en Europa. Que no al populismo, concepto éste muy querido por los medios oficialistas como cajón de sastre donde mezclar sin matices a los movimientos políticos surgidos del desencanto con otros de corte antidemocrático. Como si fueran la misma cosa.
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Fuente: La Nación |
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Fuente: Público |
El fascismo no ha prendido ahora en Europa como lo hizo en los años veinte del siglo pasado, aun cuando el escenario de crisis y desafección política era similar. Las tres des: la democracia dio entonces paso a la demagogia (Hitler se hacía llamar socialista), antesala de la dictadura. El factor diferencial clave ha sido el índice de alfabetización de la clase media y los sectores empobrecidos. En Alemania o Italia este índice apenas alcanzaba el 50% en los años veinte. Pero el actual acceso masivo de los de abajo a la enseñanza pública (primaria y secundaria) nos hace más impermeables a los discursos falaces que confunden la diferencia con la maldad y la crítica con la infamia.
La educación ha jugado como un poderoso dique de contención frente al argumentario simplista y demagógico de la ultraderecha francesa, holandesa, o de cualquier otra latitud.
Pero el águila negra del fascismo seguirá sobrevolando siniestra sobre Europa. Lo que suceda en el futuro inmediato dependerá bastante de si el neoliberalismo rampante consigue desarmar los sistemas de enseñanza pública como está consiguiendo hacer en España.